Navegando por la quebrada Gamboa (Amazonas entre Colombia y Perú)

Reserva Gamboa desde Leticia COLOMBIA-PERÚ: AMAZONAS


Es el primer día de una excursión de dos días a la reserva Gamboa, situada en la parte peruana del Amazonas cercana a Leticia. Veremos fauna amazónica y terminaré con agujetas de tanto remar, pero las experiencias vividas en este lugar inmerso en la selva atraparán mis recuerdos para siempre.

De Puerto Nariño a Leticia en barca pública

A las 10 am partimos de Puerto Nariño hacia Leticia en la lancha pública de línea regular que tarda hora y media. Conviene ser precavidos para asegurar sitio y por eso compramos los pasajes el día anterior (4 frecuencias diarias entre Leticia y Puerto Nariño en cada sentido). El barco realiza varias paradas para recoger pasajeros, tanto turistas que han pasado la noche en alguna reserva ecológica, como lugareños que viven en aisladas casas al borde del agua. Arribamos a Leticia a las 11:30 para iniciar una excursión de 2 días con una noche de alojamiento en la comunidad peruana Gamboa. La contratamos in situ el primer día que llegamos a Leticia en la agencia Gamboa.

Navegación de Puerto Nariño a Leticia por el Amazonas

 

Tour Reserva Gamboa. Primer día de Leticia a poblado Gamboa en Perú

Isla de Santa Rosa

En el puerto nos espera Sebastián para acompañarnos en barca a la Isla de Santa Rosa en Perú. Sólo hay que cruzar el río Amazonas para llegar a la otra orilla y cambiar de país, sin necesidad de pasaporte ni trámites fronterizos. Las fronteras no son más que líneas imaginarias que para ellos no existen. La cultura amazónica los une.

Inundado nos recibe el poblado peruano de Santa Rosa en esta época de aguas altas. Manteniendo el equilibrio por tableros de madera provisionales conseguimos llegar al restaurante donde está preparado el almuerzo y donde conocemos a nuestro joven guía para estos dos días, apodado Jim, y a la jovencísima pareja de alemanes que serán nuestros compañeros de aventuras. Ceviche, chicharrón de pescado, patacones, arroz chaufa……….en eso consiste el suculento menú. Mientras tanto nos entretenemos con los animalillos amazónicos: pequeñas ranas de ojos saltones, o los loros del restaurante que insistentemente me dicen “hola”.

De  Santa Rosa a Gamboa

Yo ya me he rendido al embrujo del Amazonas, pero todo puede ir a más. Mi enamoramiento se acrecienta durante la excursión de la tarde.Navegamos una hora por el Amazonas y de nuevo resultamos agraciados con saltos de delfines, con vuelos de garzas y planeos de la gran águila. Nos hemos quedado mudos. Sin mediar palabra, absortos en las sensaciones, hasta que nos desviamos por la Quebrada Gamboa. Es un río más estrecho y más íntimo que nos regala emotivas estampas de casas de madera acompañadas de palmeras y plataneras reflejadas en el agua. Las palmas han sido hilo conductor en este viaje y lo siguen siendo. Los niños vuelven a casa en canoa, es su medio de transporte.

Poblado Gamboa

La comunidad peruana de Gamboa acoge nuestro alojamiento para esta noche, un hospedaje rústico en una cabaña con habitaciones privadas y baños compartidos. Balancearme en la hamaca tiene algo hipnótico. Me deja con la mente en blanco, escuchando los cantos de los gallos y las canciones religiosas que provienen de la pequeña iglesia. Hechizo completo.

Apenas se puede caminar en esta época por el poblado está inundado. El remo hace de piernas y es el medio para trasladarnos de un lugar a otro. Toca remar en canoa por la tarde para adentrarnos en la selva inundada. La navegación es encantadora y me recuerda a la de Tingana de hace pocos años. Quién me iba a decir que volvería a navegar por un bosque inundado peruano. Es una maraña de ramas, lianas, reflejos. Se confunde la realidad que aflora sobre la superficie con la reflejada en los espejos de agua oscura.

Cuando baja el nivel de las aguas, todo este bosque queda seco y se puede caminar. Ahora el agua marca los caminos. Es una sensación diferente a todas. Es silencio y es calma, pero a la vez están presentes los sonidos de la selva que nunca se calla del todo. Hay que probarlo para experimentar lo que no soy capaz de describir.

De nuevo en Gamboa tenemos otro turno de descanso que yo aprovecho para acercarme al poblado. El agua llega por la pantorrilla en esta época y la vida de la gente cambia. Los más pequeños se lo pasan bomba en el agua y pronto se fijan en mí para invitarme a chapotear. Los mayores juegan al fútbol. En ningún poblado falta un balón. La llegada del heladero con su nevera portátil es todo un acontecimiento. Nadie se quiere perder su helado.

Charlamos hasta la puesta de sol con el encargado del alojamiento. Es peruano, de madre colombiana y padre brasileño. No entiende de fronteras. Para ellos, la Amazonía es una única región.

Isla de Santa Rosa. Amazonas (Perú)

Navegando por la Quebrada Gamboa

Garza blanca del Amazonas

Alojamiento Reserva Gamboa

Poblado Gamboa

Navegando por la selva inundada

Lagartija del Amazonas

 

Canoa nocturna por la selva amazónica: avistamiento de caimanes

Oscurece y nosotros nos preparamos para la siguiente aventura: el avistamiento nocturno de caimanes remando en canoa. Surcar estos ríos amazónicos en la oscuridad es toda una experiencia. Las ranas son las que vencen en cuanto a intensidad sonora, por delante de aves e insectos. La media luna ilumina el río y la vegetación y apenas necesitamos linternas. Orión en el cénit. La pequeña canoa se desliza con el agua casi a ras. Oigo el agua a cada golpe de remo, la toco. Estamos en el hemisferio sur colombiano, navegando en la Amazonía, ¿te lo puedes creer?.

Los caimanes se ocultan durante el día, pero sus ojos incandescentes los delatan por la noche, como si su mirada quisiera quemar. Jim sólo tiene 21 años pero es experto en estas tierras, en estas aguas. Lo ha mamado desde niño, con sangre yagua, cuando empezaba a remar a las 3 de la madrugada para llegar a la escuela 3 horas después. Y así cada día. El río es su medio y no hay caimán que se le resista. De pronto acelera la canoa y se abalanza sobre él. Lo agarra con ambas manos y lo muestra satisfecho. “Hemos tenido suerte” afirma. En una noche clareada por la luna no suele ser tan fácil. “Estos son sus dientes, sus patas, su barriga, sus escamas”, nos explica. No medirá más de un metro y sin embargo él se muestra orgulloso de poder presentárnoslo. Por supuesto, lo devolvemos al agua sin dañarlo.

La cena nos espera tras la travesía nocturna: pollo a la plancha, arroz, espagueti, ensalada, patacón. Hay electricidad de 6 a 9 pm mediante el generador del poblado. Después es la luna la encargada de que la noche no sea tan oscura y que nuestros ojos puedan distinguir las palmas y las plataneras. Nos dormimos entre la mosquitera mirando las estrellas.

Caimán en Amazonas (Gamboa)

 

ESTA ETAPA PERTENECE AL VIAJE:  COLOMBIA: EJE CAFETERO, CARIBE Y AMAZONAS

 

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