Aldeas de xisto, como Piodao, laderas dispuestas en terrazas agrícolas, elementos etnográficos. En fin, un paseo por la vida tradicional de aldeas perdidas en el Portugal profundo. ¡Qué bonito es caminar por lugares así!
Desde Aveiro emprendíamos rumbo a la Serra do Açor. Todavía teníamos por delante casi 2 horas de coche hasta Piodao.
Después de dejar atrás, primero la autopista, y después la carretera nacional, al desviarnos hacia Coja empiezan las curvas por la estrecha carretera de montaña, recorriendo los perfiles ondulados de los montes. Las cumbres de la Serra da Estrela se asoman al fondo cubiertas de nieve. La primavera es todavía muy incipiente en estas tierras del interior y los árboles mantienen su aspecto invernal, desprovistos de hojas.
Piodao y sus ventanas azules
La arquitectura típica de Piodão ha quedado protegida al incluirse en el proyecto de Aldeias Históricas de Portugal. Esto obliga a mantener las características arquitectónicas tradicionales en todas las aldeas adheridas al proyecto. En este caso, las fachadas deben conservarse de xisto, los tejados de losas de xisto. Junto con la madera de puertas y ventanas, constituyen los materiales de construcción tradicionales, obtenidos del entorno. También al caminar por las callejuelas de Pîodao pisamos sobre empedrado de xisto (pizarra).
Sin embargo, lo que más llama la atención es el color azul decorando puertas y ventanas. Cuentan que en algún momento, sus habitantes se hicieron con un bote de pintura azul, y desde entonces, lo han adoptado como nota distintiva. A 700 m de altura, se refugia en una ladera resguardada, apretujándose unas casas sobre otras, como queriendo buscar amparo.
El sentimiento religioso de los portugueses no falta en ningún rincón de su geografía. En Piodão se manifiesta en sus edificios religiosos, como las pequeñas capillas de San Pedro y das Almas. Pero sobre todo en la iglesia principal, la Igreja Matriz, del siglo XVIII, cuya fachada blanca discrepa con el resto del pueblo.
Piodão pertenece al municipio de Arganil y está enfocada al turismo. Dispone de alojamiento, restaurantes, tiendas de artesanía. Incluso existe oficina de información turística, aunque el tío no estaba de muy buen humor.
Muchas casas han sido restauradas buscando el desarrollo turístico. Los bancales agrícolas que la rodean ya no están cultivadas. Bancales en los que ahora crecen olivos o van siendo ocupados por la vegetación salvaje. Es como un museo de arquitectura popular, más que una aldea del mundo rural en activo.
Puertas y ventanas azules en Piodao
Ruta de senderismo
De la plaza del pueblo parten 2 rutas de senderismo, el AGN PR-2, de valor etnológico y paisajístico, y el AGN PR-3, de valor natural.
Bajando un buen lote de escaleras para comenzar la ruta de senderismo PR-2, llegamos a orillas del río Piodão, que en esta época baja enérgico. La senda discurre por caminos tradicionales, usados antaño para comunicarse entre aldeas.
Seguiremos por la margen izquierda del río, que nos deja una perspectiva de las casas colgadas sobre la ladera. Pronto nos encontramos con otra realidad, la del pasado. La de las casas abandonadas junto al río, a donde nunca han llegado las carreteras. Todo el valle está modelado en terrazas, excavadas en las laderas pizarrosas.
De frente divisamos las montañas nevadas de la Serra da Estrela. A nuestras espaldas van quedando las laderas aterrazadas de Piodão. No es que el paisaje sea despampanante, pero, bueno, no está mal. Predomina la vegetación de tipo mediterráneo, encinas, alcornoques, olivos, pinos.
Foz de Egua es la siguiente aldea, a la cual llegamos con un calor que no es normal en esta época.
