El Parque Nacional del Archipiélago de La Maddalena se sitúa al noreste de Cerdeña y consta de docenas de islas e islotes. Exploramos en coche los paradisíacos rincones de la Isla de Caprera y la Isla Maddalena, recorriendo calas y costa de rocas, tras cruzar en ferry desde Palau.
Cómo llegar a la Isla Maddalena
Las principales islas del Parque Nacional son visibles desde la costa nordeste de Cerdeña y se puede acceder en ferry desde Palau a la isla principal, La Maddalena, que está permanentemente habitada, mientras que la Isla Caprera está comunicada por carretera con la anterior. En verano se organizan excursiones en barco para visitar los encantadores rincones que encierran estas islas.
El ferry a la Isla Maddalena zarpa de Palau cada media hora y tarda quince minutos en llegar a la isla. 37 € por el coche y 2 personas ida y vuelta. Hay muchísima frecuencia de horarios. En otoño, el ferry va casi vacío.
La navegación es tranquila y disfrutamos del paisaje marítimo que nos muestra la costa de Palau y de las islas.
Al desembarcar en La Maddalena nos damos cuenta de que esta pequeña ciudad es mucho más señorial y su corte es más italiano que los centros vacacionales de la costa del noreste de Cerdeña. Los elegantes edificios ocupan la fachada marítima.
Ferry a la Isla Maddalena de Cerdeña
Isla Caprera
Nuestro primer objetivo es dirigirnos a la Isla Caprera, unida por un puente con la Isla Maddalena. La distancia desde la ciudad es de apenas 2 ó 3 Km.
Caprera es más pequeña y está prácticamente sin urbanizar. La isla está llena de senderos naturales para explorarla a ritmo tranquilo y silencioso. Es una isla idónea para recorrer en bici, gracias a su relieve plano y caminos de tierra.
El Sendero 1 parte después del puente y conduce al pueblo de Stagnali en un itinerario lineal de 3 Km. Aquí nos mezclamos con la vegetación mediterránea perenne de pequeños arbustos. Pasamos por un par de calas, auténticos remansos de silencio y paz. Las tranquilas aguas reflejan las rocas que las rodean y las nubes que adornan el cielo. La pequeña bahía se sitúa frente a Maddalena.
Isla Caprera
El poblado de Stagnali es diminuto, con calles de tierra, pequeño embarcadero, pequeña iglesia, unas cuantas casas y un centro de educación ambiental.
Vegetación del Parque Nacional del Archipiélago de La Maddalena
Continuamos nuestro itinerario por la Isla Caprera, siguiendo la carretera que pasa por la bahía de Porto Palma, donde fondean los veleros.
Bahía de Porto Palma en la Isla Caprera
El asfalto se acaba en un estrechamiento de la isla, junto a Cala Portese. Aquí se encuentra la playa Due Mari, de blanca arena, tan fina como harina, aunque cubierta por posidonias muertas. Se orienta hacia mar abierto, por lo que es más venteada y soporta cierto oleaje.
Playa de Due Mari en la Isla Caprera
Preguntamos a un guardia del Parque Nacional si se permitía circular por la pista de tierra, y ante la respuesta afirmativa, continuamos por ella en coche, bordeando la bahía frente a la Isola Porco para dirigirnos a Punta Rossa. La pista finaliza junto a lo que parecen unas instalaciones militares abandonadas. El lugar nos llama la atención y curioseamos un poco para entretenernos con los cormoranes pescando y una garceta blanca luciendo tipo.
Punta Rossa en la Isla Caprera
Spiagia dell Relitto está cerca (creo que también se conoce como Cala Andreani). Hay aparcamiento al final de la pista de tierra que se desvía allí. Es una bonita playa de arena blanca y aguas turquesas expuesta al viento. Sobre la arena estaba instalada una mesa del Parque Nacional atendida por una chica que nos explicó montones de sitios para visitar a pie y en coche en las islas de Caprera y Maddalena. Estaba claro que no íbamos a tener tiempo en nuestra visita de sólo un día. Necesitaríamos al menos 3 ó 4 días.
Spiagia dell Relitto en la Isla Caprera
Regresamos al coche para proseguir nuestra exploración. Un sendero recorre el norte de la isla en 5 horas, llevando a calas paradisíacas, como Cala Caparese, Cala Napoletana, y la costa pedregosa de Batteria di Candeo. La costa norte es rocosa y un pequeño macizo ofrece un par de puntos panorámicos que se pueden alcanzar mediante unos senderos de 200 m. El Memorial Museo Garibaldi se ubica junto a unas baterías militares en zona alta, ofreciendo una vista del archipiélago desde este entorno rocoso.
