Marrakech, vista de la mezquita Koutubia

Marrakech en dos días: monumentos y vida callejera en la ciudad rosa MARRUECOS


Nada más empezar a pasear por Marrakech, ya nos damos cuenta por qué es conocida como la ciudad rosa. Y es que éste es el color de las paredes de los edificios, de las murallas, de los arcos, todo presenta un armónico color rosa tenue y pálido. Me gustó su vida desde el primer momento.

Durante nuestros dos días en Marrakech nos dedicamos a visitar sus monumentos más destacados, y sobre todo, a explorar sus calles y dejarnos llevar por su ambiente. La mañana del primer día visitamos las Tumbas Saadíes, el Palacio El Badi y el Palacio de la Bahía, mientras que nos pasamos la tarde callejeando por la Medina. El segundo día visitamos la Madrasa por la mañana y de nuevo callejeo por la tarde. Se podrían visitar los cuatro monumentos principales el mismo día, pero puede resultar empalagoso.

Medina de Marrakech

Medina de Marrakech

 

Principales monumentos a visitar en Marrakech

Tumbas Saadies

La entrada cuesta 70 dirhams y la visita requiere unos 45 minutos tomándola con calma.

El edificio que custodia las Tumbas Saadies se dispone en torno a un patio con suelo de terracota y azulejos de colores. Pertenecía al antiguo sultán Ahmed El Mansour, de la dinastía Saadí a finales del siglo XVI, y en estas tumbas está enterrado el sultán, así como sus familiares y sirvientes.

El mausoleo principal consta de tres salas: Sala de las columnas, Sala del Mihrab, Sala de los tres nichos. La decoración es impresionante y por eso es una atracción turística muy visitada en Marrakech.

La Sala de las columnas es la más llamativa, compuesta por 12 columnas de  mármol blanco, techo de madera y una decoración apabullante en paredes y suelo. Para verla se forma una cola que se va alargando conforme avanza la mañana o cuando acuden grupos numerosos. Nos tocó esperar 10 minutos a eso de las 11.

Tumbas Saadies

Tumbas Saadies

Tumbas Saadies

Tumbas Saadies

 

Mezquita Moulay El Yazid

Las Tumbas Saadies están al lado de la gran mezquita Moulay El Yazid o Mezquita de la Kasbah, la cual luce un colorido minarete. La entrada a la mezquita está restringida a los musulmanes para el rezo y no se nos permite conocer su interior. Sin embargo, podemos bordearla y observar la mezquita desde distintas perspectivas.

Originalmente fue edificada en el siglo XII, pero requirió una reconstrucción posterior. Al parecer, es la única mezquita que se conserva en la antigua ciudadela construida por los almohades.

Mezquita Moulay El Yazid

Palacio El Badi

Muy cerca de las Tumbas Saadies está el Palacio El Badí, que visitamos a continuación. Entrada 70 dirhams.

Este palacio, construido en adobe en el siglo XVI, pertenecía al sultán Ahmed El Mansour. Era usado para alojar a sus visitantes, que acudían a festejos y fastuosas celebraciones.

Alrededor de un inmenso patio central con estanques y naranjos se dispone el edificio de gruesas murallas de terracota rosada, que constaba de unas 300 habitaciones. Es el mejor lugar para apreciar su enorme dimensión e imaginarse lo lujosamente decorado estaba en el siglo XVI. Ahora la construcción se encuentra en estado ruinoso, ya que los preciados materiales se extrajeron para construir los palacios de la ciudad imperial de Meknes por orden de otro sultán.

Bajando al sótano pudimos conocer los pasadizos que funcionaban como prisión. Subir a la terraza nos regaló una vista de los tejados y azoteas de Marrakech, de los minaretes, las antenas, mientras que las montañas del Atlas se difuminan entre la calima. En su interior se guarda el antiguo mihrab de la mezquita Koutubia, que fue realizado artesanalmente en madera de cedro en el siglo XII.

Dedicamos aproximadamente una hora a la visita, investigando cada rincón. La construcción está en estado ruinoso y el precio de la entrada es exagerado, pero qué se le va a hacer.

