Toca despedirnos de Mafate y sentir la añoranza de todas las experiencias vividas en los últimos días. El Col du Taibit nos separa de la civilización, y nos obsequiará con las últimas vistas al circo de Mafate, y nos presentará el circo de Cilaos, el destino final de esta etapa de la Gran Travesía de la Isla Reunión. De Marla a Cilaos.
Amanecer en Marla
Los animales anuncian la llegada de un nuevo día. Pollos y perros parecen comunicarse entre ellos, y sus saludos resuenan en el recogido espacio en el que se asienta la aldea de Marla. Los primeros rayos de sol comienzan a iluminar las montañas y nos presentan un escenario muy diferente al de ayer por la tarde.
Mafate nos ha mostrado todas sus caras. Algunos días, el sol ha sido implacable y hemos sudado de forma inimaginable. La lluvia nos ha empapado en otros momentos. La niebla ha ocultado sus intrincadas formas, las cuales, en otras ocasiones se mostraban radiantes con la luz del sol. Hemos bajado a sus barrancos, hemos subido a sus montañas, hemos saboreado cada paso. Hemos cruzado sus ríos, hemos palpado el sabor de sus aldeas aisladas. Nos hemos extasiado ante la exhibición de panoramas quebrados, insólitos.
La espinita que se me queda es la idiomática. Mi limitado uso del francés me ha impedido comunicarme más fluidamente con sus habitantes y comprender en mayor profundidad su modo de vida.
Hoy, casi todos los excursionistas nos dirigimos a Cilaos. Sólo unos pocos han decidido quedarse otra noche en Marla para hacer una excursión a La Nouvelle y bañarse en el río. La verdad es que me dan cierta envidia. Me ha encantado Mafate y me quedaría tan a gusto un día más sin wifi.
De Marla al Col du Taibit
Pero, en fin, el Col du Taïbit nos separa del progreso. Con el sol en lo alto y las nubes empezando a anunciarse sobre las montañas, emprendemos la marcha del día. Como siempre, somos de los últimos en partir, y me siento un rato a contemplar las montañas que encierran el circo volcánico, con la quietud que concede una aldea en la que ya los demás han partido.
Último día también de cargar tanto peso. Era mi mayor reto. ¡Cuánto he echado de menos a Rajan!. Cuando empezamos, no sabía si sería capaz de conseguirlo, y ahora, la mochila ya forma parte de mí, aunque la verdad es que estoy deseando deshacerme de ella. Pero, por otra parte, no me querría marchar todavía.
La caminata del día comienza poniendo a prueba las fuerzas de nuestras fatigadas piernas, pues la subida arranca en Marla. El primer objetivo es ascender al Col du Taïbit, que nos requiere ganar 400 m de desnivel de buena mañana, desde los 1650 m de Marla a los 2080 m del collado.
El sendero transcurre en medio de un bosque que, de vez en cuando, nos deja ver las últimas imágenes de Mafate, que nos ha gratificado con tantas sensaciones electrizantes.
Col du Taibit
Obtendremos la última estampa de Mafate desde el Col du Taïbit. En este punto, el panorama es impresionante. Este collado separa los circos de Mafate y Cilaos. Logramos divisar ambos desde aquí, a más de 2000 m de altura.
Vistas desde el Col du Taibit hacia Marla y Mafate
Distinguimos también la aldea de La Nouvelle, que toma asiento sobre un pequeño collado del circo de Mafate.
Vistas desde el Col du Taibit hacia Cilaos
El Col du Taïbit separa también el aislamiento y la vida primitiva de Mafate, de la civilización y la elegancia de Cilaos. Distinguimos la ciudad de Cilaos en medio del circo volcánico rodeado de montañas. Hacia allá iremos. Será nuestro fin de etapa.
Y así nos despedimos de Mafate y de su voluptuosa escenografía.
Bajando del Col du Taibit al circo de Cilaos
Nos espera la civilización, que alcanzaremos no sin fatiga. Porque, la bajada es bestial y cansa más que subir. Millones de escaleras nos llevan por diferentes tipos de bosque. Los escalones del Annapurna me siguen pareciendo de juguete. Estos no dan descanso.
Allí, bajando, nos cruzamos con el cartero de Mafate, que subía con la saca llena. Un auténtico atleta, que cada semana se recorre casi 100 kilómetros a pie, subiendo y bajando aquellas cuestas de vértigo, de aldea en aldea. No me extraña que no existan carreteras en Mafate. Con semejante orografía, se necesitarían unos viaductos que romperían todo su encanto.
