Recorreremos la etapa 2 del Camiño dos Faros da Costa da Morte. Esta etapa transcurre entre la playa de Niñóns y la población de Ponteceso, aunque nosotros la acortaremos, finalizándola en Corme, y así poder disfrutarla con mayor tranquilidad. Llegar por los acantilados a la Punta del Roncudo resulta espectacular.
El Camiño dos Faros da Costa da Morte es una espectacular ruta de senderismo costera por la provincia de A Coruña. Recorre 200 Km de Malpica a Fisterra en 8 etapas, largas y duras. La etapa 2, de Niñóns a Ponteceso es la que vamos a recorrer hoy, aunque la acortaremos, finalizándola en Corme, y así poder disfrutarla con mayor tranquilidad. La verdad es que el sendero de Balarés a Ponteceso lo tenemos bastante trillado.
Este tramo es uno de los más impresionantes de la Costa da Morte. Recorre impresionantes entornos costeros, muy salvajes y agrestes.
Localización de la ruta
Iniciamos la ruta en la playa de Niñóns, perteneciente al municipio de Ponteceso. Es una de las escénicas playas que esconde la Costa da Morte.
Coordenadas GPS: 43.2944102,-8.9061406,17
Descripción de la ruta de Niñóns a Corme
Al igual que todas las etapas del Camiño dos Faros, ésta también está toscamente señalizada mediante puntos verdes que los trasnos se han ocupado de pintar. Ya he advertido en alguna ocasión que no se trata de una ruta costera de “paseo marítimo”. Es una ruta de alta dificultad, que recorre entornos solitarios, estrechas sendas al borde de acantilados en zonas que pueden ser muy ventosas y golpeadas por el mar, con empinadas subidas y bajadas, que en ocasiones llegan a ser resbaladizas. Lo bueno es que permite recorrer lugares inaccesibles y de soberbia belleza.
Playa de Niñóns
En este día de principios de junio cae el sol a plomo. A la izquierda de la playa de Niñóns arranca el sendero que pronto nos da sombra. A orillas del riachuelo observamos los restos de un antiguo molino de agua.
Playa de Niñóns
Sendero de salida de la playa de Niñóns
Las playas entre acantilados se suceden
Pequeña calita de blanca arena y frías aguas. Es la playa do Morro, íntima.
Después de 1 km por un bosque de pinos y eucaliptos, el sendero se estrecha y se pega al mar. Las vistas son impresionantes hacia la costa salvaje. Multitud de flores silvestres crecen sobre los acantilados de moderada elevación.
En nuestro trayecto costero vamos descubriendo cuevas en las rocas, formadas por la acción erosiva del agua. También pequeños riachuelos, como el Rego Costoia, que baja cristalino hasta el mar.
Puerto de Santa Mariña
Mínimas son las dimensiones de la cala Niño do Corvo, creo que la más diminuta de Ponteceso. Unas casetas de pescadores añaden un punto pintoresco al pequeño puerto de Santa Mariña, mientras al fondo emerge el espléndido faro en forma de barco situado en Punta Nariga.
Niño do Corvo
Puerto de Santa Mariña
Aunque el track oficial del Camiño dos Faros ataja la Punta do Niño do Corvo, me parece una lástima perderse explorar este entorno un poco más a fondo. Así que nosotros bordeamos esta punta pedregosa en la que el océano bate con ímpetu. Aquí se recuperó hace unos años el esqueleto de una ballena embarrancada, que ahora se exhibe en el Museo da Natureza de Ferrol. A un lado, Punta Nariga y al otro Punta de Eiras y Percebellosa.
Faro de Punta Nariga
Punta do Niño do Corvo
Agrestes acantilados
Retomando la senda, continuamos hacia el oeste, tal como están diseñadas todas las etapas de este Camiño dos Faros. El sendero se estrecha en el siguiente tramo. La única vegetación que sobrevive en estas ásperas condiciones de viento y salinidad son los matorrales y hierbas. Ningún árbol llega hasta la costa.
No sólo contemplamos las estampas típicas de la Costa da Morte, con las cruces de piedra en la costa llorando a los pescadores arrancados por el mar, sino también otras imágenes más atípicas, como caballos pastando en libertad al borde del mar.
Ensenada de la Barda
Tras un tramo más interior para salvar el Monte Meán, llegamos a un alto con excelentes vistas hacia la acantilada Punta Espiñeira y la Enseñada de la Barda.
La bajada es peliaguda, estrecha, pendiente y entre tojos. La senda abierta por los trasnos nos la encontramos casi cerrada de vegetación, y, eso sí, muy florida.
Ensenada da Barda
Y así hasta llegar a un punto con vistas a las inmediaciones de la playa de la Barda, que se ubica en la preciosa Ensenada da Barda, donde los barquitos de pescadores ponen la nota pintoresca. Empanada y descanso.
Tras un tramo abriéndonos paso dificultosamente entre la crecida vegetación, conseguimos llegar a la playa de la Barda, con sus casetas de pescadores, y sus barquitas sobre la arena o flotando sobre el agua.