Palacio El Badí

Palacio El Badí

Palacio El Badí

Palacio El Badí

 

Palacio de la Bahía

El Palacio de la Bahía es nuestro siguiente objetivo. No está lejos del Palacio El Badi, y para llegar hasta la entrada atravesamos la Place des Ferblantiers, ya que se sitúa muy cerca. Otros 70 dirhams cuesta la entrada. Por lo que se ve, han puesto un precio estándar en los monumentos de la ciudad, pero en este caso, sí que está justificado.

El palacio fue levantado en el siglo XIX por un visir y está profusamente decorado en estilo islámico. Consta de varios patios, unos ajardinados y otros embaldosados, que son auténticas obras de arte.

Alrededor de los patios se disponen las diferentes estancias que vamos recorriendo, observando su decoración de arcos, estucos, columnas esculpidas, techos de artesonado. Los cuartos de las concubinas, el harén, salones……….a cada cual más bonito. Aunque los muebles ya no se conservan en el interior de las habitaciones, la decoración de suelos, paredes y techos es una pasada.

En los patios no faltan las fuentes, los antiguos estanques……..El más sobresaliente es el Patio de Honor, decorado con mármoles y azulejos, al que asoman el harén y las habitaciones de las concubinas.

Palacio de la Bahía en Marrakech

Palacio de la Bahía en Marrakech

Palacio de la Bahía en Marrakech

Palacio de la Bahía en Marrakech

Palacio de la Bahía en Marrakech

Palacio de la Bahía en Marrakech

Palacio de la Bahía en Marrakech

 

Madrasa Ben Youssef

La Madrasa Ben Youssef se localiza al norte de la Medina y en la zona hay otros dos lugares turísticos a visitar, en los cuales no entramos. El precio de la entrada a cada uno es de 50 dinhares. Dichos lugares son:

  • Museo de Marrakech, que ocupa un bonito palacio y expone objetos de la vida marroquí.
  • Kuba Ba Adyin, el lugar más antiguo de Marrakech, construido por los almorávides. Se conserva una pequeña torre con artística cúpula. Es un monumento pequeño.

La Madrasa Ben Youssef era una escuela de enseñanza musulmana, la más grande de Marruecos, que a su vez ejercía como residencia de estudiantes. Dependía de la Mezquita Ben Youssef, que está al lado. Fue construida en el siglo XIV y todavía conserva muy bien la belleza decorativa de azulejos, estucos, artesonados de madera, arcos, columnas, ventanas, aplicando materiales nobles como mármol y madera de cedro. Se considera uno de los edificios más hermosos de Marruecos.

En la puerta se ofrecen guías para mostrarte las estancias y explicar la historia del edificio. Nosotros lo visitamos por libre.

El patio de abluciones deja a todos boquiabiertos. Posee un estanque central, suelo de mármol y cenefa de azulejos, columnas, arcos, paredes decoradas con inscripciones.

La ornamentación alcanza su plenitud en el mihrab, la sala de oración, con decoración de piñas y palmeras.

Su interior es un laberinto de más de 100 pequeñas habitaciones, decorado con grabados de pasajes del Corán. Muchas de las estancias son ciegas, mientras que otras tienen ventanas hacia el patio y ofrecen oportunidades para verlo desde arriba después de haber pisado su suelo de mármol.

Es una visita imprescindible en Marrakech. Nos pasamos un buen rato explorando rincones hasta que nos dimos por satisfechos y salimos a la calle para inmiscuirnos en la vida de la ciudad.

Madrasa Ben Youssef

Madrasa Ben Youssef

Madrasa Ben Youssef

Madrasa Ben Youssef

Madrasa Ben Youssef

Madrasa Ben Youssef

Madrasa Ben Youssef

 

Laberinto de callejuelas, plazas y mercados de Marrakech. La vida en la calle.

La verdad es que pasear por Marrakech es divertido y se pasa el tiempo volando, prestando atención a todas las sensaciones que se destapan alrededor. Simplemente, hay que dejarse engullir por el ambiente.

