Esta etapa 4 del Camino Natural de la Ruta del Cantábrico discurre entre Burela y San Cibrao, en la Mariña lucense. Recorreremos la costa de Burela y de Cervo, protagonizada por rocas de granito y algunas playas. La llegada al pueblo pesquero de San Cibrao es preciosa, donde bordearemos Punta Atalaia.
Localización de la ruta
Iniciamos la ruta en el puerto de Burela, en la Mariña lucense, donde existe un panel informativo de lo que nos vamos a encontrar en esta etapa 4 de la Ruta del Cantábrico.
Coordenadas GPS del punto de inicio: 43.6604065,-7.358115,227
Descripción de la ruta de Burela a San Cibrao por el Camino Natural del Cantábrico
- Longitud: 18 Km
- Lineal.
- Dificultad: fácil
- Muy bien señalizada
Esta etapa es la más corta de todas las que constituyen esta Ruta del Cantábrico gallego, entre las localidades de Burela y San Cibrao. La ruta oficial son unos 15 Km, aunque en nuestro caso la prolongamos un poco más hasta llegar a la Playa de Limosa, que se localiza después de pasar San Cibrao.
Burela es un importante puerto pesquero del norte de Galicia y la pesca es su motor económico. San Cibrao pertenece al municipio de Cervo y es un pequeño pueblo ubicado en un lugar encantador.
Hórreo en el puerto de Burela
Iniciamos la ruta en el puerto de Burela, donde existe un panel informativo sobre esta etapa. Por el paseo marítimo abandonamos el puerto para entrar en la zona de playas, donde existen bares, restaurantes y algunos hoteles.
Paseo marítimo de las playas de Burela
La primera playa, Praia Penoural, es pequeña y no apta para el baño. La siguiente es la Praia do Portelo, y a continuación Playa do Cabaliño, donde hay un mirador.
Praia do Cabaliño en Burela
Mirador en Cabo Burela
Dejamos las playas, y el paseo continúa al borde del litoral rocoso. Nos hemos dado cuenta del rápido cambio geológico que apreciamos en la costa. De las rocas de pizarra que componen la costa entre Ribadeo y Burela, reparamos en que al este de Burela son rocas graníticas. Observamos grandes bloques redondeados y erosionados.
Costa granítica de Burela a San Cibrao
Bordeamos el Cabo Burela donde existió un castro que está sin excavar. La caminata es muy tranquila, por un paseo empedrado acompañado de carril-bici que discurre paralelo a la carretera. Hay que reconocer que recorrer este tramo de carretera entre Burela y San Cibrao en coche es también un encanto, muy pegado a la costa, siempre con vistas al mar y con varios lugares donde detenerse.
Unos caballos pastando en el prado pegado al mar nos ofrecen un bonito momento en esta cuarta etapa del Camino Natural del Cantábrico de Burela a San Cibrao.
De Burela a San Cibrao por el Camino Natural del Cantábrico
Tranquilamente llegamos a la Playa de Ril, pequeña cala en una bonita bahía de aguas transparentes.
El granito sigue dominando el paisaje costero. Las rocas componen diversas formas, como el arco que encontramos tras pasar la Praia de Ril.
Praia de Ril: De Burela a San Cibrao
Arco natural en la Praia de Ril
Mientras tanto, vamos viendo no sólo gaviotas, sino también bastantes cormoranes volando, pescando, extendiendo sus alas sobre los peñascos de esta costa de granito. Y también nos tropezamos con pescadores encaramados sobre las rocas.
De Burela a San Cibrao por el Camino Natural del Cantábrico
La Playa da Marosa nos regala otra bonita imagen mostrando sus aguas azuladas y rodeada de prados verdes. Empezamos a ver ya la Punta Atalaia de San Cibrao a donde nos dirigimos, pero todavía nos faltan unos cuantos kilómetros por recorrer. Divisamos también el islote Pena Grande.
De Burela a San Cibrao por el Camino Natural del Cantábrico
El paseo continúa al lado de la carretera hasta cerca del Castro de Rueta. Parece ser que hay un petroglifo por ahí, aunque los terrenos son privados y están vallados. Desde aquí ya divisamos la bahía que resguarda la Praia de Rueta. Para llegar a la playa tenemos que buscar el puente que cruza el río Xunco muy cerca de su desembocadura en el Cantábrico.
Contemplamos el puente del tren sobre la desembocadura del río y a continuación nos desviamos de la ruta para bajar a la playa de Rueta, gozando de una bonita imagen.
Casa y hórreo cerca de la desembocadura del río Xunco
Puente del tren sobre el río Xunco
Playa de Rueta
Regresamos de la playa para retomar la ruta que ahora se desvía a la izquierda de la carretera para ascender a la aldea de Rueta. Nos internamos en parajes rurales de huertos, prados y hórreos. Por caminos de tierra bastante encharcados en este día, dejamos atrás la aldea para continuar en compañía de las vías del tren.
Cruzamos las vías y viene a continuación un tramo por la acera de la carretera pasando por naves industriales, hasta que nos desviamos hacia el Pazo de Pedrosa. Antes del pazo nos sorprende el núcleo de casas de piedra restauradas del lugar de A Pedrosa.
