El paraje de la Rambla de Castro repleta de palmeras es precioso. Constituye un paisaje natural protegido que además contiene vestigios históricos y se emplaza en la costa norte de Tenerife, en el municipio de Los Realejos. Pasaremos por miradores, antiguos fortines, haciendas y restos de ingenios hidráulicos.
Rambla de Castro
El paseo por la Rambla de Castro es muy agradecido, en el que disfrutamos de exuberante vegetación y vistas a la costa de Los Realejos. Los senderos son fáciles de caminar y únicamente hay que tener en cuenta que la bajada desde el Mirador de San Pedro es bastante pronunciada.
Comenzamos la ruta en el Mirador de San Pedro, desde donde la senda se extiende por unos 4 Km hasta la Playa de Los Roques. Este primer mirador nos ofrece una hermosa panorámica del palmeral refugiado en el barranco.
Vista de la Rambla de Castro desde el Mirador de San Pedro
Pasando por la ermita de San Pedro, nos dirigimos en primer lugar por un camino empedrado bastante pendiente a la Casona de los Castro. El trayecto nos obsequia con panorámicas hacia las plantaciones de plataneras que crecen sobre la Playa del Socorro.
Plataneras en Los Realejos
La Casona de los Castro era una hacienda del siglo XVI que el navegante portugués Hernández de Castro construyó en estas tierras que recibió en recompensa por participar en la conquista de Tenerife. Su apellido da nombre a la rambla y a la zona. El vistoso color ocre de la casa de arquitectura canaria contrasta con el verdor de la frondosa vegetación que puebla la rambla.
Atravesamos la hacienda y bordeamos a continuación la costa para acercarnos a la Punta del Guindaste, paseo desde el que disfrutamos de hermosos paisajes costeros de la abrupta costa que abarca la Playa de Castro, Playa de Fajana y Punta Brava hacia el este.
Playa de Castro desde Punta del Guindaste
Tenemos que retroceder para buscar las sendas que recorren la Rambla de Castro, cuyo suelo compactado nos interna entre la exuberante vegetación compuesta por palmeras, dragos, cardones, tabaibas y multitud de especies vegetales.
El Fortín de San Fernando es otro de los vestigios del pasado. Fue construido en el siglo XVIII para defender la costa de los ataques de piratas y estaba dotado de cinco cañones. Sobre el fortín se emplaza otro mirador excepcional hacia esta costa tan verde del norte de Tenerife. Tenemos a un lado la Playa de Castro y al otro la Playa de Gordejuela, encerradas entre acantilados. Enfrente se sitúa el Roque del Camello, roca que emerge del mar con forma de camello.
Playa de Castro
Continuamos nuestros pasos entre la exuberante vegetación que convierte este lugar en un auténtico jardín botánico. Nos detenemos a cada instante para respirar los aromas y fijarnos en los diferentes tipos de plantas que nos rodean. Las copas de las palmeras sobresalen por encima.
Cruzando un puente salvamos un barranco y así llegamos a las ruinas del antiguo Elevador de agua de Gordejuela, tras sobrepasar la Playa Fajana. En nuestro paseo nos encontramos el sendero cerrado por desprendimientos y no pudimos alcanzar las instalaciones del elevador. Las ruinas pertenecen a una vieja instalación hidráulica que se movía con el primer motor de vapor que se instaló en Tenerife a principios del siglo XX. Su función era bombear agua de un manantial, elevándola hacia una zona superior y así utilizarla para regar los cultivos.
Costa de Los Realejos
Senderos del Paisaje protegido de Rambla de Castro
Seguimos por una zona urbanizada para enlazar con el camino costero en dirección a Los Roques. Debido a desprendimientos no pudimos llegar hasta el final. Se trata de un recorrido lineal, por lo que regresamos al punto de inicio en el Mirador de San Pedro, deleitándonos con el paisaje que nos ofrece el palmeral.
Palmeras en la Rambla de Castro (norte de Tenerife)
El Mirador de La Grimona está a escasa distancia, por lo que no desaprovechamos la oportunidad de acercarnos en coche. Se ubica al borde de la carretera y dispone de aparcamiento. Nos asomamos a contemplar las vistas de la Playa del Socorro y la Punta del Guindaste.
Mirador de La Grimona