Ha llegado el día de conocer Isabela, la isla galapagueña de mayor tamaño. Dedicamos nuestro primer día de estancia a realizar la caminata al Muro de las Lágrimas, un paseo agradable en el que vamos encontrando iguanas, aves o tortugas entre frondosa vegetación hasta alcanzar un par de miradores finales que nos regalan vistas de Isabela. Por la tarde, snorkel en Concha de Perla para refrescarnos.
Antes de las 7am nos presentamos en el muelle de Puerto Ayora para pasar los trámites de embarque: dejar que nos inspeccionen el equipaje, buscar nuestra lancha, etc. Habíamos comprado el boleto un par de días antes para asegurarnos una lancha más cómoda.
Me había mentalizado para la dura travesía interinsular entre Santa Cruz e Isabela, aunque en esta época (mayo) las condiciones del mar son bastante buenas y el trayecto transcurre razonablemente bien. Pese a que la lancha pega botes y las olas saltan por encima, nadie se marea. Pensaba que el trayecto se me haría larguísimo, y en cambio se me pasa en un periquete, …………… la biodramina me ayuda a dormir prácticamente todo el tiempo.
Los lobos marinos actúan de embajadores de Isabela, dándonos la bienvenida mientras nadan al lado del bote que nos traslada desde la “fibra” al muelle.
Al desembarcar en Isabela hay que pagar una tasa de entrada de 10$, además de 1 $ por el viaje en bote desde la lancha hasta el embarcadero. Aquí todos viven del turismo y quieren tajada.
La primera impresión al arribar a Isabela es de placidez, de sosiego. Apenas circulan coches. El medio más habitual para trasladarse por las calles de ceniza volcánica y arena es la bicicleta. Puerto Villamil es el único pueblo de la isla, flanqueado por una gran playa de bravo oleaje. Únicamente una carretera rural conduce a algunos ranchos. El resto de la isla es territorio virgen, inexplorado e inaccesible. A saber la de fauna que habita en sus bosques de scalesias.
El hotel que habíamos reservado, The Wooden House, se sitúa a medio camino entre el puerto y el pueblo. El recibimiento es de lo más cordial, con una bebida de bienvenida y explicaciones de las actividades que podemos realizar en la isla.
Tras acomodarnos, nuestro siguiente objetivo es organizar las excursiones para los dos días siguientes. En una agencia del centro del pueblo dejamos reservada la excursión a Los Túneles y la caminata al Volcán. Trabajo hecho!.
Caminata al Muro de las Lágrimas
Aprovechando que el día está nublado y no excesivamente caluroso dirigimos el paso hacia el Muro de las Lágrimas. Esta caminata bajo el sol debe de ser un tormento. Incluso en este día nublado notamos el calor en cuanto nos adentramos en la zona de manglares.
Es un paseo de 7 Km desde Puerto Villamil, o bien se puede acortar en taxi los primeros 2 Km. Más allá está prohibida la circulación de vehículos a motor. Otra buena opción es alquilar una bici, ya que el camino es ancho y prácticamente llano.
Playa de Villamil
Durante el recorrido existen diversos puntos de interés señalizados, tanto para observar fauna, como el paisaje de la Isla Isabela: La Playita – Pozas Verdes – Mirador Los Tunos – Playa del Amor – Túnel del Estero – Poza Redonda – Poza Escondida – El Estero – Camino de las Tortugas – Cerro Orchilla – Muro de las lágrimas – El Radar
Primero recorremos la playa de Puerto Villamil, salvaje y de impetuoso oleaje. El Pacífico no hace honor a su nombre. Al final de la extensa playa, junto a La Playita comienza el sendero exclusivamente peatonal o ciclista.
La Playita en Isabela
En las lagunas (Pozas Verdes, Los Tunos, Poza Redonda, Poza Escondida……) no vemos ningún flamenco, aunque sí otras aves.
Lagunas en el camino al Muro de las Lágrimas
En cambio, nos tropezamos con muchas iguanas marinas, que pululaban entre la Playa del Amor y El Estero. Mira que son feos estos bichos. De color negro para camuflarse en la costa de lava, cresta clara, piel escamada y unas uñas que asustan. Los animales punkies. Se refugian sobre la arena o sobre las rocas, otras se remojan en las charcas, o bien se adueñan de los senderos, tan panchas.
