En nuestro último día en Nepal, el vuelo partía a mediodía, por lo que ya no quedaba tiempo para mucho. Mientras los chicos dormían, Valeria y yo nos animamos a un último paseo tempranero, para acercarnos de nuevo a la plaza Durbar, y sentir el frenético palpitar de Kathmandu, que nos asustó la primera vez, pero que, poco a poco se nos va haciendo más familiar. Era una nueva despedida de Kathmandu.
Eso de los bocinazos de motos, vehículos que te esquivan, pollos corriendo por las calles, moscas sobre la comida que venden en los puestos callejeros, interminables mercadillos, gentes por todas partes, vestidos coloridos, olor a incienso, altares y templos en cualquier rincón, polvo, humo, cascotes caídos, marañas de cables, ruido que te descoloca…………¡Eso es Kathmandu!…..¡Qué se le va a hacer!
Templos apuntalados en la Plaza Durbar de Kathmandu
Escala larga en Estambul. Noche en hotel de cortesía que ofrece Turkish Airlines. Al día siguiente, avión y para casa. Aterrizábamos en España justo cuando se cumplía un año del terrible terremoto.
No. No es verdad que segundas partes nunca fueron buenas………….Ya estoy deseando volver a esas montañas y a esos valles………..¿Cuál será el próximo trek? Yo, por si acaso, me he venido con un nuevo mapa del Himalaya que compré en Kathmandu.
Literatura recomendada sobre Nepal:
- «Un refugio en Kathmandu»
- «Una maestra en Kathmandu»
(Ambas novelas me han gustado mucho)
Nos vemos pronto, Nepal. NAMASTE