De nuevo en Katmandu NEPAL - KATHMANDU


Mis sueños todavía se balanceaban sobre una hamaca de la selva peruana cuando Valeria me propuso viajar a Nepal. No necesité ni media hora para decidirme. Y así se empezó a forjar mi segundo viaje a Nepal. Pocos meses después estábamos aterrizando en Katmandu.
Un país en el que las montañas vienen de serie.

Nos reencontraremos con las ciudades históricas de Kathmandu y Bhaktapur. Pasaremos por el pueblo newar de Bandipur en nuestro camino a Pokhara. A orillas del lago de la hippy Pokhara nos relajaremos antes y después del trek al Santuario de los Annapurnas, anfiteatro montañoso que algunos consideran uno de los lugares más hermosos del mundo. En definitiva, viviremos experiencias que nos harán desear volver.

Desde el aire, todo me parecía igual a como lo recordaba. Algo más seco, eso sí. La hilera de gigantes montañas nevadas al fondo, los cauces de los enormes ríos que descienden hacia los valles, las terrazas agrícolas escalando por las colinas que rodean el valle de Kathmandu, el revoltijo de humildes viviendas….

En Katmandu no han cambiado mucho las cosas después de aquel anterior viaje a Nepal. Las calles siguen abarrotadas y ruidosas, el tráfico continúa infernal, los amasijos de cables entrecruzados…. Los nepalíes siguen poniendo buena cara a la vida. Parece que todo sigue igual, pero, no……….

A algunos monumentos les faltan paredes, columnas o tejados. Es lo de menos. A muchos nepalíes les falta algo……….o su familia, o su casa, o su escuela…….A nosotros nos falta Nabaraj, que ha tenido que emigrar a Dubai, y nos ha privado de volver a compartir con él las aventuras que nos esperan.

Me da la impresión de que el pueblo nepalí se ha puesto en pie, decidido a salir adelante por sí mismo, sin esperar que sean las divinidades o las ayudas extranjeras quienes lo hagan por ellos.

Aunque siguen rindiendo ofrendas a sus dioses en los innumerables altares que se desperdigan por toda la ciudad, parece que la normalidad ya no consiste principalmente en rezar y observar. Hombres, mujeres y niños acarrean escombros, cargan fragmentos de terracota, manejan pico y pala. Esas son las imágenes que presenta cualquier rincón, convertidas ya en la cotidianidad de Katmandu.

Sin duda, el reloj de Kathmandu sigue en marcha. Sus manecillas no han parado de girar, al igual que los nepalís no han dejado de hacer trepidar las calles.
Sólo faltan los extranjeros. Faltan turistas que llenen los restaurantes y las tiendas, que visiten los monumentos históricos. Faltan montañeros de coloridas ropas que compartan color con las banderas de oración desplegadas por el Himalaya.

De los vendedores ambulantes ya no es tan fácil librarse, mucho más persistentes cuando descubren unos rostros pálidos entre la muchedumbre. Antes no necesitaban insistir. Sabían que inmediatamente encontrarían otros turistas….y otros….y otros. Ya no es así, y nos persiguen hasta la saciedad, por mucho que les digas: “No shopping”

Calles de Katmandu

En la Plaza Durbar se han desmoronado varios templos. En el palacio real observamos importantes destrozos; está acordonado y no es visitable. Ladrillos apilados, cascotes y montículos de arena se esparcen por doquier. Pero, la plaza sigue siendo un lugar de encuentro. Las gentes siguen instalando sus puestecillos en el suelo, bajo lo que queda de los edificios monumentales.
Siguen cobrando entrada a los turistas. Sin embargo, no parece que la reconstrucción de los monumentos sea una prioridad por el momento, o al menos no vemos rastro de obras.

Aunque afirmado con maderos, el palacio Kumari permanece en pie, y aglutina la atención de visitantes, quienes admiran las tallas en madera que adornan la fachada, o esperan ser agraciados con la presencia de la niña divina, la kumari, supuesta reencarnación de la diosa Taleju.

Bastante dañadas están las calles aledañas a Durbar Square, donde las obras de reconstrucción de viviendas sí que avanzan lentamente pero sin pausa. Aunque aparentemente observamos fachadas en pie, traspasar las pequeñas puertas de acceso a los interiores supone acceder a un cúmulo de escombros y cascotes.

