Tarapoto. Indignación en Lamas PERU - TARAPOTO


Desplazarnos de Moyobamba a Tarapoto resultó de lo más fácil. Bastó una llamada de teléfono desde el hotel para que, en diez minutos, llegase un taxi compartido a recogernos. Ni siquiera habíamos terminado de desayunar. ¡Ah, sorpresa, y con cinturones de seguridad!

De Moyobamba a Tarapoto en taxi

Comenzábamos el recorrido divisando campos de arroz en un valle muy deforestado. Después, se dejaba ver el río Mayo, antes de empezar las curvas entre montes arbolados. Pero, si algo era constante todo el tiempo, era el verde que pintaba el paisaje tropical, así como los pequeños poblados que se sucedían.
En cada detención, los vendedores ambulantes se acercaban ofreciendo productos.

Adelantamientos temerarios, velocidades de locura, carriles invadidos, botellas arrojadas por las ventanillas…………..Quizás, el gobierno peruano obtendría mejores resultados si invirtiese más recursos en concienciación, en vez de gastar su dinero en señales de tráfico, que, total, para lo que sirven……….a semejantes velocidades ni siquiera da tiempo a verlas.

Pero, volviendo a lo nuestro……..si a Moyobamba se la conoce como la ciudad de las orquídeas, a Tarapoto la llaman la ciudad de las palmeras, Tarapatus. Y, precisamente, eran cientos de palmeras las que flanqueaban los bordes de la carretera en nuestra aproximación a Tarapoto.

Alrededores de Tarapoto: la ciudad de las palmeras

Las 2 horas que tardan las combis se reducían a una hora cuarenta en taxi, a pesar de las interrupciones por obras en la carretera. Las conversaciones que el otro pasajero mantenía por el móvil nos hacían pensar que se trataba de algún político. Al llegar, felicitaba al taxista por el récord conseguido.

Nada más instalarnos en el Hotel Río Shiclayo, arreglamos las excursiones para nuestros 2 días de estancia en Tarapoto. No necesitamos ni 5 minutos para ello.

Si nos parecía que hacía demasiado calor en Moyobamba, era porque todavía no habíamos llegado a Tarapoto. 37 húmedos y selváticos grados.

Tarapoto es una población en la que el invierno no existe. Cerca del Ecuador, en el paralelo 6 del hemisferio sur, y a sólo 300 m de altitud, se encara a un clima de permanente bochorno.

Tarapoto. Catarata Ahuashiyacu y Cordillera Escalera

Un taxi nos recogía en el hotel para desplazarnos inmediatamente a la catarata Ahuashiyacu. Se ubica en la Cordillera Escalera, a 14 km de Tarapoto, en un área protegida de bosque nativo. La temperatura se suavizaba al ascender la cordillera, volviéndose más soportable.

Desde un mirador podíamos contemplar los montes recubiertos de vegetación virgen en la Cordillera Escalera.

Mirador de Cordillera Escalera (alrededores de Tarapoto)

6 soles es la tarifa de acceso a la catarata, (ya sabemos que en Perú cobran por todo), la cual alcanzábamos tras un paseo de 10 minutos por una pasarela de madera y puentecillos colocados en medio de la selva para poder apreciar la frondosa vegetación.

La leyenda de la cascada nos habla de un amor imposible entre la hija del jefe de la tribu, llamada Ahuashi, y su enamorado Shilly. Los chamanes convirtieron a la joven en cascada y a él en un toro negro al pie de la poza. Shilly se despeñó al trepar el cerro para reencontrarse con su amada. Sus lágrimas originaron el río Shilcayo.

Cascada Ahuashiyacu

Fue allí donde descubrí una nueva profesión………..socorrista de cascada.

El gallito de las rocas es el ave nacional de Perú. No es la única especie que habita en la Cordillera Escalera. La acompañan tucanes Arasari, búhos de vientre bandeado, o ermitaños de Koepcke (un tipo de colibrí), además de serpientes, insectos, ranas, o las gigantes mariposas azules que alcanzan hasta 15 cm. Aunque, la verdad, es que no es un lugar que nos llamase la atención.

Un jubilado vendía agua de coco en la entrada a la cascada. Además de servir para revitalizarnos, también era momento para unas risas, escuchando las andanzas de tan curioso personaje, que, en quince minutos, nos resumía su vida y la de su exigido hijo que vive con dos mujeres a la vez.

Qué calor en Tarapoto……..a la piscina!

A mediodía, cualquier otra actividad aparte de quedarse a remojo en la piscina se antojaba irrealizable. Eso sí, la climatización era totalmente ecológica, porque se mantenía caliente sin necesidad de climatización artificial. Los pajaritos de colores revoloteaban sobre nuestras cabezas y la vegetación tropical nos rodeaba. Docenas de mangos permanecían esparcidos por el suelo sin que nadie los aproveche……..la tierra de la abundancia.