Las iguanas marinas han aprendido a bucear y a pescar para alimentarse. Casi resultan repugnantes cuando te tropiezas con un grupo numeroso de iguanas tumbadas a la bartola, amontonadas unas sobre otras y estirando sus largos rabos. Más repulsivas todavía cuando se dedican a escupir para liberarse de la sal marina que han ingerido con su alimentación marina.
Iguanas marinas en Isabela
En bajamar hubiésemos podido seguir caminando por las rocas de El Estero para avistar una colonia de piqueros de patas azules. Pero ello no nos resultó posible.
Playa del Amor
Vistosa resultaba una iguana de pellejo rosado que hacía vida de anacoreta en el Túnel del Estero.
Iguana solitaria en Túnel del Estero
Las tortugas sí que son simpáticas. Nos tropezamos con unas cuantas tanto en medio del camino como en los bordes entre la hierba, alimentándose de hojas. Cuando nos encontramos más o menos en la mitad del recorrido, el entorno es verde y la vegetación diversa. Yo no logro distinguir las especies. Grandes cactus, manzanillos, árboles de troncos blanquecinos, y una enorme variedad de hojas. Lo denominan Camino de las Tortugas.
Camino de las Tortugas
Un par de miradores nos esperan al final del trayecto. Primero el Cerro Orchilla, desde donde divisamos la verde extensión arbolada de Isabela. El océano bate con fuerza en la costa.
Mirador Cerro Orchilla
Cerca está ya el Muro de las Lágrimas, donde un cartel recuerda su triste historia. Muertos por nada en la época en que Isabela era un presidio. Es un paredón de grandes piedras en medio de la vegetación. Un sinsentido, una tortura para los presos, quienes debían pagar su pena transportando pesadas rocas sobre sus hombros desde el interior de la isla sufriendo el martirio del sol.
Muro de las Lágrimas
Superado el Muro de las lágrimas, ascendemos por las escaleras que conducen hasta el Mirador El Radar. Se emplaza a mayor altura que el Cerro Orchilla, ofreciéndonos por tanto vistas más amplias. Es un buen lugar para detenernos, contemplar y sonreír a las Galápagos.
Escaleras al Mirador El Radar
Mirador El Radar
Ida y vuelta nos lo hemos hecho caminando. Se hace largo por el calor, aunque tortugas e iguanas nos han entretenido. No hemos comido más que unos tentempiés que compramos en una tienda de Puerto Villamil, así que, unos helados entran bien por la tarde.
Snorkel en Concha de Perla
A última hora y bajo la lluvia apetecía un momento acuático. Parece que un día en Galápagos no es completo si no visitas a su fauna marina. Lo mejor del rato de snorkelling en Concha de Perla ha sido una raya azul. Concha de Perla es como una piscina natural entre manglares. Según nos comentaron, a primera hora de la mañana es el mejor momento para nadar con animales, ya que a veces se unen lobos marinos y pingüinos a los juegos acuáticos. Se accede por un sendero muy cerca del muelle.
Esa noche cenamos muy bien en el restaurante Isleño del hotel The Wooden House: pulpo, camarones y pescado.
ESTA ETAPA PERTENECE AL VIAJE: Galápagos y Ecuador
Hola! estoy yendo en junio a galapagos y armando los dias, para ver que me da tiempo de hacer. El viaje entre islas (los horarios mas que nada) me preocupa ya que no hay muchos horarios disponibles. Ya que llego de a Isabela (desde S Cruz) a las 16hs aprox, y debo hacer chekc in donde sea que consiga lugar.. queria saber si me da tiempo de alquilar una bici e ir hasta los miradores del Muro de las lagrimas, para sacar alguna fotos tal vez al atardecer… Me podrias decir si hago a tiempo? Gracias!
Hola Alex,
Hasta el mirador El Radar no te va a dar tiempo. Es el más lejano y se accede después de pasar el Muro de las lágrimas. Además hay que subir por escaleras, por lo que tendrías que dejar la bici abajo.
Al Cerro Orchilla sí que pienso que te puede dar tiempo. Hay unos 5-6 Km desde Puerto Villamil. Ten en cuenta que anochece en torno a las 6:30 y que el camino no está iluminado.
Saludos y disfruta de tu viaje