La Reserva Costera Valdiviana protege un reducto de selva valdiviana, la cual ocupaba en siglos pasados enormes extensiones. Gran parte de los bosques de alerces fueron talados para plantar especies foráneas de crecimiento rápido para explotaciones madereras. En esta excursión recorremos miradores y senderos de la costa de Valdivia.
Ni me había enterado de que el viaje está tocando a su fin. Creo que se debe a que no hemos seguido un minucioso programa establecido y nos hemos dejado llevar con flexibilidad total.
Mercado de La Unión
Para llegar a la Reserva Costera Valdiviana desde Osorno nos dirigimos a La Unión. Se celebraba un mercado agrícola en esta localidad, por lo que nos entretenemos un rato curioseando en los puestos de productos locales.
Mercado campesino de La Unión
Carretera a de La Unión a Corral
Tomamos después carreteras secundarias para dirigirnos a Corral pasando por Los Ulmos, por lo que chupamos un montón de kilómetros de ripio. Trayecto que nos deja bastante machacados, aunque sirve para darnos cuenta de la devastación que ha sufrido el bosque nativo.
Estamos de nuevo en la Región de los Ríos y el río Futa nos acompaña tras pasar Los Guindos. Están asfaltando esta carretera. Se nos hacía eterno el trayecto entre interminables eucaliptos donde sólo nos cruzamos con camiones cargados de troncos.
Los ríos en esta zona están ya cerca del mar y son anchos y apaciguados, nada que ver con los caudales bravos y rápidos que veíamos cerca de las montañas. ¿Te acuerdas del rafting por el río Trancura y de las enérgicas cascadas?. Estos cauces tranquilos de riberas arboladas son navegables.
Costa Valdiviana
Finalmente alcanzamos el mar de la costa valdiviana, área muy lluviosa y fresca. A nosotros nos recibe con más de 30 ºC y un sol espléndido. Seguimos tropezándonos con un clima inusual en Chile.
Costa valdiviana
Aunque vamos parando en cada mirador aposentado en este litoral entre Corral y Chaihuin, el panorama no me dice gran cosa. Hay montones de cabañas y chiringuitos. Se nota que es zona de veraneo.
Pero entonces, oh, maldición, empieza a entrar la niebla a velocidad estratosférica, y en pocos minutos el sol radiante queda tapado por la espesa neblina. Menos mal que despeja de nuevo al llegar a Chaihuin, donde llaman la atención sus dunas de arena.
Loberías de Huiro
Al ver un cartel que anunciaba las loberías de Huiro, allá nos dirigimos. Se accede por una propiedad privada y cobran 1000 CLP. El sonido tumultuoso que escuchamos al caminar por el sendero parece provenir de un campo de fútbol en partido de máxima rivalidad. Pero no. Son los gritos de cientos de lobos marinos tumbados en los peñascos. Está la marea demasiado alta para acercarnos, así que nos contentamos con observar sus movimientos y sus peleas desde la playa de cantos rodados mientras las aves despliegan sus alas. Los sonidos son sobrecogedores.
Parque Nacional Alerce Costero
En Chauihin está la entrada al Parque Nacional Alerce Costero, que dispone de senderos para conocer el bosque originario de alerces (de pago).http://www.conaf.cl/parques/parque-nacional-alerce-costero/
Reserva Costera Valdiviana
Actualmente el bosque nativo está prácticamente esquilmado, y sorprendentemente, en la Guardería Conaf nos aconsejaron acercarnos a la Reserva Costera Valdiviana (de libre acceso) en vez de visitar el Parque Nacional. No tenemos que conducir más que un par de kilómetros para llegar al punto de inicio del sendero Los Colmillos. Es muy corto. Con tan sólo 1 km de longitud, penetra en la selva valdiviana. Es un sendero interpretativo que invita a escuchar los sonidos del bosque. La senda recorre un corto tramo de selva costera y finaliza en la playa de Chaihuin, donde somos testigos de una encarnizada pelea entre piqueros.