Marrakech es un enorme mercado callejero repleto de tiendas, puestos y turistas. Nos dejamos llevar por sus calles llenas de vida, muchas de ellas abarrotadas de tiendas, otras más solitarias, pero siempre entretenidas. Algunos vendedores intentan reclamar la atención, pero no nos resultaron demasiado pesados.

La vida en la calle de Marrakech: mercados callejeros

La vida en la calle de Marrakech: mercados callejeros

Todo se ve seguro, hay bastante policía por todas partes. Eso sí, las calles son un auténtico espectáculo. Tres o cuatro en una moto, hombres arrastrando carros, costureros con sus máquinas de coser en la calle, zapateros pegando suelas, peluqueros, y muchos gatos, son imágenes comunes en Marrakech. Y las repetidas llamadas a la oración por megafonía. Pero la ciudad no es tan caótica como me imaginaba.

El clima en noviembre es delicioso, algo caluroso a mediodía, 30 ºC, pero seco y soportable. Noches muy agradables.

El barrio judío o Mellah ocupa el sur de la Medina, cerca del Palacio Real y de otros palacios de antiguos sultanes. Está rodeado de murallas y las puertas de acceso se cerraban antiguamente por la noche, aislando las calles en las que vivían y comerciaban los judíos. Accedemos por Bab Agnanou, una gran puerta de la muralla que llama la atención por su magnitud.

El Mellah es un conglomerado de callejones desordenados, en general bastante tranquilos, donde el color rosado de los edificios y muros impone su homogeneidad. La zona es animada, pero sin agobios. Me pareció encantador pasear por este barrio e ir descubriendo sus rincones.

El Mellah de Marrakech

El Mellah de Marrakech

El Mellah de Marrakech

La Place des Ferblantiers se emplaza en el barrio judío, al sur de la Medina. Es una plaza comercial en la que abundan los bares-restaurantes con terrazas, y las tiendas exhiben sus productos: especias, frutas, dátiles, maderas…….un poco de todo. Por esta plaza pasamos varias veces, ya que queda en zona de paso entre las tumbas Saadies, el Palacio Badi y el Palacio Bahía.

Mercados en el Mellah de Marrakech

Mercados en el Mellah de Marrakech

Indagando por una u otra callejuela siempre llegaremos a la gran plaza Jemaa el-Fna, donde parecen confluir todos los pasos y toda la vida. El bullicio es constante.

La enorme plaza es una fiesta todos los días, llena de puestos de fruta, zumos, sombreros, especias, ropa, encantadores de serpientes, vendedores de caimanes, domadores de monos, músicos. La gente va y viene sin interrupción. Se anima especialmente por la noche, llenándose de gente, luces, sonidos, olores. Imposible aburrirse. Parece obligado catar unos zumos de frutas, probamos de mango, papaya, y mezclado; hay muchos puestos con los mismos precios.

La plaza de Marrakech Jemaa el-Fna

Al fondo de la plaza Fna se alza la silueta del minarete que pertenece a la Mezquita La Koutubia, hacia donde nos encaminamos. La torre es la construcción más alta de Marrakech y guarda gran parecido con La Giralda de Sevilla, ya que le sirvió de modelo. También esta mezquita es de color rosado, el color de la ciudad. Puesto que sólo pueden entrar los musulmanes, nosotros la rodeamos por el exterior y llegamos a los jardines de Koutoubia. Ahí se suelen instalar puestos de zumos y en ese momento nos resultó muy apetecible comprarnos un jugo de granada que el muchacho exprimió al momento y degustamos sentados en un banco bajo las palmeras.

Mezquita La Koutubia

Mezquita La Koutubia

Mezquita La Koutubia

Cruzando la calle, ya fuera de las murallas, está el Parque Lalla Hasna, unos jardines bastante cuidados por donde pasean tanto turistas como lugareños. Es un agradable lugar de esparcimiento alejado del bullicio de los zocos y se hace una buena foto en la fuente asomando la mezquita al fondo.

