Nos espera un día de apabullante transición paisajística. Valles, montañas, parajes habitados por cactus gigantes en el Parque Nacional Los Cardones, descenso de vértigo por las Curvas de la Cuesta del Obispo, los yungas tras la Quebrada del Escoipe, y la ciudad colonial de Salta. Estamos en el NOA.
Nos despedíamos de Cachi por la ruta nacional 40 que sigue el curso del río Calchaquí hasta Payogasta. Los nevados de Cachi interpretan un papel estelar en el paisaje.
El Parque Nacional Los Cardones
El pueblo de Payogasta es el punto en el que abandonamos la RN 40 (que asciende hasta el Abra del Acay) desviándonos por la ruta provincial 33 hacia la Recta de Tin Tin.
Esta larga recta asfaltada de casi 20 Km que sigue el trazado de un antiguo camino inca, nos adentra en el Parque Nacional de Los Cardones.
Contábamos con encontrarnos miles de cactus gigantes……….hasta 500.000…., que parecen un ejército de guardianes observadores. Pero, lo que yo desconocía era el colorido que los cerros multicolores nos ofrecían, y que brillaban bajo un sol reluciente. Amarillo, rosado, naranja, ocre……todo un arco iris que pinta el telón de fondo del campo sembrado de cardones.
Parque Nacional Los Cardones
La carretera continúa en ascenso hasta que alcanzamos la Piedra del Molino, su punto más alto, 3348 m de altitud. Aquel sol que nos había acompañado en la recta del Tin Tin había decidido esfumarse, y la más compacta niebla se empeñaba en ocultarnos las vistas que se prometían prodigiosas.
Las curvas de la Cuesta del Obispo
Niebla que también nos acompañaba en el vertiginoso descenso por la Cuesta del Obispo. Es entonces cuando retomamos el ripio, ése que ya se ha hecho tan amigo nuestro. Curvas y más curvas nos hacen perder altitud al borde de precipicios sobrevolados por cóndores.
Una desviación nos conduce al Valle Encantado. La niebla seguía presente y apenas podíamos apreciar una mínima parte de las rocas rojizas que contrastan con el verde intenso del valle. A pesar de los carteles que prohibían el paso, nos aventuramos a caminar un poco por el valle, convertido en lugar de misterio gracias a la niebla. Nuestro intento fracasó en el momento en que un rebaño de ganado se enemistó con nosotros, obligándonos a regresar al coche.
Quebrada del Escoipe
Después es la Quebrada de Escoipe la que nos concede un nuevo paisaje. Los colores rojos y verdes decoran el cauce del río, prácticamente seco en esta época.
El río Escoipe va generando un ambiente más húmedo a medida que seguimos perdiendo altura. Nos adentramos en zona de yungas. El bosque de montaña llega a recubrirlo todo. La vegetación se vuelve frondosa y variada, y parece que hayamos recorrido cientos de kilómetros desde aquella aridez de las alturas.
Cuando entramos en el Valle de Lerma, ya queda poco para llegar a Salta. Varios pueblos se asientan en el valle, revestido del verde que añaden los cultivos de tabaco.
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