Playa da Barda
La ruta oficial continúa por el interior, pero nosotros elegimos seguir un sendero alternativo, más pegado a los acantilados. No está exento de dificultades, tampoco de belleza. Zonas en las que las pisadas se hunden en suelos fanganosos; zonas donde los helechos nos superan en altura; tojos que pinchan……………..Sin embargo, conseguimos avanzar. Las vistas hacia la ensenada da Barda son espléndidas.
Si se sigue por la ruta oficial, hacia O Petón da Campaíña, se pueden observar varios petroglifos en dicho lugar.
Los acantilados primaverales son un gran jardín. En algunas zonas, el camino está completamente tapizado de amarillo, cubierto por pétalos de flores.
Ensenada da Barda
Punta Espiñeira
En Punta Espiñeira se hace notar el poderío de la naturaleza, el oleaje, el viento. Punta Nariga a un lado, Punta de Eiras al otro lado; el Atlántico enfrente. Todo el entorno de Punta Espiñeira es absolutamente agreste y aislado. Se siente el silencio y la soledad.
Esta zona no está sometida a ningún tipo de protección, simplemente porque no lo necesita. No se puede llegar en vehículo. Su inaccesibilidad lo mantiene alejado de cualquier intervención humana. Por aquí no viene nadie, sólo algunos pescadores y algún caminante muy de vez en cuando.
Punta do Castro
Bordeando el acantilado llegamos a Punta do Castro. Es un espectáculo quedarse mirando el batir de las olas contra los acantilados rocosos. Seguimos divisando Punta Nariga al este, que cada vez va quedando más lejos.
Seguimos encontrando varios tramos de senda cerrados por los helechos crecidos. El mayor problema es que no se ve el suelo y es fácil tropezar en raíces, en piedras o en troncos de tojos que no han sido cortados a ras sino a unos 20 cm del suelo.
El entorno es una pasada. Punta Eiras, que divide la Ensenada da Grixoa y la Ensenada das Eiras. Seguimos por lugares sólo accesibles a pie.
Punta Percebellosa viene después, y muy cerca, Punta dos Nouchóns.
Aldea do Roncudo
Abriéndonos paso por una jungla de helechos de más de 2 m de altura nos dirigimos a la aldea do Roncudo. La aldea do Roncudo guarda el encanto de lo auténtico, de lo inalterado desde hace tiempo, exhibiendo un conjunto de hórreos y casas de piedra tradicionales. Una característica específica son sus muros de piedra que resguardan la aldea de los temporales. Duras condiciones soportan cuando las borrascas atlánticas entran por aquí. A su aspecto tradicional no le queda más opción que compaginarse con la imagen más moderna de los generadores eólicos.
El siguiente kilómetro transcurre rápido y cómodo por la pista de acceso al parque eólico del Alto das Vixías.
Acantilados del Roncudo
La senda se estrecha de nuevo al dejar el parque eólico y regresar a los acantilados. Muchísimas flores aportan colorido: blancas, amarillas, azules, rosadas, moradas….
Los acantilados del Roncudo componen nuestro próximo paisaje. Aquí están los mejores percebes del mundo. Todo es discutible cuando se dice que algo es lo mejor del mundo, pero, creo que en este caso no hay duda, o al menos son los mejores que conocemos. En estos acantilados los percebeiros ponen su vida en riesgo para capturar el codiciado manjar y llevarlo hasta nuestras mesas. Quién visite estos acantilados, ya nunca más volverá a pensar que el precio de los percebes es excesivo. No hay más que ver la inaccesibilidad de las rocas, la fuerza de las olas, los soplidos del viento……….e imaginárselo en invierno…………….Los percebeiros son héroes que pugnan con cada ola que golpea con furia desatada.
El viento casi te tumba en tierra firme, y no podemos decir que tengamos un día especialmente ventoso. Mantener el equilibrio sobre las rocas al borde de las olas parece casi un milagro.
Acantilados do Roncudo
Punta del Roncudo
Desde la distancia emociona la visión de Punta del Roncudo dejándose azotar por el oleaje. Hemos recorrido paisajes maravillosos.
Punta do Roncudo en Corme
Al lado del faro recordamos los buenos momentos pasados aquí con la kiwifamilia, escuchando la percusión del mar sobre las rocas, ese ronquido que da nombre al lugar.
Entorno de Punta do Roncudo
Corme
Ya sólo queda llegar a Corme caminando por la carretera del faro, carretera que usan habitualmente los vecinos de Corme para sus paseos domingueros.
El paisaje se va amansando a medida que entramos en la ría de Corme-Laxe. Un paseo cómodo y bonito, al lado del mar, divisando la costa de Ponteceso y de Laxe.
Desde la carretera telefoneamos a un taxista de Ponteceso para que nos recogiese en el puerto de Corme y nos llevase a la playa de Niñóns donde habíamos aparcado el coche.
Paseo de Punta do Roncudo a Corme
Corme es uno de los desordenados pueblos marineros de esta zona. Aunque su principal actividad hoy en día es la pesca y marisquero, a principios del siglo XX fue el principal puerto exportador de madera de España.
Aquí hay que comer en el Miramar, pegados a los ventanales sobre el mar. Sus percebes, centollas y caldeiradas de pescado te llenan la boca de sabor a mar.
Track de la ruta
Descargable para GPS: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=10310044
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