A trompicones por Kathmandu NEPAL - Kathmandu 3


Ay!. Esa ciudad inhumana y caótica. Así es Kathmandu. La verdad es que mis impresiones no fueron nada buenas en mi primer viaje a Nepal. Todo cambió cuando volvía por segunda vez.

Apoteosis en el vuelo de Bután a Kathmandu volando cerca del Himalaya………El Everest al alcance de nuestra vista. ¡¡Los rascacielos del mundo!!. Más allá, se extiende la altiplanicie del Tíbet.

Vuelo de Bután a Kathmandu

Kathmandu nos recibe con una bofetada de caos y de inhumanidad. Atascos, pitidos, muchedumbres, suciedad. Infernal tráfico en las calles. Avanzan los más valientes o los que menos aprecio tienen a su vida. Salir huyendo de esta endiablada ciudad era nuestro principal objetivo. No tardamos mucho en hacer nuestros recados para tener todo a punto para el trekking.

Plaza Durbar de Katmandu

La foto anterior corresponde a la plaza Durbar de Katmandú, también conocida como Basantapur. Antiguo centro de poder, es un conjunto imponente de monumentos. Templos, palacios, estatuas, rivalizan en atraer la atención de visitantes. Pero…….., para llegar hasta ella, hemos tenido que recorrer ………… ¡¡el infierno!!, avanzando atropelladamente entre vendedores, niños mendigando, bicicarros, millones de personas deambulando, mucho listillo intentando aprovecharse de los turistas, y motos esquivando todo……..bocinazo va, bocinazo viene.

Inhumana ciudad “invivible” de aire irrespirable, en la que uno puede ir encontrando templos, monumentos, en cada esquina, escondidos entre el desorden, el caos y la miseria. Esto es lo más diferente a lo que yo entiendo por un lugar donde sentirse a gusto. Podría añadir cantidad de calificativos, que puedo resumir en DESAPACIBLE y DESAGRADABLE. ¡Cuánto echo de menos la adorable ciudad de terracota rojiza, Bhaktapur!

Una acogedora terraza en la planta superior de un edificio con vistas a la plaza Durbar nos servía de refugio momentáneo para una comida tardía. Intentaba concentrarme en la apacible música que sonaba, aunque ni siquiera en este ambiente conseguía dejar de oir los claxons constantemente pitando. Los geranios y claveles chinos que adornaban la terraza aportaban algo de sosiego. Los camareros se deshacían en sonrisas.

La ciudad, fundada en el siglo XII, se sitúa en el valle de Katmandú, a 1300 m de altitud, en la confluencia de los ríos Bagmati y Vishnumati. Inicialmente a la sombra de Bhaktapur, fue ganando relevancia en el circuito comercial al Tíbet, hasta que en el siglo XVIII fue nombrada capital de Nepal.

La elegancia de los tejados escalonados de los templos, no sólo se elevaban hacia el cielo para adorar a los dioses, sino que también servían de refugio a las palomas. Pero, cuando miraba hacia otro lado, hacia esas calles pordioseras y enloquecidas, me preguntaba cómo puede ser posible vivir día tras día en una ciudad así.
Ni siquiera dentro de Durbar Square, y a pesar de tener que pasar por taquilla, dejaban de acosarnos los vendedores y las motos.

Atolondrados fieles atrapados en sus rituales religiosos, casi obsesivos. Demasiados dioses de monstruosas figuras.

Templos convertidos en cuchitriles. Cuchitriles disfrazados de carnicerías, de pescaderías, peluquerías, o tugurios en los que preparaban los más desagradables brebajes. No soporto esta ciudad.
Desorientados en este laberinto de calles, todas iguales, todas llenas de gente, de tiendas y de tráfico. Laberíntica e inhóspita selva urbana e inhumana. Igual de inexplicable parecía que los electrones lograsen fluir por aquellos amasijos de cables entrelazados y enredados. Ni árboles ni plantas oxigenan el aire irrespirable.
Niños enjaulados como pollos en autobuses. Antítesis del paraíso.

Calles de Kathmandu

En la plaza Yatkha Bahal, por fin encontraba paz. Una resplandeciente estupa central de bonita decoración, elegantes edificios, cuidadas tiendas de arte. Nada de tráfico, nada de gente,……….silencio……..un lugar separado del infierno sólo por un callejón.

