La ubicación de Iruya, enclavado en un cañón entre montañas, me llamaba mucho la atención. Este pueblo de la provincia de Salta sólo tiene acceso desde la Quebrada de Humahuaca, en Jujuy. Está aislado de su provincia, pero además es como si estuviera aislado del resto del mundo, como si el siglo XXI no hubiese llegado a este lugar. Estamos en el NOA.
Llegar a Iruya es introducirse en las entrañas de las montañas. Ya no se puede seguir más, como si ahí se acabase el mundo.
Nuestros días en Humahuaca transcurrían plácidamente, adaptándonos a su altura de 3000 m sobre el nivel del mar, y manteniendo largas conversaciones cada noche con la muchacha del hotel, que era un cúmulo de conocimiento sobre las costumbres y los lugares de la zona.
En este ambiente tan seco se notan más los efectos la altitud, aunque los mates de coca ayudan a suavizarlos.
La mayoría de la gente prefiere quedarse en Purmamarca o en Tilcara, a menor altitud. Porque, la verdad es que la sequedad y la dificultad para respirar se notan más en posición horizontal, cuando quieres dormir y no te entra el aire.
Carretera a Iruya
Uno de los días de nuestra estancia en la Quebrada de Humahuaca lo dedicamos a conocer Iruya. Recorrer la carretera de acceso ya supone en sí un gozo. Dese Humahuaca teníamos que seguir 30 Km hacia el norte, en dirección a la Quiaca por la carretera asfaltada, y después tomar la desviación a Iruya. A partir de ahí, 53 km de ripio nos esperaban.
La carretera sube hasta el Abra del Cóndor, un puerto de montaña a 4000 m de altura, que marca el límite de las provincias de Jujuy y Salta.
Después empezamos a bajar por continuos zigzags pronunciados. Los autobuses pasan por aquí, y me imaginaba que debe de ser toda una aventura recorrer esas curvas terrosas en uno de los viejos cacharros que circulan por aquí.
El paisaje es muy muy espectacular, con esas montañas de increíbles colores. Lo que más me llamaba la atención eran las montañas azules y violetas…….Alucinante!
La endiablada carretera a Iruya…………a prueba de paciencia
Iruya
Esa primera visión de Iruya me trasladaba a lo que me había imaginado, a un trocito de vida en el corazón de las montañas.
En un enclave excepcional, el pueblecito de población indígena se sitúa a 2700 m de altitud….. ¡¡A más de 300 Km de distancia de la capital de su provincia, Salta!!.
Motivado por su aislamiento, el pueblo ha conservado sus tradiciones y costumbres. Me imaginaba que sus estrechas callejuelas empedradas están igual que hace siglos, y que imágenes similares a las que veía durante mi paseo eran idénticas a las que siglos atrás habían visto sus habitantes.
Hay algo de sentimental en Iruya. O al menos, yo lo apreciaba así.
Según estábamos viendo, todos los pueblos en el NOA están llenos de niños. Niños sonrientes, que tan alegremente charlaban con nosotros, curiosos por la presencia de extraños. Iruya no podía ser diferente en ese sentido. Y,…….. donde hay niños, hay futuro.
Hospital de Iruya
Camino a San Isidro
Si el pueblo de Iruya nos parecía remoto y aislado, más lo está San Isidro. Hasta ahí ya no es posible llegar en vehículo. Sólo se accede andando o cabalgando a través de la garganta del río. Es una caminata característica de la zona, y no nos la podíamos perder.
El paisaje es precioso, aunque pasamos muchísimo calor caminando por la garganta. Los cerros de colores la arropan, y de vez en cuando divisábamos alguna pequeña casita colgada sobre las pendientes. Un nuevo arco iris nos envuelve: rojo, granate, verde, componen las montañas rocosas.
Visitar la Quebrada de Humahuaca:
Quebrada de Humahuaca en Jujuy
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