En Puyuhuapi pasamos dos noches para explorar el Parque Nacional Queulat. Puyuhuapi es una fusión de culturas alemana y chilena. Tras mucho insistir en un día muy nublado, finalmente conseguimos esa visión fantástica del Ventisquero Colgante Queulat.
Desayunando en la Hostería Alemana hemos coincidido con chilenos ya conocidos, con quienes coincidimos en el barco a la Laguna San Rafael, ………un padre y su hijo…………Rosa y Jorge, de Punta Arenas, que derrochan simpatía por cada poro………vamos siguiéndonos los pasos………..además de conocer a nuevos chilenos.
Diez personas estábamos sentadas juntas a la mesa, desayunando y charlando. Nos anotamos nuevas recomendaciones para próximos viajes por Chile.
De Puyuhuapi al Parque Nacional Queulat
La llovizna y la niebla nos van a fastidiar las vistas por los senderos del Parque Nacional Queulat. Pero no nos van a estropear los sonidos, ni los olores, ni los sentidos.
Circulábamos por el borde del fiordo Puyuhuapi, con un misterio especial, la niebla colándose entre las montañas. Y cruzando algunos ríos de fuerza arrolladora, como el Río Ventisquero Chico.
Saliendo de Puyuhuapi, recogimos a un par de chicas que hacían dedo, que resultaron ser de Israel. En realidad, casi todos los turistas extranjeros que nos estábamos encontrando, aparte de argentinos, eran israelitas. El avión de Madrid a Santiago venía cargado de israelitas. Cuando les preguntamos por qué tantos israelitas en Chile, únicamente nos dijeron que en su país les gusta mucho viajar. Ellas acababan de terminar el servicio militar obligatorio y estaban recorriendo Sudamérica por 6 meses. Sólo necesitaban transporte por unos pocos kilómetros, ya que pensaban pasar el día en las Termas del Ventisquero, localizadas en una idílica ubicación al borde del fiordo.
Ventisquero Colgante del Parque Nacional Queulat
A los senderos centrales del Parque Nacional Queulat accedíamos por una estrecha pista entre el bosque siempreverde. Los guardaparques explican los senderos accesibles, previo pago de la entrada al parque.
Sendero Mirador
Comenzamos con el sendero Mirador, el más largo del sector, con 3200 m de longitud. Por un puente de madera cruzamos el río……….¡guau! Fantástico panorama…….la fuerza del río………..el bosque………..y a lo lejos, el ventisquero colgando de la montaña.
Al internarnos en el bosque lluvioso, asistimos de nuevo a un espectáculo natural para la vista y los oídos…………envueltos en la variedad de plantas diferentes que adornan este jardín gigante…………Alerces, coihues, cipreses de las Guaitecas, lengas, canelos, ñires, mañíos, enormes helechos, tepas, enredaderas, musgos, arrayanes, chauras, calafates, zarzaparrillas, botellitas, chilcos, estrellitas, ……………….nombres que ya nos resultan familiares.
“QUIEN NO CONOCE EL BOSQUE CHILENO, NO CONOCE ESTE PLANETA”
Avanzábamos inmersos en el bosque frondoso, selvático, por un sendero en continuo sube y baja, pesado, pero precioso, hundiéndose cada pisada en el barro.
Alcanzamos el mirador, y entre la niebla, apenas divisamos los hielos. El ventisquero colgante queda oculto, pero sabemos que está ahí. El estruendo de los bloques de hielo al desprenderse y caer en cascada no dejan duda. De ahí su nombre, porque Queulat significa «sonido de cascadas».
Envueltos entre la vegetación, la laguna abajo, el glaciar arriba colgando en la montaña………la niebla nos está chafando un panorama realmente espectacular.
Sendero a la Laguna de los Témpanos
Resignados, emprendíamos camino de regreso, otra vez hundiéndonos en el barro, para recorrer otro sendero muy cortito, hasta la Laguna de los Témpanos. Igualmente, la niebla tapa las cumbres y de lo único que podemos disfrutar es de la laguna glaciar, color verde grisáceo, rodeada por vegetación nativa, inalterada.
Siempre hay una parte buena, y es que no incordia ni un solo tábano.