Estupa en la plaza Yatkha Bahal

A la plaza Durbar regresamos unos días después, tras nuestro trekking. Todo seguía igual.
La infatigable actividad callejera hervía en Kathmandu.

Aunque ya saturados de templos y altares, hacíamos un último esfuerzo por profundizar en la Plaza. Los nepalíes permanecían sentados en las escaleras de los templos de terracota. Otros, no paraban de hacer sus ofrendas atrapados en las creencias religiosas. Y muchos seguían circulando en aquella frenética conducción de motos y coches. Unos cuantos se acercaban a los turistas, intentando vender todo tipo de objetos.

Nosotros, a lo nuestro, recorríamos la plaza Durbar. Me gustó el palacio real y sus patios, con ventanas de madera, tallas y ornamentos. Aunque, como en todos los lugares del mundo, siempre me hace pensar en que cuanto más ostentosos son los palacios de los poderosos, más oprimido, mísero e inculto vive el pueblo.

Plaza Durbar de Kathmandu

De regreso a Thamel, seguía el infierno en aquellas calles colapsadas. Tiendas y más tiendas, motos y más motos, peatones que pelean por cada molécula de oxígeno.

Los cables de Kathmandu son tan caóticos como el tráfico en sus calles

La noche se presentaba menos enloquecida que el día en Katmandú. Baja la densidad de tráfico y de pitidos, pero el polvoriento aire sigue siendo irrespirable. Algunos acogedores bares o restaurantes para turistas abren la puerta de salida del infierno. La música internacional, comida internacional y sonrisas nepalíes nos devuelven durante esos momentos a un mundo terrenal más apacible.

 

Comer y dormir en Kathmandu

Para dormir: Hotel Mi Casa. Un alojamiento muy agradable y acogedor de sólo 9 habitaciones, en una zona tranquila de Thamel. El dueño habla español.

Nuestros restaurantes favoritos en Khatmandu:

  • Road House Café. Repetimos 3 veces. Homenaje de carne y chocolate. Buenas pizzas
  • Restaurante K-TOO, en Thamel, carne, carne y carne, y tarta de chocolate y de manzana.

ESTA ETAPA PERTENECE AL VIAJE: Nepal 2014: Langtang


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3 ideas sobre “A trompicones por Kathmandu

  • Sisco

    Hola,

    Justamente hoy hace dos dias que hemos aterrizado en Katmandú y por casualidad he llegado a este artículo.

    Solamente queria comentarte mi experiencia a dia de hoy, haciendo un poco incapié a lo exagerados que me parecen tus descriptivos sobre esta capital.

    Estoy deacuerdo contigo en que el aire está muy contaminado, hay miseria en las calles y vendedores por todos lados intentando vender una cantidad variopinta de objetos y servicios. También comentar que por ejemolo, la plaza durbar luce mucho menos a dia de hoy que en tus fotos por el fuerte terremoto de 2015.

    Ahora también comentarte que, no puedo ser objetivo del todo por que vengo directamente desde India y, si a katmandu ahora mismo lo consideras un ‘Infierno irrespirable’ multiplicalo por 1000, este caos que te puedes imaginar es India.

    Comentar también que aunque los vendedores traten de venderte cosas todo el tiempo solamente hay que decirles que NO y se van sin insistir mucho, también hay que entender que simplemente se trata de su forma de vida y, que también puedes acercarte a ellos y preguntar cualquier cosa, que no muerden.

    He de decir que si lo comparo con la gente de la india son 1000 veces mas amables y te ayudan en todo momento ante cualquier duda, y si finalmente decides comprarles cualquier cosa les puedes regatear siempre el precio, como he dicho y desde mi punto de vista es su forma de vida y es así como se la ganan.

    Mañana ya nos vamos hacia el valle de Katmandu, y si, allí espero encontrar mucha mas tranquilidad 😊
    Un saludo y gracias por compartir tu experiencia.

    Un saludo

    • Kami Autor

      Hola Sisco,
      Sí, los nepalís son extremadamente amables y siempre dispuestos a ayudarte.
      Yo creo que se notan los últimos ordenamientos del tráfico en Kathmandu y ya no resulta tan caótico y ruidoso. Yo también lo he percibido así en mis últimos viajes a Nepal.
      Gracias por compartir tus impresiones y disfruta de Nepal.