La Plaza de los artistas me gusta especialmente. Tal vez porque aquel primer día en Kathmandu me ofreció un pacífico escondrijo, huyendo del tumulto de la ciudad. Su blanca estupa central reluce más que nunca, en un espacio conquistado por esmeradas tiendas de artistas, espacio que ahora también parece haberse transformado en un lugar de encuentro más frecuentado que cuando la descubrimos en aquellas primeras ocasiones.
En realidad, mi plaza de los artistas se llama Nagha Bahal, y la estupa tibetana es la Khatesimbu. En un rinconcito se sitúa el monasterio budista Drubgon Jangchup Choeling.

Cuando callejeas, siempre descubres algo nuevo, porque en Nepal es imposible absorber todas las sensaciones que se viven en la calle, es imposible fijarse en cada detalle, en cada matiz. Tal es la miscelánea de colores, olores, sonidos, movimientos, miradas………..Algo así nos ocurría al encontrarnos una nueva plaza, solitaria, desconocida por nosotros hasta ese momento. Una estupa blanca vigila desde el centro a los humildes vecinos que habitan los desconchados edificios de terracota que la rodean, mientras los niños se divierten con sus juegos.

Tras el reencuentro con Katmandu, toca el reencuentro con Gokul para ultimar los detalles del trekking. Abrazos de parte de quienes ya saben, entrega de turrones y otros artículos, prolongada conversación…………y ya……………. entrando en harina, para experimentar Nepal una vez más.

Si en Estambul habíamos empezado a formar el grupo al unirnos durante la escala con Valeria y compañía, ha llegado el momento de completar el equipo con nuestros dos porteadores, Rajan y Sobin.

Para cenar y dormir en Katmandu (Thamel)

Cena en Rod House Café, que se ha convertido en nuestro restaurante favorito en Thamel, sobre todo para degustar carne con garantías sanitarias. También las pastas y pizzas están deliciosas………..ah……….¡y los postres!

Hotel Everest Nepal, en Thamel. Muy nuevo, cama comodísima, aire acondicionado que falta hace, y TV que ni encendimos. Eso sí, la electricidad no es continua, los cortes de suministro son frecuentes en Nepal. Alejado del ruido de tráfico y discotecas del centro de Thamel, aunque acompañado del ruido de las obras que lo rodean. Desayuno bastante bueno: tortilla, verduras, pancakes, fruta, pan.

Información práctica para viajar a Nepal:

  • Visado de entrada en Nepal: es posible gestionarlo anticipadamente en España o se puede obtener en el aeropuerto de Kathmandu a la llegada. Nosotros lo gestionamos en el aeropuerto de KTM. Aunque en nuestro viaje anterior lo pagamos con tarjeta, en abril-2016 no se podía, sólo en efectivo (rupias, dólares o euros). Se puede solicitar visado de distinta duración. Nosotros salíamos del país el día 16 de estancia y nos sirvió el visado de 15 días. Hay máquinas en el aeropuerto para que cada uno rellene sus datos personales y de esta forma no hay que llevar foto, sino que la propia máquina te hace la foto. Otra opción es llevar foto en papel y rellenar un impreso a mano. Ver información actualizada en 2017 para obtener el visado nepalí AQUÍ
  • Un taxi oficial (contratado en mostrador) desde el aeropuerto a Thamel costaba 750 rupias en abril-2016. A nosotros nos recogió en el aeropuerto el dueño del hotel que habíamos contratado en Kathmandu………. y nos recibió con collares de flores……….eso no me había pasado nunca, ¡¡ ni en Hawaii!!
  • Moneda: existen numerosas oficinas de cambio en Kathmandu, aunque lo más práctico es sacar de cajero. Hay que tener en cuenta que limitan la cantidad en cada extracción, pero se puede sacar varias veces al día. No todos los cajeros funcionaban con tarjetas de crédito internacionales.
  • Entrada a Durbar Square de Kathmandu: 1000 rupias. Válida para múltiples accesos hasta la fecha de caducidad del visado.
  • Comunicaciones: Comprar tarjeta SIM nepalí con llamadas y datos. Disponibles en tiendas de Thamel. Baratísimas las llamadas a España (unos pocos céntimos de euro por minuto).

 

ESTA ETAPA PERTENECE AL VIAJE: Nepal Trek ABC 2016: Annapurnas

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