Sendero Los Colmillos en la Reserva Costera Valdiviana
Playa de Chaihuin en la Reserva Costera Valdiviana
Aves en la Reserva Costera Valdiviana
Muy cerca se enclava el Mirador Los Colmillos, que ofrece una panorámica costera. Aunque reconozco que esta verde costa no carece de cierto atractivo, no encuentro nada especialmente llamativo.
Mirador Los Colmillos
Valdivia
Tras la visita decidimos emprender rumbo a Valdivia. Esto requiere cruzar la desembocadura del río Valdivia, y no hay puente. El transbordador entre Corral y Niebla parte cada hora, y tarda menos de media hora en cruzar a la otra orilla. Ambos puntos enfrentados a cada lado de la costa (Corral y Niebla) están dotados de Fuertes defensivos que forman parte de la historia de la zona.
Desde Niebla a Valdivia tardamos unos 20 minutos por la carretera que bordea la costa y se adentra en el estuario que acoge a la ciudad de Valdivia.
Una vez que nos instalamos en el hospedaje era el momento de salir a pasear por la ciudad que vibraba de animación el viernes por la tarde. Por la Costanera paseaban o pedaleaban los jóvenes. Esa es la sensación que percibo. La ciudad es joven y en cierto modo estimulante. No tan jóvenes me parecían los lobos marinos que dormitaban en el puerto, o al menos, su gran envergadura hacía sospechar lo contrario. Los buitres prestaban atención por si podían atrapar algo. Observo que no son las únicas criaturas tumbadas en la ciudad. También unos cuantos borrachos e indigentes lo hacen en los jardines de la costanera.
Valdivia es la ciudad de los ríos e históricamente ligada económicamente a ellos. Por eso es la capital de la Región de los Ríos y es fácil entender el motivo. Son varios los que confluyen en la ciudad para desembocar en el cercano Oceáno Pacífico: río Calle-Calle, Cruces, Cau-Cau, Cutiplay, que finalmente confluyen para formar el río Valdivia, el segundo más caudaloso de Chile después del río Baker que conocimos en la carretera austral. Creo que el más largo es el río Cruces, que nace en la falda del volcán Villarrica.
Desde el puerto situado en la costanera parten numerosas embarcaciones turísticas que navegan por los ríos. Algunas se acercan al Santuario de la Naturaleza Carlos Anwandter para avistar los cisnes de cuello negro y otras aves.
El péndulo de Foucault se alza como uno de los símbolos del paseo fluvial por la Costanera. Es una escultura erigida por el Centro de Investigaciones Científicas. Es la misma institución que esos días había montado una exposición que llamó mi atención. Versaba sobre los movimientos de los glaciares del sur de Chile. Mientras que varias masas de hielo retroceden claramente, el gran glaciar Pio XI avanza firmemente, llevándose por delante bosques de cipreses milenarios.
Además de actuaciones de baile, en la calle se celebraba el Festival Internacional de Jazz de Valdivia y nos invitaron al concierto. Cuántas sorpresas inesperadas nos ha deparado este viaje.
Vista de Valdivia
Buitres en Valdivia
Lobos marinos en Valdivia
Péndulo de Foucault en Valdivia
Cenamos muy bien en el restaurante Picamaderos. Se ubica en el Barrio Esmeralda, muy animado por la noche, con montones de restaurantes. Yo me pedí un plato que fusiona ingredientes del norte y sur de Chile, como ha sido este viaje: Quinotto con ostiones y camarones, delicioso, además de carne a la olla con ñoquis. De postre, suspiro limeño con maracuyá. Todo buenísimo. Los precios de los restaurantes no son nada baratos en Chile, bastante más caros que en España.
ESTA ETAPA PERTENECE AL VIAJE: CHILE. UN VIAJE ENTRE VOLCANES: NORTE, ARAUCANÍA Y CHILOÉ