Arbo: Ruta da Moura por el río Deva GALICIA - PARADANTA


Por Arbo, la capital de la lamprea, transcurre la Ruta da Moura. A orillas del río Deva nos sumergiremos en bosques de leyenda, en los que los musgos recubren todo de verde extremo. La aldea abandonada de Trabuzos nos transportará al pasado. Pasado que también recordaremos con las pesqueiras, construcciones para pescar lampreas en el Miño, que datan de la época de los romanos. Estamos en la comarca de Paradanta, en la raia.

Localización

Una ruta con tramos muy bonitos pero con otros tramos feos.

Al lado del puente románico de San Xoan, en el municipio pontevedrés de Arbo, vamos a iniciar la ruta de senderismo conocida como Ruta da Moura. El río Miño separa Arbo de Portugal. Melgaço es el municipio portugués que queda enfrente.

Arbo, la capital de la lamprea, donde en el año 1957 rodaron escenas de la película Orgullo y pasión con CaryGrant, Sofía Loren y Frank Sinatra.

Lo que dicen ellos ahora es que Arbo tiene orgullo y pasión por la lamprea. Y también por el vino, porque las fértiles tierras del valle del Miño son propicias para el cultivo de viñedos, que marcan su paisaje.

 

Ruta da Moura

El puente de San Xoan se alza sobre el río Deva, afluente del Miño, donde también encontramos un molino y un aserradero.

Entre viñedos transcurre el primer kilómetro de la Ruta da Moura, hasta que llegamos a unas construcciones abandonadas, en A Labaliña de Abaixo, en medio de una carballeira.

Continuamos por asfalto, pasando por unas casas. Sus propietarios se afanaban con las viñas y los frutales.
No es nada normal este verano tan primaveral u otoñal que estamos teniendo. Poder caminar por esta zona en agosto sin asfixiarse es realmente insólito.

Caminamos en paralelo al río Deva, aunque apenas lo vemos porque queda más abajo, escondido entre la vegetación. Los robles pelean por sobrevivir, compitiendo con especies invasoras como eucaliptos y mimosas.

Llegar a Trabuzos es una de esas experiencias mágicas que nos regala Galicia. Esta aldea abandonada en el silencio del bosque es parte del pasado. Un pedazo de la historia que, probablemente, otras generaciones ya no llegarán a conocer, pues la naturaleza reclama su lugar.

Tras un tramo entre acacias, que lo están invadiendo todo, los robles vuelven a predominar.

Los portugueses siguen de fiesta. Resuenan los cánticos religiosos y las explosiones de bombas de palenque, que llegan hasta nuestros oídos.

El siguiente tramo, a orillas del río Deva, casi rozando el agua, es realmente bonito, y hace que no tengamos ninguna prisa por marcharnos. Los helechos crecen al borde del agua. El musgo tapiza todo de verde: los troncos, las piedras, el camino, que se convierte en una mullida alfombra verde, y también las paredes de algún antiguo molino abandonado.

Por este camino hay que ir con cierto cuidado para no tropezar con las raíces o con las piedras.

Dejamos el río para retomar el asfalto, pasando por la aldea de Sande, entre viñedos. Una fuerte subida nos eleva a la parte alta del pueblo, con vistas a Portugal, enfrente.

Tenemos que caminar casi 2 km por un monte de eucaliptos. Mejor poner el turbo, porque es muy feo. A medida que subimos, vamos ganando una amplia panorámica sobre el norte de Portugal, que hoy no podemos disfrutar porque la niebla se ha ido espesando.

Siguen sonando acordes festivos en Melgaço, que oímos perfectamente. Es que estamos muy cerquita en línea recta.

Empieza a lloviznar, en este verano tan loco. Una vez que alcanzamos el Coto da Moura, zona de abundantes petroglifos, emprendemos el descenso por un camino sin ningún interés. Nos estamos perdiendo las vistas. La pista de tierra desemboca en una carretera y nos obliga a seguir por asfalto.

Tras la aldea de A Aduana, tomamos un sendero que desciende hasta orillas del Miño, después de cruzar la vía del tren. Continuando por un sendero de pescadores que bordea el río, podemos ir apreciando las pesqueiras. Estas construcciones para pescar lampreas tienen 2000 años de antigüedad, herencia de los romanos. Las piedras encajadas sin cemento, crean unas corrientes que permiten atrapar estos exquisitos manjares, mediante las nasas que se colocan en sus pasadizos. A lo largo de 30 km del Miño se conservan todavía unas 400 pesqueiras o pescos, de las 700 que llegaron a existir.

Pesqueiras do Miño, en Arbo

Pretendíamos avanzar por el sendero de pescadores. Sólo que, ……… no contábamos con encontrarnos con varias familias de porcos celtas en libertad que comían bellotas de los robles. Sus caras, al vernos, eran de pocos amigos. Cuidaban de sus crías, y no parecían tener intención de dejarnos pasar, aunque lo intentamos hasta 3 veces. O sea que, media vuelta.
Podríamos continuar por la vía del tren, pero………como que no!

Como este sendero, al lado del Miño, no pertenece a la Ruta da Moura, lo que hicimos fue regresar y tomar la ruta señalizada. Ésta discurre entre viñedos y con vistas a las laderas de Portugal. Sigue sonando música portuguesa.

Nos retorna al río Deva, muy cerca de su desembocadura en el Miño.

Sólo nos queda seguir un sendero precioso a orillas del Deva, que nos devuelve al puente de San Xoan, punto de inicio de la ruta.
Este sendero es realmente bonito, por un bosque de leyenda.

A orillas del río Deva crecen helechos, laureles, robles, plátanos, castaños. La humedad es máxima y los musgos impregnan cualquier superficie. Un hábitat inalterado.

Casi en el fin de ruta, un par de molinos, unas pequeñas cascadas, entre la exuberante vegetación, conforman el broche perfecto.

Terminamos la tarde en los miradores sobre el Miño situados al lado del puente internacional que une Arbo (Pontevedra) con Melgaço (Portugal). Además, existe un sendero que recorre las orillas del Miño, y desde donde podemos apreciar la gran cantidad de pescos de origen romano.

 

Para comer y dormir en Crecente

Alojamiento: Pazo da Fraga, en Crecente

Dormir en un pazo gallego del siglo XV es posible en Crecente, al sur de Ourense, al borde del Miño, y frente a Portugal.

El Pazo da Fraga es un edificio precioso. Y sus jardines son más bonitos todavía, con su hórreo, su molino, su capilla. Su dueña nos guió en un recorrido por las dependencias, explicándonos su historia y los usos de cada rincón del pazo: las antiguas cuadras, la bodega, la prensa para el vino……………

Y además, el pazo tiene historia. Aquí también durmieron personalidades ilustres, como Don Gonzalo de Córdoba (el Gran Capitán), o Maximiliano de Austria.

 

Cenar: Sólo hay que cruzar el río Miño por el puente internacional, para llegar a Melgaço y deleitarse con su bacalhau con broa, especialidad regional.

 

Track de la ruta da Moura

Descargable para GPS: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=7653920

Caminata de 12.5 Km

 

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