Estamos en Cocachimba, en la provincia de Chachapoyas, de Perú. Un día sin prisas, disfrutando del último día del espectáculo del cañón del Gocta desde la cama, después desayunando, más tarde desde la terraza………La danza de las nubes entre las verdes montañas………..¡no nos queríamos marchar!!!
Nos despedimos del Valle de Gocta
Las estrellas habían inundado el cielo nocturno, y la sonoridad del chorro de agua acompañaba el misterio de la noche, dividiendo nuestros pensamientos entre realidad o ficción. Parece mentira que unas noches tan estrelladas den paso a unos días tan nublados.
Vistas desde el Gocta Lodge
Catarata Gocta
Es cierto que muchas son las posibilidades de excursiones en la zona de Chachapoyas, y sin embargo, nos los tomábamos como un día sin planes, sin objetivos, dejándonos llevar.
Incluso sin salir del valle del Gocta, disponiendo de más tiempo, uno podría distraerse con otras alternativas.
Según nos comentaron, un sendero permite recorrer otras cascadas de este valle. Otro camino conduce hasta la laguna de nacimiento de Gocta, pasando por el pueblo antiguo de San Pablo, en lo alto de la montaña, dentro de las nubes. El antiguo poblado de San Pablo ha quedado abandonado y ha sido trasladado a una zona más baja y mejor comunicada.
Excursión por los alrededores de Cocachimba
Cuando uno está abierto a la improvisación, no tardan en surgir oportunidades.
En nuestro paseo matutino por Cocachimba, sin pretensiones, únicamente saludando a los lugareños, nos topábamos con Alejandro. Saliendo a nuestro encuentro, nos invitaba a conocer algunos emplazamientos de los alrededores. “No les voy a cobrar nada, sólo les quiero mostrar algunos lugares, porque son mis amigos”. Bueno, sin creérnoslo del todo, nos dejaremos llevar.
Cocachimba
Junto con su prima, tomábamos rumbo a la planta de procesado de caña de azúcar. Como era día de descanso y la fábrica estaba cerrada con candado, buscaron a la mujer que guarda la llave, para enseñarnos las rudimentarias instalaciones, y explicarnos el proceso de principio a fin, hasta convertir la planta de caña en panela, un azúcar muy puro. Allí, Alejandro le hizo abrir los sacos para que lo probásemos, y la verdad es que nada tiene que ver con el azúcar que compramos en el supermercado, por muy integral que sea. Una bolsa de un kg de panela era el regalo que recibíamos de nuestros amigos cocachimberos.
Planta de procesado de caña de azúcar de Cocachimba
Una mujer con un peque se nos unía en el coche de camino a Coca, donde se quedaba la mujer junto con la prima, en la plaza que servía de campo de juego a los niños. Coca era la aldea original, en la que la palabra turismo no existe en su vocabulario. Su nombre procede de la compra de unos terrenos a cambio de un saco de coca. Después, unos cuantos se trasladaron al otro lado de Coca, a Cocachimba (chimba = al otro lado, en quechua).
Alejandro nos llevaba hacia lo alto de la montaña. Allí vive una solitaria mujer que destila aguardiente de caña, probablemente en el alambique con mejores vistas del mundo. Tan tímida que ni se atrevía a mirarnos, aunque sí a invitarnos a degustar su aguardiente.
Destilería rural en Cocachimba
La improvisada excursión no terminaba, sino que continuaba subiendo hasta el mirador natural de Shashil. Si las vistas desde Cocachimba me parecían maravillosas, me quedaba sin palabras para describir la panorámica desde lo alto de la montaña. El valle del río Gocta, Cocachimba, el cañón del Uctubamba, y todo ello rodeado de verdes montañas danzando con las nubes.
Mirador natural de Shashil sobre el Valle del Gocta
Alejandro es buena gente y nos quería mostrar su casa natal, solitaria sobre el cerro, ahora deshabitada. Se emplaca en Huara Tricana (el lugar donde el aire se voltea), la cual alcanzamos caminando desde su mirador natural secreto. Su familia era numerosa y su casa amplia, en semi-abandono, con un bonito balcón de madera y un gran horno al aire libre que su mamá usaba en el pasado para cocer el pan de yuca. Seguían creciendo plátanos, piñas, yucas, tabaco………….Recorrimos su huerto buscando una piña madura, que peló para que la probásemos…..¡deliciosa!….también probamos sus plátanos y otras frutas…… Incluso nos presentó al gigante halcón metálico que construyó hace años para colgar sobre los cultivos y ahuyentar a los loros. Menudas vistas gozaba el listillo.
Huara Tricana en Cocachimba
Historias de duendes que viven en la selva……de la sirena encantadora de la cascada Gocta…….. Alejandro nos relataba minuciosamente todos los detalles de regreso al coche, con absoluto convencimiento de su existencia. “Si van al bosque por la noche, podrán oir los sonidos de las duendes, diferentes según su estado de humor”. La leyenda de Gregorio también parecía adquirir vida, desde su desconfianza a creer en los espíritus de Gocta hasta su desaparición con la sirena.
En coche de Cocachimba a Chachapoyas
Entre historia e historia llegábamos al Gocta Lodge para el check-out………-¡qué pena marcharnos!-, y tomar rumbo a Chachapoyas con Alejandro.
Cuando viajas con él nunca sabes cuándo llegarás, porque un traslado se convierte en una excursión en sí misma, con innumerables paradas. Aparte de aquéllas para saludar a sus conocidos, que deben de ser todos los de los alrededores, tampoco quería dejar de mostrarnos los petroglifos de Pitaya, el valle sembrado de chirimoyas, las extrañas formas de algunas rocas, o algunos árboles frutales escasos.
El cañón del Uctubamba nos encerraba, hasta que tomamos la subida a la ciudad de Chachapoyas. Nuestro hotel, el Villa de París, se ubica a las afueras de la ciudad, en arquitectura colonial, rodeado de jardines floridos.