A Pedrosa
El Pazo de Pedrosa se halla en una amplia finca en la que pastan ovejas. Además del gran caserón de piedra hay una pequeña ermita y otras dependencias anexas. La historia del pazo no tiene desperdicio. Fue construido por un noble inglés, que al parecer huyó de su país por motivos religiosos.
Capilla del Pazo de Pedrosa
Avanzamos por lugares rurales entre prados por un sendero muy enfangado. Estoy gozando de esta ruta: paisajes costeros y lugares rurales en un soleado y fresco día de enero, mientras España padece nevadas históricas.
Cruzando de nuevo las vías del tren llegamos a las calles de San Ciprián. Bordearemos a continuación este pintoresco pueblo pesquero dirigiéndonos a la Punta da Atalaia. Desde el paseo marítimo gozamos de una estupenda imagen de Punta da Atalaia y la Playa de la Caosa. El pueblo ocupa una pequeña península y las casas se apiñan en callejuelas estrechas.
Panorámica de San Cibrao
El encantador paseo marítimo bordea toda la península y seguimos disfrutando de bonitas vistas mientras atravesamos la Praia de Cubelas. Desde esta playa divisamos el “castillo marino” sobre unas rocas, que realmente corresponde a las ruinas de una antigua factoría de salazón medieval.
Praia de Cubelas en San Cibrao
En el pueblo existe un Museo del Mar, donde se pueden apreciar huesos de ballena. Se emplaza en una antigua escuela indiana.
Callejeamos por las estrechas callejuelas y pasamos por la Praza do Lugar, donde antiguamente se desarrollaba la actividad comercial de espaldas al mar. Era también lugar de celebraciones y de reencuentros con familiares cuando los marineros regresaban a casa. Ahora es un agradable y apacible punto de encuentro en el que también tiene lugar actividades culturales.
Praza do Lugar en San Cibrao
Castillo marino de San Cibrao en la playa de Cubelas
La Praia de Cubelas da acceso a Punta da Atalaia. Sobre el promontorio se alzan los dos faros de San Cibrao. El más bajo fue construido en 1861 para iluminar este puerto a donde acudían muchos navíos para exportar las porcelanas de la fábrica de Sargadelos. El más alto luce franjas blancas y negras y es más reciente, ya que fue construido en 1979 con la entrada en servicio de la fábrica de aluminios.
Paseamos apaciblemente por el entorno de Punta da Atalaia que está acondicionado con senderos y banquitos. Es un lugar muy bonito y agradable desde el que contemplamos los islotes de Os Farallóns, hogar de la Maruxaina. Nos sentamos un buen rato a respirar el aire del mar.
Faros de San Cibrao en Punta da Atalaia
Reemprendemos la marcha bordeando la península por el oeste después de asomarnos al espectacular mirador con estructura metálica que cuelga sobre el mar.
Mirador de Punta Atalaia en San Cibrao
El paseo nos conduce a la pequeña ermita de San Cibrao, la más antigua del pueblo, pasando por un barrio de pescadores de estrechas callejuelas.
Ermita de San Cibrao
Al pasar por la playa do Torno de San Cibrao tenemos ocasión de fijarnos en la estatua de la Maruxaina, situada sobre una roca. La leyenda de esta sirena que habita en una cueva es tradicional en San Cibrao porque protege a los marineros, aunque también existe la versión de sirena malvada. En su honor se celebra anualmente en agosto la fiesta de la Maruxaina.
Praia do Torno
Estatua de la Maruxaina
La etapa finaliza en el paseo marítimo, junto a la playa. Nosotros la prolongamos para explorar más a fondo los alrededores de San Cibrao. Así que continuamos caminando un poco más, cruzando el puente sobre el río Covo que desemboca aquí.
Desembocadura del río Covo en San Cibrao
Nos dirigimos al antiguo aserradero de Don Julián y fábrica de salazón, edificaciones que se ubican en la otra orilla del río, y que veíamos desde el paseo marítimo. Observamos las cubas de piedra que se usaban para almacenar el pescado en salazón. Todo el entorno está cuidado y acondicionado, y además ofrece vistas al pueblo, playas y ría.
Antiguas fábricas de salazón de Don Julián
Un sendero sigue por la costa y nos permite pasar por la pequeña Praia da Areosa y llegar hasta la playa Limosa por una ruta senderista del municipio de Cervo. Se trata de la Ruta dos Canteiros, en homenaje a los canteros que tradicionalmente realizaban trabajos de cantería con el abundante granito que existe en la zona.
Praia da Areosa
La Praia Limosa se halla en las inmediaciones de la factoría de aluminios. Llaman la atención las rocas de granito teñidas de rojo por el polvillo de residuo de la fábrica.
Praia Limosa
Aquí es donde damos por finalizada esta cuarta etapa del Camino Natural de la Ruta del Cantábrico. Se puede regresar a San Cibrao por una pista asfaltada.
Track de la ruta de Burela a San Cibrao
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