Hoy llegaremos hasta Skukuza, pero antes nos esperan unas cuantas emociones de safari por Kruger. Todavía era de noche cuando avistamos aquel leopardo de piel brillante durante el Sunrise Drive en Lower Sabie. Después, nos dedicaremos a conducir en busca de animales por nuestra cuenta, en un día de mucho calor. A Skukuza llegaremos después de vivir imágenes de documental.
Sunrise Drive en Lower Sabie
Más dormidos que despiertos nos presentábamos a las 5 de la madrugada para iniciar el Sunrise Drive en Lower Sabie. Junto con otros cuatro madrugadores más nos montamos en el camión 4×4 abierto, bien abrigados para soportar el frío del movimiento en la noche.
Kruger nunca duerme.
Iluminábamos con grandes linternas la oscuridad de la noche en busca de animales salvajes.
Fui yo quién descubrió al leopardo, agazapado al borde del camino. Lo teníamos cerquísima. ¡Qué piel tan tersa y brillante! Su mirada felina se clavó en nosotros. No le debimos de gustar…… ¡Claro!, teniendo a su alcance a sabrosos y prietos impalas, quién va a querer zamparse unos insípidos turistas!!
Cruzaba la carretera estirando su cuerpo alargado y luciendo piel, caminando con coqueteo. Debió de olisquear a los impalas que estaban al otro lado y se acercó a echar un vistazo……….. No debían de ser de su tipo porque sólo demostró indiferencia. Volvió a cruzar la carretera, y se marchó a la carrera. Tipo solitario.
Poco después amanecía, a eso de las 6, y llegaba el turno de jirafas, cebras, chacales, facoceros, ñús, elefantes, rinocerontes, kudús, animales sin identificar, y los omnipresentes impalas. También las aves se iban despertando. Los buitres creaban estampas apocalípticas, apoyados sobre las ramas de los árboles desnudos. Bastante más pequeños eran los pájaros de colores, azules, naranjas, rojos, verdes, o los de cola alargada, o de pico de periquito.
El laguito Sunset, junto a Lower Sabie Rest Camp, era el punto de encuentro de numerosas aves. También se bañaban los hipopótamos y se secaban los cocodrilos tumbados en las orillas.
Tras 3 horas de safari guiado, la temperatura iba subiendo, y nosotros muertos de sueño. Café comprado en la cafetería y desayuno a la sombra en la terraza del bungalow, apurando los últimos momentos hasta el límite del check-out, escuchando los gruñidos de los hipopótamos.
Listos para empezar el safari en Kruger por nuestra cuenta.
En Mlondozi Dam, dos familias de elefantes trataban de cruzar el agua, y a ello se lanzaban. Igual que en los documentales, ……… en fila india………..primero se acercaba un adulto, después 2 bebés, y cerraba la fila un adulto. Otros 2 adultos y una cría permanecían al otro lado. Después se decidía el último bebé, al borde del ahogamiento, seguido por un adulto. Finalmente, el último adulto se daba un buen baño, tomando agua con la trompa y arrojándosela por encima.
Los hipopótamos, inmutables, sumergidos en el agua. Demasiado calor para ellos.
También acudían a beber diversos tipos de antílopes, y se paseaban por la orilla.
Mientras tanto, un grupo de turistas preparaba una barbacoa………..y no eran más que las 11 de la mañana. En realidad, uno la preparaba y los demás esperaban sentados, charlando animadamente. Los niños se lo pasaban bomba, entre la barbacoa y los bichos.
Este lugar es un mirador estupendo. Su vegetación es bastante diferente al resto del parque, aquí crecen cactus arbustivos.
Continuando camino, varias pandillas de elefantes comían y bebían en el río Sabie. Otros se hacían carantoñas bajo un árbol. Los elefantes se pasan las 24 horas del día comiendo.
En el lago Sunset, la actividad no cesaba. Cocodrilos e hipopótamos se refrescaban bajo el agua. Los animales acudían a beber, y dudaban si acercarse o no al agua ante la amenaza de los cocodrilos.
Más tranquilas estaban las aves, algunas incluso se paseaban por los lomos de los cocodrilos. Algunos pelícanos revoloteaban y después tomaban tierra, chillaban escandalosamente y caminaban con las alas desplegadas con total chulería, intentando llamar la atención……….esos, seguro que buscaban lío. Alguno terminó ligando. Estábamos delante de un documental que no tenía fin.
Los elefantes bloqueaban la carretera. No nos dejaron pasar hasta que a ellos se les antojó. ¡Cualquiera se enfrenta a ellos! Son los amos. Con su gran envergadura no tienen rival, y marcan su territorio.
La mayoría de coches no respetaban la recomendación de mantener una distancia de seguridad mínima de 60 metros con un elefante, y nunca interponerse en su dirección de marcha. Veíamos como algunos vehículos pasaban instantes de apuro. Los elefantes te avisan, primero mueven las orejas, después el rabo, pero en cuanto los cabreas, van a por tí.
Parecía el día del elefante. Aparecían por todas partes, siempre protegiendo a sus crías con máximo cuidado.
Ya teníamos ganas de estirar las piernas cuando llegamos al área de picnic Nkhylu, en un enclave muy agradable. Como no, más elefantes. Un numeroso grupo avanzaba en hilera al otro lado del río. Parecía que se iban a reunir con otro grupo que los esperaba más adelante.
Llegamos a Skukuza Rest Camp
Pasado el mediodía, el calor era insoportable. Y…….. en éstas, llegábamos a nuestro próximo alojamiento, Skukuza Rest Camp. Yo había elegido un bungalow al lado del río, que estaba genial, mejor que el anterior en Lower Sabie, incluso con microondas y TV.
Tras comer en la terraza y descansar un rato mirando al río Sabie, pensábamos seguir conduciendo, pero………tanto tiempo dentro del coche………….el aire acondicionado de la habitación…………….el madrugón………….a veces es mejor no resistirse a la llamada de la siesta.
Los elefantes nos visitaban a última hora de la tarde en Skukuza. Justo frente a nuestra terraza se acercaban a refrescarse en el río. Tremendo calorazo.
No teníamos intención de volver a conducir en lo que quedaba de tarde. La idea era quedarnos en Skukuza, viendo la puesta de sol junto al río. Pero……… el sol iba retrocediendo en sentido contrario. Era necesario conducir apenas unos pocos kilómetros para contemplar la enorme bola de fuego rojiza, y las llamaradas que iban enrojeciendo el cielo. Espectacular puesta de sol africana!
Las noches de Kruger huelen a brasa y a barbacoa. No iba a ser diferente en Skukuza. Al restaurante abierto sobre el río llegaban los bufidos de los hipopótamos. La camarera debía de ser la mujer más alegre de Sudáfrica, canturreando y riendo de la mesa a la barra en cada visita. Sus ojos verdes destacaban sobre su negra piel y entre la negra noche. Cena carnívora con estofado de ciervo.
Acabo de regresar de mis vacaciones en el Kruguer. Recorrimos cada camino del sur x 7 días. Leerte me hizo volver ahí. … gracias
¡Qué bien Silvia! Nada más y nada menos que 7 días en Kruger. Me alegra que lo hayas disfrutado.