En el restaurante del hotel también se estaba de maravilla. No sé qué posición estratégica tendrá, que corría el aire y sofocaba los calores. Cualquier otro lugar era un horno. Por supuesto, nos decantamos por lo más refrescante de la carta……..unas ensaladas, y mucho líquido.

 

Indignación en Lamas

Por la tarde, partíamos rumbo a Lamas en una excursión en grupo que nos gestionaron en la recepción del hotel (40 s/persona). ¡¡¡Gran error!!!!.
El turismo en Tarapoto tiene otro nivel que en las otras zonas del país que habíamos recorrido. Flamante furgoneta nueva y cómoda, con potente aire acondicionado.

Tarapoto es una ciudad de 100.000 habitantes. Percibíamos una vida más urbana, aunque muy condicionada por el calor. En las horas centrales del día, el movimiento en sus calles era casi nulo. Los puestos callejeros expandidos por el resto de Perú, estaban desaparecidos. Sólo algunos vendedores de agua de coco se atrevían a tomar posición en la calle, eso sí, a la sombra. Las motos circulaban por todas partes. Tal vez por eso, su vida nocturna es tan intensa, y las discotecas se alternan con las palmeras en la carretera de salida a Moyobamba, dirección que tomábamos para dirigirnos a Lamas, a 22 Km de Tarapoto. Cultivos de arroz, café y cacao ocupaban las llanuras.

A 800 m de altura, Lamas es menos cálida que Tarapoto, aunque,……llegar le llega. Dividida geográficamente y socialmente en tres niveles, por eso se conoce como ciudad de los 3 pisos.

¡¡Menudo bluff!! Es un sitio que presume de su cultura tradicional, conservada de las etnias chancas y pocras, pero la verdad es que es super-turístico. La calle principal está repleta de locales turísticos, bares y tiendas, que tratan de retenerte. Y encima caímos víctimas de los vulgares chistes de un guía payasete y chabacano, que intentaba amenizar el sarao sin pizca de gracia.

No puedo decir que no resultase interesante la primera visita, al museo Chanca. La guía del museo explicaba muy bien las costumbres de la cultura lamista, sus vestidos típicos, sus cerámicas, sus mitos y leyendas, entre las cuales tampoco faltaban las sirenas encantadoras de hombres…….sus tejidos, forma de cocinar, etc. Aunque, por muy tradicional que quieran mantener su cultura, eso de casar a las niñas a los 13 años no encaja en mi entendimiento. Hay que luchar por compaginar tradición con progreso.

Museo Chanca, en Lamas

Pinturas mitológicas de la cultura lamista

Cerámicas tradicionales en el Museo de Lamas

Las vistas desde el mirador, en la parte alta del pueblo, no nos entusiasmaban lo más mínimo, aunque, por darle un toque exótico, yo me atreví a probar las hormigas gigantes……….…la verdad es que se me ocurren miles de sabores mejores.

Mirador de Lamas

Al absurdo castillo, ya ni entramos. No es más que la fantasía de un italiano, cuya cabeza discurrió la ridícula idea de construir un castillo de piedra en un pueblo de la selva, en el año 2005. Debía de tener complejo de señor feudal desfasado.

Castillo de Lamas

Lo peor venía después, al visitar la zona baja de la ciudad, en la que se asientan los poblados más humildes. Me parecía bochornosa la utilización de los niños para exhibirlos en bailes folclóricos, hacerlos cantar en quechua, y obligarlos a pedir dinero a los turistas……… Mis peores momentos en Perú……….

Actividad cultural lamista???

Se supone que los ingresos repercuten en la comunidad, pero yo no tengo claro que estos niños vayan a la escuela todas las horas necesarias. Me indignaba completamente presenciar semejante espectáculo. Que agencias turísticas, bares, tiendas, hagan dinero en las excursiones a Lamas a costa de esta gente que sigue viviendo en la miseria, sólo recibiendo limosnas, me sacaba de mis casillas.

Otros niños jugaban en las polvorientas calles aledañas, aunque sólo fuera haciendo girar un neumático. Las fogatas empezaban a arder entre las casas de adobe para preparar la cena, mientras algunos muchachos regresaban de la escuela.

Por la noche, Tarapoto se despierta de su letargo y se viste de luces de neón. Para nosotros, era el turno de otro baño en la piscina, bajo un techo estrellado.

Para comer y dormir en Tarapoto

Hotel Río Shilcayo: muy bien los jardines y piscina. Un oasis de paz. Habitaciones suficientemente cómodas, y buen restaurante.

Cena en el hotel Rio Shilcayo: Picante de camarón (riquísimo), tacacho de camarón, cervezas y jugos………sobre todo, mucho líquido

ESTA ETAPA PERTENECE AL VIAJE: Perú norte. De los glaciares a la selva

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