De Iquique a Arica. Salitreras y desierto CHILE: NORTE 2


Dedicamos una mañana a visitar la ciudad de Iquique. Su pasado como puerto salitrero le aporta tanta identidad propia como la duna gigante sobre la que se recuesta. Por la tarde nos trasladamos de Iquique a Arica por la carretera panamericana que atraviesa el desierto costero del norte de Chile.

Añoro el altiplano. Nos teníamos que haber quedado una noche más en Cariquima y de allí habernos ido directamente al aeropuerto de Arica. Pero ya está hecho. Nos sentimos más limpios y descansados. Hemos dormido como benditos en Iquique. Se nota el descenso en altitud después de varios días de ruta por la puna chilena.

Visita de la ciudad de Iquique

Iquique se despierta nublada, como es habitual en la costa norte de Chile. Las nubes viajan hacia el mar durante las noches y hacia las montañas durante el día.

La ciudad cuenta con numerosas playas, algunas aptas para el baño y otras de bravo oleaje concurridas por surfistas. Aunque, sin duda, lo más llamativo es la gran duna sobre la se reclina la ciudad. El Cerro Dragón, con 175 m de altura, es la mayor duna urbana del mundo. Existe un mirador en Alto Hospicio desde el cual se  contempla una vista panorámica de Iquique, indudablemente peculiar.

La escasa superficie entre la duna gigante y el mar ha obligado a Iquique a crecer hacia arriba. Altos rascacielos se apropian de la primera línea de costa. Es como el Benidorm de Chile. Al borde de las playas existen paseos, jardines y zonas de ocio que los lugareños frecuentan los fines de semana.

Costa de Iquique

Holgazaneamos antes de salir del hotel NH Iquique, porque necesitábamos parar un poco el reloj, descansar, respirar a nivel del mar, desayunar como reyes, ……………. y también ver agua.

La avenida Arturo Prat que recorre la Costanera es larga. Parece que nunca se acaba. La culpa es de la orografía del terreno y de las gran duna, que obliga a la ciudad a extenderse a lo largo de la costa. En nuestra poderosa camioneta circulamos por la costanera, desde el hotel en el extremo sur de la ciudad hasta la Plaza Arturo Prat, donde existe un aparcamiento subterráneo que nos garantizaba aparcar de forma segura.

La Plaza Arturo Prat es el corazón de la vida urbana. Lo primero que observamos en la plaza es la blanca silueta de la Torre del Reloj, símbolo de la ciudad. Después de conducir por unas calles un tanto sórdidas, me alegra percibir el agradable ambiente de esta zona de la ciudad. Y es que aquí comienza la Calle Baquedano, bulevar peatonal flanqueado por históricas casonas. Los puestos callejeros y las tiendas animan el paseo. Aseguro que unos jugos naturales que tomamos en un furgón callejero han sido de los mejores que he probado en mi vida. Uno de papaya y otro de mango/naranja, recién preparados al instante. Las frutas eran de Pica, pueblo-oasis en pleno desierto al sur de Iquique.

Torre del Reloj en la Plaza Arturo Prat

Por la Calle Baquedano avanzamos despacio, fijándonos en las mansiones de hermosas fachadas construidas a finales del siglo XIX o principios del XX, durante el auge del negocio del salitre. Es el caso de la Casa Collahuaisi, del Palacio Astoreca y de muchas otras.

Mansiones de la Calle Baquedano

Calle peatonal Baquedano

Traje regional de Tarapacá

También en esta calle peatonal nos tropezamos con el Museo Regional de Iquique, que me ha parecido muy interesante. Cada sala se dedica a un episodio destacado de la historia de la región. En la sala destinada a las salitreras aprendimos la importancia que ha tenido esta industria para el desarrollo de la ciudad en el siglo XIX y principios del XX. El salitre se usaba para fabricar pólvora y fertilizantes. Chile era el principal productor a nivel mundial, hasta que el negocio decayó a mediados del siglo XX cuando se explotó comercialmente la síntesis química de estos compuestos. Cuando estás aquí te das cuenta de lo complejo que resultaba transportar el material desde las plantas de producción hasta el puerto, bajando la enorme pendiente del cerro arenoso.

Otras salas del museo exhiben muestras de las diferentes culturas que se desarrollaron en la región: tarapacás, incas,………. aunque la despierta mayor curiosidad es la sala de la cultura chinchorro, la más antigua de la zona.

Hace unos 8000 años, las comunidades chinchorro habitaban a lo largo de la costa del Pacífico sudamericano, al sur de Perú y norte de Chile. Desde luego, tuvieron que ingeniárselas para adaptarse a las condiciones de extrema sequedad del desierto costero. Eran fundamentalmente pescadores, como así lo testifican los utensilios de pesca hallados en sus asentamientos primitivos. En este museo se conservan algunas momias de niños y adultos.