La vegetación es tan diversa y diferente que no soy capaz de reconocer la mayoría de especies. Los pajarillos se mueven de rama en rama. A nosotros nos va machacando el calor.
El que llaman “bosque de colores” no me parece que tenga tantos colores, aunque el suelo está tapizado de hojas rojas, verdes y amarillas. Colorido sí que aportan las flores, bastante menudas para estar en un lugar tropical.
Estamos a pocas horas de las comodidades de la vida moderna. Café expreso, helados, enchufes, televisión, wifi………nos esperan. Podremos recargar baterías, ducharnos en agua caliente aunque esté nublado, y enterarnos de lo que ha pasado en el mundo en la última semana. Pero ya no se exhibirán más ante nosotros esos paisajes irregulares de Mafate, ni contemplaremos sus cielos tan estrellados en las oscuras noches carentes de iluminación artificial.
Caminando por el circo de Cilaos
Tras varios días sin ver una carretera ni un coche, desembocamos en la carretera que conduce de Cilaos a Ilet à Cordes. Podríamos esperar el autobús y viajar cómodamente a Cilaos, pero……………. eso sería de cobardes. Nos envalentonamos exprimiendo nuevas fuerzas de nuestras fatigadas piernas para cubrir las últimas dos horas y media de caminata, que, como sospechábamos, no van a ser llanas y no van a faltar escaleras.
Ahora estamos en el circo de Cilaos, y, aunque su orografía no es tan dramática como en Mafate, aquí también todo sube y baja. Nada es llano. Y así, sin descanso, bajando, subiendo, y volviendo a bajar, llegamos a orillas del río Rivière del Bras de Cilaos, después de maravillarnos una vez más con los paisajes de la Isla Reunión.
Realmente impresionante recorrer estos valles profundos, observando cómo las nubes abrazan las montañas. Y ahora, además, divisamos el Océano Índico a lo lejos.
Es sábado y al lado del río se juntan locales y caminantes. Agradable zona de recreo para bañarse en un entorno prístino y natural. No podemos resistirnos a medio bañarnos en el remanso del río. Meter los pies en el agua después de tanto trote es un placer indescriptible.
Después de tan relajantes momentos sienta como una patada la subida que viene a continuación. Pero hay que llegar a nuestro destino. Penosamente ascendemos las escaleras por el bosque oloroso que nos traslada a Cilaos.
La civilización ya está aquí y nos lanzamos como posesos a una heladería. ¡Qué calor hemos pasado y qué duro ha sido!, pero………….desde luego, La Reunión es un lugar en el que caminar tiene premio.
Resumen de la etapa
- De Marla a Col du Taïbit: continua subida
- Desde Col du Taïbit a la carretera: continua bajada
- De la carretera hasta Cilaos: subida, bajada, nueva subida…..rompepiernas al sol.
Dificultades
- El calor
- Las últimas subidas a Cilaos, después del cansancio acumulado en varios días. Nada más y nada menos que 6000 m de desnivel de subida en 6 días, y otro tanto de bajada, con unas pendientes brutales.
Lo mejor
- Las vistas desde el Col du Taïbit hacia Mafate y Cilaos.
- Las vistas del circo de Cilaos después de cruzar la carretera, durante el penúltimo ascenso desde el sendero que bordea la ladera frente al Piton des Neiges.
Para comer y dormir en Cilaos
Hotel Tsilaosa: He elegido un hotel con jacuzzi. Qué menos que ese capricho después del esfuerzo. Bonito y céntrico edificio de arquitectura criolla, donde nos miman nada más entrar. Aunque nos quedamos un par de noches en Cilaos, sólo tenían habitación para la primera noche, por lo que mañana tocará cambiar de hotel.
Hotel Des Neiges: aquí pasamos la segunda noche en Cilaos.
Restaurante Les Platanes. La comida criolla está rica pero es muy repetitiva. Apetecía algo diferente y sin carne, o sea que, optamos por las pizzas, que preparan muy ricas.
Hotel Tsilaosa
Hotel Des Neiges
Track de la ruta de Marla a Cilaos por el Col du Taibit
https://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=15595757
ESTA ETAPA PERTENECE AL VIAJE: Isla Reunión: trekking, coche y helicóptero