Cañón del Sonche y Chachapoyas PERU - CHACHAPOYAS 2


Al Cañón del Sonche llegamos en un momento perfecto. Iluminado por el sol de la tarde. Las luces y sombras originaban bonitos efectos. No queda lejos de Chachapoyas, únicamente hay que trasladarse hasta Huancas, población cuya tradición alfarera perdura hasta la actualidad. Los sábados realizan exhibiciones de modelado de arcilla.

El Cañón del Sonche

El Cañón del Sonche es un lugar bastante desconocido de Perú y según podíamos comprobar, muy poco visitado, lo cual incrementaba su atractivo.

Mirador del Cañón del Sonche en Huancas

Un cañón de más de 1000 metros de profundidad formado por el río Sonche. En el pueblo de Huancas se han organizado para cobrar una entrada de pocos soles, y han acondicionado senderos y miradores para disfrutar de las vistas. Un lugar en el que imperaría el silencio absoluto, si no fuera por el sonido del río que fluye por el fondo del cañón.

En el Sonche, el silencio es veterano, capaz de hacerte creer que más allá de aquellas montañas se acaba el mundo.

Miradores de Chachapoyas

Yo diría que la tarántula del tamaño de un puño que se paseaba por el suelo no tenía intención de hacer daño a nadie, o al menos, eso aprendimos en Chaparrí. Sin embargo, él no opinaba igual. Ella fue la causa del frenazo brusco al regresar a Chachapoyas. A pedradas la emprendió Alejandro contra la araña gigante. La debía de considerar una maldición.

Yo creo que nuestro colega conductor, Alejandro, tenía vocación de guía turístico, porque su circuito incluía paradas continuas, como en un mirador desde el que divisábamos Chachapoyas, pasando por unos barrios por los que sólo pasan los de allí.

Vista de Chachapoyas, ciudad colonial

Barrios periféricos de Chachapoyas

El centro colonial de Chachapoyas

Paseando por Chachapoyas me sentía a gusto. Una ciudad colonial fundada por los españoles, que, salvando las distancias, me recordaba a Cuzco. Tan cuidado y ordenado estaba el centro que no parecía Perú. Sus calles empedradas desprendían vida. Las casas de arquitectura hispánica, con paredes encaladas y balcones de madera, componían un agradable marco.

Alejándonos del centro, el aspecto cambiaba: casas coloniales decadentes u otras recientes de ladrillo sin recebar, calles polvorientas, y desaliño por doquier.

Ya nos habíamos dado cuenta de que el caos urbano y el ruido son proporcionales al número de combis y de motos que circulan por las calles. Esto no ocurre en esta ciudad, donde, para preservar el orden, han prohibido la circulación de los ruidosos moto-carros.

Chachapoyas, a 2360 m de altura, fue fundada por los españoles en 1538, aunque su emplazamiento ha cambiado varias veces. Inicialmente fundada en La Jalca, a 3000 m de altura, demasiado alto y frío para los españoles, que no pudieron soportarlo. No sé porque en todas partes tenemos fama de poco resistentes. Pronto fue trasladada a Levanto, que posee destacados recintos arqueológicos, y posteriormente a su ubicación actual.

Patios coloniales en Chachapoyas

No está de más pasarse por el centro cultural, en una esquina de la Plaza de Armas, para ver una pequeña exposición de cerámica antigua. Y a continuación, arreglar excursiones para los siguientes 2 días.

Arquitectura colonial en Chachapoyas

Para dormir y comer en Chachapoyas

Hotel París: agradables edificios en estilo colonial rodeados de jardines, aunque encontramos un aspecto un tanto descuidado.

Restaurante: El Batán de Tayta. Muy bueno. Tanto nos gustó que repetimos 3 noches. Wantanes rellenos de confit de lechón bañados en salsa de algarrobo con vainilla. Sudado de trucha, aeropuerto chachapoyano de arroz y frijoles con verduras y carne.

 

ESTA ETAPA PERTENECE AL VIAJE: Perú norte. De los glaciares a la selva


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