Durante el día recorreremos tramos de la Ruta Austral, aunque desviándonos, tanto al Valle del Mirta, como más adelante, en dirección a Futaulefú, en nuestra ruta hacia la frontera argentina. Acompañarán nuestro día los paisajes patagónicos de lagos, bosques, montañas y el río Futaulefú, a veces bravo y otras veces manso.
Comienza el día en Puyuhuapi
Un grupo de alemanes que se alojan en nuestra hostería de Puyuhuapi nos despiertan temprano con su vocerío. No me extraña que los chilenos digan que los europeos somos ruidosos y hablamos a voz en grito.
En el desayuno probamos la tarta de ruibarbo, que los colonos germanos han hecho clásica en estas tierras, mientras vemos como la suave llovizna no tiene intención de abandonarnos. Un sabor peculiar, con un toque ácido-amargo en contrapunto al dulzor. Me gusta la tarta de ruibarbo.
¡¡Ahora que íbamos a empezar los días de caminatas!!. Mi tobillo se ha convertido en una gran pelota de color violeta. Necesitaría conseguir antiinflamatorios. En Puyuhuapi no hay farmacia, y sabemos que en Futaleufú, nuestro destino final del día, tampoco.
Visitar el centro de salud, “Posta rural básica”, suponía una nueva experiencia patagónica. Esguince de tobillo, anti-inflamatorios y descanso. Me tomo una pastilla, y me acomodo en el coche buscando una posición alta para el pie. Quería que mi tobillo mejorase cuanto antes, e iba a hacer todo lo posible para ello.
De Puyuhuapi a La Junta
Empezaban a abrirse grandes claros cuando estábamos partiendo de Puyuhuapi. Apenas puedo apoyar el pie, tendremos que cambiar planes. La laguna de los Pumas, en el sector norte del Parque Nacional Queulat, tenía buena pinta, pero subir 5 km en continua pendiente sería imposible para mí, y mucho más bajarlos después. Tendremos que dedicarnos a actividades más “soft”.
Saliendo de Puyuhuapi recogemos otra vez a otras 2 chicas israelitas, que llevamos hasta La Junta. Esto está plagado de israelitas…..¡qué cosas, un montón de israelitas en un pueblo de alemanes!. Entendimos el por qué. Una vez finalizado el servicio militar obligatorio, se dedican a trabajar durante unos meses para juntar algún dinero. Casi todos se toman 6 meses de vacaciones antes de comenzar la Universidad. 2 años de ejército obligatorio para mujeres y 3 años para hombres. Al parecer, resulta bastante duro, y necesitan recargar pilas. Nos comentan que los destinos habituales para ellos son Sudamérica, India y Australia. Flipan con los paisajes de Chile, con las montañas, con los bosques, los lagos, con el agua.
Yo les explicaba que en España, lo normal es, primero estudiar, después trabajar, y después viajar. Decían que somos muy apurados, que en Israel hay tiempo para todo. Con 25 años, todavía no han empezado la Universidad.
Las dejamos en La Junta porque ellas seguían camino hacia Futaleufú y nosotros nos íbamos a desviar para conocer el Valle del Mirta.
El Valle del Mirta
Parón por las obras en la Ruta Austral. Dicen que durará una hora, por lo que decidimos acceder al Valle del Mirta desde el Valle del Rosselot, en vez de la desviación directa desde la Ruta Austral.
Un valle precioso…..……también! , con algunas extensiones alteradas por el hombre, convertidas en praderas, y alguna pequeña granja dispersa. Todavía se conserva gran cantidad de arrayanes en flor, coihues y otras especies nativas, que nos dan idea de cómo debió de ser este valle no hace muchas décadas, repletos de árboles, antes de sufrir las quemas de los colonos para convertir los bosques en terrenos despejados.
Reinando en el valle del Mirta, el lago Claro Solar, se rodea de montañas y de vegetación. Otro hermoso lago patagónico, apenas conocido. Al estar fuera de la Carretera Austral……….por aquí no pasa nadie.
De La Junta a Villa Santa Lucía
Circulando de nuevo por la Ruta Austral en dirección norte, nos seguimos maravillando de esta naturaleza que hace que la Patagonia sea uno de los lugares más puros y prístinos de este planeta. Aunque también observamos que un uso indebido de sus recursos, puede convertirse en una amenaza para mantener salvaje este territorio.
Los planes de ensanchamiento y asfaltado de la carretera alegrarán a unos y entristecerán a otros. Todos a quienes preguntamos, estaban en contra. Ellos han elegido vivir en un lugar natural y aislado. No necesitan mayor accesibilidad.
Es fácil percibir la diferencia. En los lugares donde la carretera se mantiene estrecha, la sensación es casi mística……….sientes cómo te envuelve la vegetación. En las zonas donde ya han realizado obras de ancheado, el paisaje pierde parte de su encanto.
De Villa Santa Lucía a Futaulefú
Llegados a Villa Santa Lucía, nos desviamos de la Carretera Austral, para tomar el desvío a Futaulefú, que continúa hacia la frontera argentina.
El Lago Yelcho, abrazado por las montañas, es otro lugar de gran belleza. Resultan patentes los surcos en las montañas, por donde caen cascadas cuando llueve.
El río Futauleufú es el río veloz que nace en el lago Yelcho. Un paraíso a nivel mundial para practicar rafting y kayak en aguas rápidas. Los rápidos que forma el río Futaulefú tiñen de blanco sus aguas color turquesa.
Un kayakista en las aguas rápidas del río Futaulefú.
Tengo que intentar dar unos pasos para conseguir cruzar el puente colgante sobre el río Futauleufú, porque es un lugar precioso, desde donde observar su intenso color azul que contrasta con el verde que lo rodea. Aguas arriba es un tranquilo río. Aguas abajo, el río Futaulefú se enfurece y se agita.
Puente colgante sobre el río Futaulefú
Llegábamos al pueblo de Futauleufú después de visitar otros dos lagos: el lago Lonconao y el lago Espolón. Este último es más bonito, enmarcado entre montañas y con arrayanes floridos en sus orillas. Nos propusimos volver otro día con mejor luz, pero ya nunca más encontramos ocasión.
Lago Lonconao
Lago Espolón
Para comer y dormir en Futaulefú:
- Alojamiento: La Gringa Carioca. Su dueña, una vibrante brasileña, es un encanto.
- Para cenar: Martín Pescador. Delicias como el guiso de liebre o el cordero horneado en pastel de choclo, nos alegraron la noche, mientras coincidíamos con algunos chilenos conocidos en días anteriores. ¡Patagonia, pequeño gran mundo!