Ha habido tramos de camino algo incómodo hasta aquí. El xisto sigue imperando, tanto en el terreno como en las casas, ya estén abandonadas o hayan sido restauradas. Sobresale una especie de santuario en la ladera de enfrente, aunque lo que más nos gusta son algunos rinconcitos al lado del río con sus puentes tan encantadores. El color de camelias y magnolias en flor aportan un toque encantador al entorno, en el cual confluyen los ríos Piodão y Chãs.
Tras entretenernos al lado del río, continuamos nuestra marcha hacia Chãs de Egua, ahora en subida. Está prohibido cruzar el puente colgante sobre el barranco.
A mitad de trayecto entre Foz de Egua y Chãs de Egua nos encontramos otra pequeña aldea en un lugar muy bonito, entre terrazas de cultivo. Aprovechamos para comer la empanada a la sombra de los olivos, mientras a nuestro lado, los pocos habitantes del lugar compartían más miradas que palabras. Será que siendo tan pocos, quizás ya se lo han dicho todo, y no tengan muchas novedades que contar.
A partir de entonces, la subida se endurece, entre muros de casas abandonadas. El sonido del río, siempre presente.
Las escaleras no dan tregua en la subida a Chãs de Egua, aunque, ahora sí, el paisaje bien merece el esfuerzo. Estas aldeas perdidas son más bonitas que Piodão.
Los 740 m de altura de Chãs de Egua ejercen de excelente mirador, con bonitas vistas hacia el valle del río Chãs de Egua, casi completamente aterrazado.
Hacer la ruta circular para no regresar por el mismo camino requiere atravesar el pueblo de Chãs de Egua y caminar un rato por la carretera. Las vistas continúan. Sólo que, nos equivocamos. Había que desviarse hacia Pedras Escaldadas, y nosotros seguimos caminando por carretera más de la cuenta.
Así que nos tocó atajar por pistas forestales recién desbrozadas. Eso sí, podíamos ir viendo todo el valle que recorrimos antes. Las aldeítas y sus terrazas agrícolas quedaban allá abajo, inmersas en el valle. Finalmente conseguimos enlazar con el sendero que nos devuelve a Piodão, que seguía a tope de gente, e intensamente iluminada por el sol de la tarde.
Panorámica de la aldea de Piodao
Piodao: Aldeia de xisto
En coche
Terminamos la tarde subiendo en coche al Pico Colcurinho, el más alto de la zona, con 1242 m. Cuentan que en su cima se apreció la virgen y por ello construyeron una ermita. Lo único que podemos asegurar es que brinda una buena panorámica hacia las sierras de los alrededores, Serra da Estrela, Caramulo, Açor, Montemuro. Nos damos cuenta de lo mucho que se ha derretido la nieve desde esta mañana. Es que ha hecho un día casi veraniego, en manga corta todo el día.
Tranquilamente nos desplazamos a nuestro alojamiento en Aldeia das Dez, pasando por Vale de Maceira, es ésta última una aldea de casas blancas que deslumbraban entre el verde de sus alrededores. Su santuario de Nosa Señora das Prendes está construido en estilo típico portugués, fachadas pintadas de blanco con complementos en granito.
Dormir y comer
Alojamiento para los próximos días en Casa do Secolinho (Aldeia das Dez). Amabilidad extrema. Manuel André, el propietario, insistía en obsequiarnos con bebidas de bienvenida y tarta. Se pasó un buen rato facilitándonos información sobre la zona, y detallándonos cada folleto que nos entregaba.
Su casa es un mirador hacia la Serra da Estrela. A pesar de la luminosidad de la luna llena, montones de estrellas brillaban sobre la Serra da Estrela.
Cena: Verandas Verdes, en Ponte de Tres Entradas: La vitela asada estaba regular, pero el bacalhau asado na chapa estaba buenísimo…..y enorme. La tigelada es un postre regional que no olvidamos probar.
Track de la ruta
Descargable para GPS: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=12786806