Nos impactan también los carteles sobre la matanza de la Escuela Santa María. Acaeció en 1907, cuando el gobierno de Pedro Montt ordenó asesinar a los trabajadores de las salitreras que se manifestaron para reclamar mejores condiciones laborales.

Museo Regional de Iquique

Momias chinchorro en el Museo Regional de Iquique

Iquique habría dado para mucho más. Nos quedó pendiente acercarnos al puerto y al Museo Esmeralda, pasear al borde del mar o saludar a los lobos marinos. Pero nos quedaban 300 Km de carretera para llegar a Arica, devolver la camioneta a Europcar, y tomar nuestro vuelo a Santiago a última hora del día. No podíamos olvidarnos de repostar en Iquique, ya que hasta Arica no hay gasolineras. Ni siquiera hay pueblos o lugares agradables donde hacer un alto en el camino.

 

Carretera panamericana de Iquique a Arica por el desierto costero

Nos habíamos entretenido más de la cuenta en Iquique, y la mayoría de paradas que había previsto hacer por el camino no eran posibles. Ni siquiera nos acercamos al Mirador de Cerro Dragón para contemplar esa impresionante vista de la ciudad apoyada en la duna. Únicamente pudimos apreciar su singular emplazamiento durante el zigzag que describe la autopista en la subida por la montaña de arena.

Pasamos las salitreras de Santa Laura y Humberstone, convertidas en museos, así como los pueblos de Pozo Almonte y Huara, y a partir de entonces no vemos más que desierto desolado durante kilómetros y más kilómetros. Es tan feo y tan feo que yo me concentraba en avivar mis recuerdos del altiplano.

Cambia el relieve después de cruzar la Quebrada de Tilviche. Es entonces cuando el plano desierto deja paso a una orografía de montañas de arena. La carretera serpentea subiendo y bajando por la Cuesta de Tana, la Cuesta de Chiza, la Cuesta de Chaca, la de Camarones o la de Acha, que atraviesan diversas quebradas.

Conduciendo por el desierto de la Panamericana de Iquique a Arica

También por esta zona los antiguos pobladores quisieron dejar sus huellas en forma de geoglifos que ilustran escenas de sus actividades. Es el caso de los Geoglifos de Chiza, que disponen de estacionamiento al borde de la carretera. Apreciamos figuras humanas, de animales o composiciones geométricas. Se considera que eran el equivalente a las señales de tráfico actuales, ya que su función era guiar a las caravanas comerciales. Hace unos días vimos los geoglifos del Valle de Azapa, después el Gigante de Atacama en Huara. Los Geoglifos de Giza completan nuestra colección de lugares arqueológicos del norte de Chile.

Geoglifos de Chiza

Impresiona circular por el interior de la Quebrada de Chiza entre altísimas montañas de arena. Parece que ante un soplo de viento se te van a caer encima.

Una de las mayores quebradas es la del río Camarones, el cual desemboca en el Océano Pacífico en Caleta Camarones. Era mi idea acercarnos a esta caleta costera, pero suponía un desvío de 11 Km y se nos había echado el tiempo encima. O sea que nos conformamos con breves paradas en un par de miradores sobre la profunda Quebrada Camarones. Las verdes parcelas cultivadas del fondo del valle contrastan con los tonos terrosos de las altas laderas de arena.

Quebrada Camarones

Más árida es la Quebrada Acha, ya muy cerca de Arica. No me imagino cómo es posible que tanta gente haya decidido vivir en este lugar tan árido.

Quebrada Acha. De Iquique a Arica

Vuelo de Arica a Santiago y noche en Santiago

Al final llegamos a Arica con tiempo de sobra, disponiendo todavía de margen para echar un vistazo a la playa, devolver el coche de alquiler y cenar en el aeropuerto antes de embarcar en nuestro vuelo de SKY con destino a Santiago de Chile. El aeropuerto de Arica es pequeño, sólo dispone de 2 puertas de embarque, por lo que los trámites son muy rápidos.

Noche en hotel City Express Santiago.  Elegimos este hotel cercano al aeropuerto porque mañana nuestro vuelo a Temuco sale temprano. Habitación muy confortable. El transporte gratuito de/hacia aeropuerto tarda unos 7 minutos. Ofrece desayuno desde las 4 am.

 

ESTA ETAPA PERTENECE AL VIAJE:  CHILE. UN VIAJE ENTRE VOLCANES: NORTE, ARAUCANÍA Y CHILOÉ

 


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