Parque Lalla Hasna con la mezquita La Koutubia al fondo

Parque Lalla Hasna con la mezquita La Koutubia al fondo

Caminando por la ancha avenida llegamos al Hotel La Mamounia. Es un hotel de lujo que aloja a personajes célebres. Se puede entrar a ver el edificio, instalado en un antiguo palacio a todo lujo, así como pasear por sus bonitos jardines, obviamente todo cuidado con exquisito esmero.

Entrada al hotel La Mamounia

Entrada al hotel La Mamounia

Relajados y oxigenados volvemos al ajetreo y nos adentramos en las callejuelas de la Medina rebosantes de tiendas. En los zocos no hay espacio vacío, se vende de todo, generalmente agrupados por especialidades: alfombras, maderas, metal, zapatos………. Al meternos en calles principales de los zocos más turísticos intentan convencernos para que compremos algo, pero no resultaron especialmente pesados, basta con sonreír y rechazarlos con cortesía. Estas calles están muy bulliciosas por la tarde, pero más tranquilas por la mañana. Por lo que hemos visto, Marrakech es una ciudad que vive más por las tardes que por las mañanas.

Zocos en la Medina de Marrakech

Zocos en la Medina de Marrakech

Así llegamos a la Plaza de las Especias. Es verdad que hay tiendas de especias, pero también puestos de muchos otros productos, especialmente cestería, madera…….

Plaza de las Especias de Marrakech

Plaza de las Especias de Marrakech

Al norte de la Medina, toda clase de objetos se apiñan en pequeñas tiendecitas. Nos fuimos alejando de las calles más bulliciosas hasta que nos percatamos de que ya no había turistas y las tiendas eran más modestas y desaliñadas, en callejones sólo frecuentados por marroquís.

Regresamos cuando vimos que ya nos alejábamos demasiado y nos dedicamos a explorar nuevas callejuelas sin rumbo fijo, sin importarnos si avanzábamos en un sentido o dábamos vueltas. Así descubrimos viejos edificios, sucios y malolientes, en los que trabajaban artesanos al modo tradicional: unos con madera, otros con cuero, con tintes, con metal. No les molestaba ser fotografiados ni pedían nada, se nota que esta gente vive de su trabajo artesanal y de vender sus productos, sin necesidad de insistir y engatusar a los turistas. Esto es auténtica artesanía.

Talleres de artesanos en Marrakech

Talleres de artesanos en Marrakech

Talleres de artesanos en Marrakech

Talleres de artesanos en Marrakech

Es también posible ver a los artesanos trabajando en otros edificios que han rehabilitado, más limpios y más modernos en las zonas más comerciales de la Medina. Algunos todavía están siendo arreglados.

Talleres de artesanos en Marrakech

Seguimos callejeando y retornamos a la Jemaa el-Fna, donde la actividad se intensifica con el paso de las horas. El atardecer es un estupendo momento para subir a una terraza panorámica en una azotea y ser testigos del bullicio mientras contemplamos la puesta de sol. Tomándonos unos típicos tés a la menta nos pasamos un buen rato escuchando la música, o más bien el jaleo que se monta, y abriendo los ojos para observar los movimientos de motos, bicis y personas. Hay muchas terrazas panorámicas. Nosotros elegimos una de las más altas, en el Café-restaurante La Place.

La plaza de Marrakech Jemaa el-Fna

La plaza de Marrakech Jemaa el-Fna

La plaza de Marrakech Jemaa el-Fna

 

Marrakech: datos prácticos

Los trámites de llegada (entrega de formulario sanitario y control de pasaportes) en el aeropuerto de Marrakech fueron rápidos, ya que no coincidimos con otros vuelos a esas horas tardías.

Comprar tarjeta SIM: la compramos en el stand de Orange del aeropuerto, que estaba abierto a eso de las 12 de la noche cuando llegamos, y nos la instalaron al instante en el móvil.

Taxi del aeropuerto al centro: lo habíamos reservado por medio del riad por 15 €. Posiblemente se pueda conseguir más barato, pero preferimos la comodidad de saber que nos estaban esperando y que conocían la dirección del alojamiento. A esas horas apenas había tráfico por las anchas y modernas avenidas que comunican el aeropuerto con la ciudad y llegamos rápido. En la calle peatonal nos estaba esperando el dueño del riad para acompañarnos a pie por el estrecho callejón.

