Seguimos en Galápagos y dedicamos este día a visitar por libre algunos lugares de las inmediaciones de Puerto Ayora. En Las Grietas me sorprendían los colores de las lagunas durante el paseo a la peculiar hendidura en la que penetra el mar. También es agradable el paseo a Tortuga Bay, que finaliza en Playa Brava y Playa Mansa.
Regresamos a Santa Cruz desde Isabela
Amanecía cuando llegamos al embarcadero de Isabela para coger la “fibra” a Santa Cruz. Varias lanchas parten diariamente de Isabela a Puerto Ayora a las 6 am y a las 15 h, y hay que presentarse unos 20 minutos antes para el registro de equipaje que realizan con el fin de asegurar que no se transporta ningún producto orgánico entre islas, y así proteger la biodiversidad exclusiva de cada una.
El yate no cesa de botar en las dos horas de travesía, aunque yo me vuelvo a dormir y se me pasa volando.
Cuando atracamos en Puerto Ayora, los lobos marinos siguen acaparando los bancos del puerto mientras los grandes pelícanos surcan los aires.
En esta ocasión, en Puerto Ayora nos alojamos en La Posada del Mar, muy cerca del puerto. Menos mal que la habitación cuenta con balcón y podemos poner a secar toda la ropa que hemos traído empapada de Isabela. Tras instalarnos, desayunar y desmarearnos, nuestro primer objetivo se centra en contratar una excursión para el día siguiente y comprar los tickets de la lancha a San Cristóbal para pasado mañana. En realidad, el desmareo nunca es completo. Parece que todo se sigue balanceando todo. Demasiado barco.
Aunque yo tenía fijación por conocer Floreana, todos nos han quitado la idea de la cabeza. No encontramos opción de quedarnos a dormir como yo pretendía, ya que no hay comunicación todos los días. Los tours de un día a Floreana no visitan las zonas interesantes del Parque Nacional, sólo el pueblo y alrededores. Únicamente los cruceros disponen de permisos para visitar la Corona del Diablo y Punta Cormorán. Muchas personas nos han recomendado el tour a Pinzón, así que nos dejamos convencer y ya veremos qué tal resulta mañana.
De momento, disponemos del día para explorar por nuestra cuenta los alrededores de Puerto Ayora relajadamente: Las Grietas y Bahía Tortuga.
Paseo a Las Grietas
El paseo a Las Grietas me ha sorprendido. Sólo esperaba encontrar esa hendidura por la que se cuela el mar y los peces. Se debe coger un taxi acuático para cruzar la bahía de Puerto Ayora hasta Punta Estrada. Es ésta una zona elitista que aloja carísimos hoteles. El sendero de aproximadamente un kilómetro está lleno de sorpresas. Acompañados de cactus opuntia vamos desfilando por lagunas de diferentes colores. Cada una me sorprende más: roja, amarilla, verdosa. De vez en cuando descubrimos alguna zancuda sumergiendo el pico en sus aguas. En pocos minutos alcanzamos la Playa Estrada, una plácida bahía de color aguamarina.
Zancuda en el paseo a Las Grietas
Lagunas de colores en el paseo a Las Grietas (Puerto Ayora)
En Las Grietas, esta hendidura entre las rocas parece el cañón de un río encajonado, y sin embargo se trata de una fractura en la que penetra el mar, arrastrando consigo a unos cuantos peces. Por ello, algunos aprovechan para nadar y refrescarse.
Las Grietas
Continuar ascendiendo por el sendero entre las rocas de lava tiene broche final, ya que se alcanza una hermosa panorámica de la bahía de aguas cristalinas ribeteada de mangles.
Vista de la bahía de Puerto Ayora desde el mirador de Las Grietas
Tortuga Bay
A esta bellísima bahía llegamos tras recorrer a pie el sendero de 2.5 Km que parte del pueblo. ¡Y gratis!. Hay que registrarse al ingresar y salir, ya que se accede al Parque Nacional, y sólo está permitido permanecer hasta el atardecer. Está empedrado y transcurre por el bosque seco costero. Ya nos hemos familiarizado con algunas de estas especies vegetales, como las altas opuntias, los cactus candelabro o los venenosos manzanillos. Entre ellos revolotean pajarillos que entonan melodías.
Al final del sendero se presenta el primer premio. Se trata de la Playa Brava de Tortuga Bay, en cuyo sistema dunar anidan tortugas e iguanas. Una extensa y salvaje playa de arena blanca embestida por el oleaje del Pacífico. Algunos bañistas osan zambullirse en el mar, a pesar de que la bandera roja advierte del peligro.
Playa Brava de Tortuga Bay
Para conseguir el siguiente premio debemos recorrer por completo el arenal. Cuando alcanzamos el otro extremo de la playa, las iguanas marinas nos miran con expectación. Parece que nosotros somos su entretenimiento, más que ellas el nuestro. Mira que son feos estos grandes lagartos arcaicos. De uñas afiladas, cresta punky y piel escamada, son las dueñas de la arena. Se hacen respetar marcando su territorio.
Iguanas en Tortuga Bay
Sólo nos queda caminar unos cuantos metros más entre manglares para descubrir la Playa Mansa. Si su vecina mostraba toda la furia del Pacífico, en este pacífico arenal escondido entre manglares reina la dulzura. El océano se apacigua invitando al baño. Sin embargo, el snorkel resulta poco fructífero, apenas unos peces despistados merodean por estas aguas. En cualquier caso, la playa es muy fotogénica, y podría ocupar el escaparate de una agencia de viajes. Mi perspectiva preferida es la que se obtiene desde el pequeño acantilado volcánico poblado de grandes cactus opuntia.
Playa Mansa de Tortuga Bay (Puerto Ayora)
Regresábamos dispuestos a encaminarnos al Centro Darwin, cuando, al girar de nuevo hacia Playa Brava, nos fijamos en una especie de laguna marina delimitada por un cordón de rocas de lava. Media docena de bañistas practicaban snorkelling en el reducido espacio. Y nos picó la curiosidad. Pronto se nos olvidó la visita al Centro Darwin; quedará para otro día.
El pequeño arrecife nos ofrecía enormes bancos de peces diferentes, pequeños, pero cientos y cientos, con una transparencia asombrosa. Los de ojos azules y labios amarillos eran un poco cómicos. No paraban de lanzar besitos y al mismo tiempo mirar con cara de mala leche. Pero además merodeaban varias tintoreras, pequeñas, eso sí. Sin embargo, los mejores momentos nos los ofrecían los adorables piqueros patiazules. Qué excitante ver cómo se lanzaban en picado al mar para pescar. A veces parecía que se iban a lanzar contra mí, pero ellos tenían claro su objetivo.
Snorkel en Tortuga Bay
A última hora de la tarde la playa Braya nos dejaba su cara más fotogénica. Aunque había que marchar, ya que la zona tiene hora de cierre, nos hicimos los remolones para caminar por la playa con calma.
Atardecer en Playa Brava de Tortuga Bay
Cenamos de nuevo en Il Giardino, donde siempre hay mucho ambiente. Unas hamburguesas nos sentaron de maravilla después de tanto pescado y marisco. Y por supuesto unos helados en Galápagos Deli. Yo diría que son los mejores en la isla.
ESTA ETAPA PERTENECE AL VIAJE: Galápagos y Ecuador