Llega ese siempre fastidioso día en que se acaba un viaje y hay que regresar. Aunque, en esta ocasión, el vuelo nocturno nos permitió aprovechar todo el día. Y le toca el turno al circo de Salazie. No podíamos venirnos sin conocerlo. Salazie es el circo volcánico más oriental de Isla Reunión, tan frondoso y lluvioso, que nadie diría que en sus tiempos fue una caldera volcánica.
Las primeras cascadas nos anuncian la llegada a la Rivière del Matt, mientras las nubes pegan lametones a las montañas.
Todo un espectáculo de colinas verdes, vegetación tropical y agua, se despliega a ambos lados de la carretera, salpicada por puestos de venta de fruta. Me imagino que todavía se debe de sentir con mayor intensidad en época de lluvias.
Tantas cascadas caen que sólo se han molestado en poner nombre propio a algunas. La más conocida es el Velo de la Novia, que en su desfile nupcial se nos presenta acompañada de un numeroso séquito, justo pasado el pueblo principal y que da nombre al circo, Salazie.
Entonces, la carretera se bifurca en dos ramas que se adentran en el circo de Salazie. Tomando a la izquierda y tras recorrer 9 kilómetros más, llegamos a Hell-Bourg.
Inmerso en el paisaje montañoso, teniendo como vigía el Piton des Neiges, Hell-Bourg es un pueblo de elegantes mansiones criollas reconvertido al turismo. No faltan alojamientos, restaurantes o tiendas de recuerdos, aunque a nosotros nos resultó imposible alojarnos aquí. ¡Qué difícil me resultó organizar los alojamientos de este fin de semana!
Mansiones de arquitectura criolla en Hell-Bourg
Entre el exuberante verdor vegetal destacan los colores de las restauradas casas criollas, adornadas con las cenefas colgantes. Incluso alguna de esas mansiones es visitable, como la Maison Folio, que permite hacerse una idea del estilo de vida pasada en la isla.
Mansiones de arquitectura criolla en Hell-Bourg
Nosotros, en vez de visitar su interior, nos dedicamos a observar el exterior de las fachadas, fijándonos en sus ventanas, en sus jardines, y en el paisaje del entorno, ya que nuestro tiempo estaba apretado. Tan apretado que hubiésemos necesitado al menos un día más en Salazie para hacer alguna caminata y así explorar más a fondo este circo.
Jardines de la Maison Folio, en Hell-Bourg
Detalle de cenefas de lambrequines en las casas criollas
Un par de kilómetros más allá de Hell-Bourg se sitúa Ilet à Vidot. La carretera es bastante panorámica, pero no hay apenas sitio para parar el coche.
Tomando el otro ramal de la carretera que se bifurcaba poco después del pueblo de Salazie, nos dirigimos hacia Grand Ilet. En cuanto la carretera comienza a ascender, un pequeño mirador nos invita a contemplar las cascadas que se desparraman por las paredes vegetales.
Tras 15 kilómetros llegamos a Grand Ilet, otra pequeña población del circo de Salazie. Si habíamos observado el carácter residencial y turístico de Hell-Bourg, lo que vemos en Grand Ilet es un pueblo eminentemente agrícola. Frutas y verduras crecen en este ambiente cálido y húmedo.
Grand Ilet dispone de algunos alojamientos modestos, que usan como base los senderistas empeñados en descubrir el circo de Salazie a pie.
Pero lo mejor está más adelante. La carretera continúa subiendo, hasta alcanzar el Col du Boeuf. No hacíamos más que parar a cada instante para contemplar el paisaje que se ofrecía ante nosotros. Sucesivas panorámicas del circo de Salazie, hasta que, desde el puerto de montaña podemos disfrutar de nuestra última vista a Mafate entre las nubes.
Precisamente, el Col du Boeuf es otra puerta de entrada a Mafate (se puede llegar hasta Ilet à Bourse en sólo 3 horas caminando, o bien se puede acceder a Mafate vía La Nouvelle). Desde Hell-Bourg es posible acceder a pie al refugio de Piton des Neiges, y de ahí a Cilaos, o bien al Gite de Bélouve y Trou de Fer. Es decir, es una zona con muchas posibilidades senderistas.
Panorámicas desde la carretera al Col du Boeuf
Preocupados por los tremendos y frecuentes atascos de tráfico, bajamos de Salazie con mucho tiempo de margen para nuestro vuelo de regreso. Tiempo sobrante que finalmente empleamos en pasear por Sainte Suzanne, muy cerca del aeropuerto. Allí visitamos el único faro de la isla, nos despedimos del Océano Índico, y contemplamos la última puesta de sol en Isla Reunión. Campos de caña de azúcar, las montañas al fondo y un cielo anaranjado………así fue nuestra despedida.
Costa de Sainte Suzanne
Faro de Sainte Suzanne
Después de pasar 15 días en la Isla Reunión podemos confirmar que diversos puntos panorámicos sentencian su singular belleza. Pero es en las distancias cortas cuando de verdad percibes su esencia, cuando captas su aliento y te empapas de sus composiciones inverosímiles.
Hemos comprobado que la isla es una colección de postales, algunas servidas en bandeja, y otras que exigen sudar la camiseta.
Desde luego que hemos sacado mucho jugo a la isla. Ahora nos quedan los recuerdos de muchos buenos momentos.
ESTA ETAPA PERTENECE AL VIAJE: Isla Reunión: trekking, coche y helicóptero