Nos dábamos otra oportunidad yendo hasta el mirador panorámico……………..la niebla seguía sin levantar.
Sendero El Aluvión
Por último, recorríamos el sendero «El Aluvión», que nos ayudaba a entender la potencia del río Ventisqueros, que suena con fuerza. Pasamos entre enormes rocas que fueron movidas por un aluvión que se produjo en 1960, aplastando los árboles que encontraban a su paso, rodando y rodando.
En total, apenas 10 km suman todos los cortos senderitos.
Buscando el mito de la Ciudad de los Césares, José García Alsué, un jesuita, fue el primer hombre blanco en llegar al Valle del río Queulat, en 1767. Ahora, nosotros estamos aquí, sin ver ni rastro de los 1.4 km de la lengua del ventisquero, que ahora queda colgante. Un glaciar en retroceso que, en 1837 llegaba a 100 m de la orilla del mar, y ahora se sitúa a casi 8 km del mar.
Cascada del Padre García
Todavía no teníamos suficiente del Parque Queulat, por lo que, saliendo del sector central del parque, por la tarde estábamos en la Ruta Austral, de nuevo en dirección a la Cuesta de Queulat, y ya era la tercera vez que pasábamos por aquí……….. Volvería a repetirlo una y otra vez.
Nos deteníamos en el cortísimo sendero del Padre García, que finaliza en una potente cascada que se precipita entre la selva. Exuberancia de vegetación y exuberancia de agua.
Esguince de tobillo, un buen disgusto. Volvía cojeando. Un sendero de 200 m ha podido conmigo. Nunca hay que confiarse.
Ventisquero colgante Queulat
Regresábamos cabizbajos por la mala suerte del día. De pronto, miramos al cielo,……….se abre un claro…………se va haciendo más grande…….nos miramos……….no hacía falta ninguna palabra. Sin hablar sabíamos lo que estábamos pensando….…..¡Había que intentarlo! El parque estaba cerrando, pero convencimos a los guardaparques para que nos dejaran pasar.
Y subimos al mirador panorámico……..Cojeando………….pero lo que vimos me hizo olvidar el dolor. ¡Es que somos de un pesado!. Conseguido. El ventisquero Queulat ante nosotros.
Colgando sobre la montaña, caen cascadas desde el glaciar por el paredón, las cuales forman un río que fluye por el valle. Y el bosque, siempre presente.
Puyuhuapi, tradición alemana en Chile
Conducíamos por cuarta vez por el tramo que bordea el fiordo Queulat. Cada vez ha sido diferente, sin niebla, con más niebla, con menos. Y sigue impresionando el cortado en la roca para construir la sinuosa carretera que nos devuelve a Puyuhuapi.
Puyuhuapi es un pequeñísimo pueblo fundado por alemanes y de tradición alemana. Muchos de sus habitantes son ¡chilenos rubios!. El pueblo es una historia de pioneros del siglo XX.
En realidad, sus primeros habitantes llegaron desde la República Checa, procedentes del pueblo de Rossbach, que, realmente, estaba poblado por alemanes. Cuando se instalaron aquí, allá por 1930, acudieron a contratar indígenas de Chiloé para ayudarles en las tareas pesqueras, quienes aportaron sus conocimientos en la navegación y construcción de embarcaciones. Y así se fue fraguando una fusión de ambas culturas, alemana y chilena, que contribuyó al enriquecimiento de conocimientos y costumbres por ambas partes.
Desde que en 1945 un alemán fundó una fábrica de alfombras, la tradición textil continúa en Puyuhuapi. Una mueblería, una cervecería, una lechería y quesería, cada colono fue contribuyendo al desarrollo del pueblo.
Tampoco faltaba en aquellos tiempos una turbina hidráulica para abastecer de energía.
Para dormir y cenar en Puyuhuapi
La Hostería Alemana y su jardín florido.
Para cenar: repetimos en Rossbach. Buenas pizzas y deliciosos kuchen.
Mi tobillo está hinchadísimo y de color azulado. Noche con hielo. El tobillo glaciar: helado y azul.
Tracks de las rutas por el Parque Nacional Queulat
Descargable para GPS: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=6194861