Cambio de moneda: Es conocido el buen cambio que ofrece el hotel Ali, situado en un lateral de la plaza El Fna, tal vez el mejor cambio de Marrakech, y por eso se forman largas colas. Pudimos comprobar que el cambio era ligeramente mejor que en otros sitios, pero la diferencia era mínima, y en un par de ocasiones preferimos cambiar en otros sitios que nos pillaban de paso y no había cola.

Regresar de Marrakech al aeropuerto:

En taxi tardamos unos 10-15 minutos al aeropuerto. El tráfico era fluido. Lo que ya no resultó nada fluido fueron todas las colas que hay que pasar para embarcar. Conviene ir con tiempo porque tardamos casi hora y media. Hay que llevar impresa la tarjeta de embarque y pasar por check-in para que la sellen. Después, control de seguridad. A continuación, control de pasaportes, y después hay otro control en el que vuelven a revisar tarjeta de embarque y pasaporte. Y por supuesto, lo vuelven a pedir al embarcar. El aeropuerto de Marrakech es moderno, pero no tuvimos tiempo ni para dar un paseo. Llegamos justos al embarque, y eso que pensábamos que íbamos con tiempo de sobra.

Alojamiento en Marrakech

Probamos dos alojamientos diferentes, uno al inicio del viaje y otro al final.

  • Riad Dar Sirine, situado cerca del Palacio Real, alejado del bullicio, a 1,2 Km de la Plaza El Fna. La verdad es que no hay ruido y los callejones con luz del día se ven tranquilos y apacibles. Servían el desayuno en el patio: huevos, pan, tortitas de distintos tipos, zumo, café con leche, fruta, bizcocho. Nos quedamos dos noches. Se ubica en un solitario callejón, pero muy tranquilo, no se observa ningún movimiento extraño. Simplemente la gente pasa para ir a sus casas.
  • Riad Bensaid. Está muy cerca de la plaza El Fna y para llegar desde el coche hay que dar un paseíllo a pie con las maletas por el laberinto de callejuelas. La casa es muy bonita, con un patio precioso en color rosa, como Marrakech. Nos recibieron muy amablemente con el té de bienvenida y subimos a tomarlo en la terraza al atardecer. El desayuno es más escaso que en los demás sitios que hemos estado (sin fruta ni yogur), pero más que suficiente, y se puede tomar en el patio o en la terraza.

Atardecer en Marrakech

Atardecer en Marrakech

Restaurantes en Marrakech:

  • Zeitoun Café Kasbah: una noche cenamos en este restaurante situado frente a la mezquita Moulay El Yazid, cerca de las Tumbas Saadies al sur de la Medina. Cenamos en la terraza superior con el minarete delante de nuestras narices. Por la noche es un sitio tranquilo y la cena estuvo muy rica, tienen los platos típicos marroquís (tajines, ensaladas). Además, es un perfecto mirador para observar a la gente que viene y va, que entran y salen de la mezquita. Tienen cerveza sin alcohol, pero ojo con el precio.
  • Place des Ferblantiers: un día comimos en uno de los restaurantes de esta plaza, sin pena ni gloria. No lo recomendaría, por lo que no lo menciono.
  • Toubkal, en la plaza El Fna. Nos lo recomendaron en el riad. Se come bien y barato. La terraza al nivel de la plaza alterna clientela  marroquí y turista. La carta es amplia. Nosotros elegimos cuscús y tajín de cordero, y la comida estaba rica.
  • Café Alí (del Hotel Alí, en un lateral de la plaza el-Fna). Acuden turistas y marroquís. La carta es variada y además de platos marroquís tienen otros de cocina internacional (pasta, pizza, tacos, ensaladas). Aquí probamos la pastilla de pollo, además del siempre presente tajin. Buen precio.

 


 

ESTA ETAPA PERTENECE AL VIAJE: SUR DE MARRUECOS

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