Kruger: Olifants, Letaba y salida por Phalaborwa SUDAFRICA - KRUGER


En nuestro último día en Kruger recorreremos el corto trayecto que separa Olifants de Letaba. Paisajes en los que los ríos son protagonistas tanto como la fauna que acude a refrescarse en ellos.

Nos despediremos de Kruger saliendo por Phalaborwa, para dirigirnos a continuación hacia el paisajístico Blyde River Canyon.

Despertar en Olifants Rest Camp

Amanecer en Olifants

Dos impalas se paseaban a nuestro lado, entre las cabañas del Olifants Rest Camp..………esto de las vallas electrificadas no parece del todo efectivo………….

Pensándolo un poco, los días anteriores parecíamos histéricos a la búsqueda de animales. Menudos madrugones. Nuestro último día en Kruger era para tomarlo con calma y disfrutar del entorno del río Olifants. No apetecía nada marcharse y abandonar las vistas desde la cafetería.

De Olifants a Letaba

Por la pista de tierra que conduce de Olifants a Letaba siguiendo el curso del río Olifants, algunos miradores nos permitían disfrutar de la estética de estos parajes salvajes. Los cocodrilos nadaban a contracorriente y los hipos mitigaban el calor bajo el agua. Grandes aves picoteaban junto al río.

Paisajes arbolados de rojiza tierra arcillosa.

Junto a un viejo baobab desnudo, un amigable bichito lucía tipo posando ante la cámara. Más adelante, dos impalas machos se enzarzaban en una pelea, cuernos contra cuernos.

Una emancipada tortuga avanzaba bajo el sol africano sin ni siquiera levantar la cabeza para saludar.

Letaba Camp

En Letaba conocíamos un nuevo río, de los 5 que atraviesan el parque. Desde Letaba Camp son bastante bonitas las vistas sobre el río de arena. Los elefantes empezaban a acudir a remojarse para sofocar un nuevo día de calor.

El coche se merecía un buen lavado, y, mientras tanto, nosotros un café helado, estirando las piernas por el paseo junto al río.
Elefantes al agua………..siempre la familia unida……….cruzando el río.

De Letaba a Phalaborwa

El río Letaba nos dejaba casi las últimas imágenes de Kruger.

En dirección a Phalaborwa nos íbamos despidiendo de jirafas, elefantes, impalas, y compañía. A estos herbívoros les gusta refugiarse en las áreas boscosas.

Los árboles estaban preciosos vestidos de otoño. Cuando la carretera ganaba alguna ligera elevación, podíamos apreciar la gran extensión de bosque, y la bonita combinación de colores que componía la superficie de las copas de los árboles, todos de similar altura, de rojos, amarillos y verdes.

También en Nhlanganini se refrescaban los elefantes, bebían y se duchaban.

A este elefante se le notaba muy tranquilo, y nos inspiraba la suficiente confianza para saltarnos la norma de los 60 metros de distancia de seguridad y acercarnos más de la cuenta.

¡Adiós Kruger!! Unas cuantas horas antes de lo previsto, abandonábamos el parque. No tenía sentido aprovechar todo el día dentro del parque, como planeábamos en un principio. El calor adormilaba a los animales, y a nosotros nos sofocaba. Bueno, y también porque nos sentíamos prisioneros dentro de un cacharro metálico con ruedas.

Los animales quedaban relegados a su espacio entre vallas electrificadas. Pensándolo bien, no deja de ser una jaula gigante.

De Phalaborwa hacia el Blyde River Canyon por el valle del río Olifants

En la puerta de Phalaborwa, tras mostrar el ticket de salida que nos habían entregado en el último alojamiento, ya estábamos fuera del parque. Picnic, y carretera adelante.
Toda el área adyacente a Kruger está constituida por reservas privadas. Ahí también uno puede montarse un safari, mediante un paquete organizado y guiado. Eso sí, a un precio considerablemente diferente, y también con una libertad diferente.

El paisaje seguía siendo arbolado por el valle del Olifants. En lo único que se diferenciaba de Kruger era en que ya no se nos acercaban los impalas, no se cruzaban cebras, ni jirafas alargando sus cuellos para alimentarse de las ramas de los árboles, ni elefantes agitando sus orejas. Y el relieve empezaba a cambiar………….las altas elevaciones rocosas se asomaban al fondo.

Las vestimentas color camuflaje se habían quedado en Kruger: caquis, marrones, verdes. Fuera de Kruger, en el mundo para humanos, el alma africana se mostraba en coloridas ropas, coloridos mercados, y coloridas buganvillas en flor. También las montañas parecían querer estar en consonancia, y la luz de la tarde intensificaba los colores de las rocas: rojizos, amarillos, ocres, sintonizaban con el verde de los árboles que trepaban por las escarpadas laderas.

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Y el río Olifants acompañándonos, excavando el valle a su paso. La carretera ascendía y se curvaba, adaptándose a las ondulaciones del terreno.

 

ESTA ETAPA PERTENECE AL VIAJE: Sudáfrica, Lesotho y Swazilandia

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