Norte de Isla Caprera
Regresamos por la carretera entre pinos hasta cerca del puente para coger otra carretera que lleva a Cala Garibaldi. Los últimos 800 m son de tierra. El entorno agreste de grandes rocas graníticas y vegetación mediterránea autóctona es bastante atractivo. Sin embargo, las instalaciones militares, jabalís merodeando y mascarillas colgadas en las ramas de arbustos afean el lugar y por eso no lo considero muy recomendable.
Isla Maddalena
Dejamos Caprera sin ver cabras y cruzamos el puente para recorrer la Isola Maddalena. Seguiremos las indicaciones que nos ha dado la chica que encontramos antes en la playa y vamos en primer lugar a la Isola Giardinelli, que está unida a La Maddalena por carretera. Ahí se emplaza la Testa (o Capocchia) del Polpo y una bahía preciosa de aguas turquesas. En el puerto Garibaldi aparcamos para seguir a pie. El camino a la roca Capocchia del Polpo y a Spiaggia di Giardinelli es de unos 4 Km, muy fácil de recorrer a pie por pistas, excepto la parte circular de la punta que son senderos estrechos, pero sin ningún problema. Todo es llano y transcurre al lado del mar.
Isola Giardinelli
El paisaje costero es espléndido. Estas calas de aguas bicolores, azules y turquesas, con formaciones rocosas, son maravillosas. Enfrente se halla la Isla Caprera que por esta cara muestra su cordón rocoso. La Capocchia del Polpo (Purpu) es una gran roca granítica a orillas del mar. Bordeamos la costa hasta llegar a la playa Giardinelli. No es muy atractiva. Es mucho más bonita la otra zona frente a Caprera, sobre todo por el precioso color del agua, al menos a estas horas.
Testa del Polpo
Spiaggia di Giardinelli
Regresamos al coche y nos disponemos a recorrer la Strada Panorámica de la Isola Maddalena. Al borde de la carretera está la playa Spalmatore. Nos fijamos en la roca con forma de cabeza.
Playa Spalmatore en Isla Maddalena
La meteo dice que lleva todo el día lloviendo…………como para fiarse.
Paramos en cada playa. Es una gozada con estos 22 ºC de finales de octubre. No hay nadie. Qué tranquilidad.
Isla Maddalena
Una de las playas más bonitas es Monte d´Rena, que tiene una pequeña duna rampante.
Playa de Monte d´Rena en Isla Maddalena
Otra es la playa de la Trinitá. Es una sucesión de pequeñas calas unidas por un sendero. La zona es preciosa. Me llamó especialmente la atención una pequeñísima playa de arena blanca rodeada de rocas rojas. Un paisaje de arena, rocas, mar y vegetación dunar.
Playa de la Trinitá en la Isla Maddalena
Continuando por la carretera panorámica vamos hacia Guardia Vecchia por la zona alta divisando la ciudad de Maddalena y la Isla Caprera. La carretera gira, y a continuación nos ofrece los paisajes del lado más agreste de la isla. Paramos en otro mirador, entre caso hacia la costa rocosa de Cala L’Inferno. Desde lo alto divisamos esta costa que es bastante rasa.
Mirador de Cala L’Inferno
Descendemos a Cala Francese. Desde la carretera hay 1 Km por pista de tierra y se puede circular en coche. El paisaje resulta impresionante, casi extraterrestre. Rocas de granito rojizo componen estos paisajes de Cala Francese y Bahía Carlotto, que encierran aguas turquesas, azules y verdes, auténticas piscinas naturales.
Cala Francese en Isla Maddalena
Una pareja canta en el altar de la virgen, la Madonetta, y los cánticos resuenan en el peculiar y solitario paraje, resultando unos momentos casi sobrenaturales. Podríamos estar mucho tiempo explorando este lugar, donde los cormoranes son los reyes. Están a un par de metros de nosotros y ni se inmutan.
La Madonetta
Tenemos que regresar para coger el ferry de vuelta. La ciudad de Maddalena está muy cerca, pero las obras en la carretera del puerto nos obligan a dar un rodeo por la zona alta. Hay un par de miradores estupendos sobre la ciudad.
Llegamos a la ciudad de La Maddalena con tiempo justo para tomar unos helados mientras echamos un vistazo a un par de calles de edificios pintados en tonos pastel. Los helados de la heladería artesanal al lado del hotel Excelsior están de escándalo.
Por la mañana ya habíamos comprado los billetes del ferry de vuelta, por lo que nos situamos directamente en la fila de embarque de vehículos.
La navegación al atardecer es preciosa, mientras contemplamos la puesta de sol y el cielo se tiñe de matices anaranjados y rojizos sobre las islas del archipiélago y la costa de Palau.
La Maddalena
Tenemos 40 minutos en coche hasta Olbia, donde nos quedamos un par de noches. En verano sería mejor quedarse en un pueblo costero, pero en temporada baja está casi todo cerrado y muy muerto. En las ciudades encontramos más animación.