En este paseo por la encantadora localidad portuguesa de Peniche y sus alrededores descubrimos la belleza de su costa compuesta por acantilados de singulares rocas de interés geológico y extensas playas que atraen a los surfistas.
Peniche ocupa una pequeña península en la costa portuguesa, a 100 Km al norte de Lisboa. Pertenece al distrito de Leiria en la región centro de Portugal. Pero, aunque ahora es una península, hasta hace pocos siglos era una isla separada del continente, cuyas rocas son antiquísimas y peculiares, por lo que constituye un lugar de interés geológico a nivel mundial.
Paseo alrededor de la península de Peniche
En este paseo a pie bordeamos la península de Peniche en sentido antihorario.
Aparcamos en la Praia da Gamboa, que se sitúa en el istmo de la península, junto al Forte da Luz. La playa continúa desde Gamboa hasta Baleal, y termina en la península de Baleal. El Forte da Luz protegía la costa norte de Peniche y es el primero de los fuertes que encontraremos en este paseo por Peniche.
Forte da Luz
Las casitas bajas y calles estrechas del barrio Peniche de Cima quedan protegidas por la fortaleza, y después de recorrer algunas calles llegamos al borde del mar.
Barrio Peniche de Cima
Por el Caminho do Forte da Luz bordeamos la muralla levantada sobre el mar, y llegamos a la Praia da Quebrada. Su nombre de Quebrada se debe a la destrucción que sufrió la muralla por el terremoto de 1755, y por tanto, aquí la muralla defensiva se interrumpe y el pueblo se abre al mar. Pasamos por un viejo molino de viento, uno de los que existían en esta línea de costa.
Molino de viento en Peniche
Una vez que se acaba la zona quebrada y tras pasar otro tramo de muralla, la costa se muestra más acantilada. Grutas en los acantilados y farallones desgajados se presentan en esta costa batida por el oleaje, desde donde divisamos toda la ensenada de Baleal. Las casas se alejan del borde costero, y se resguardan del viento más al interior. Los acantilados arcillosos se van degradando. A lo largo del paseo hay paneles informativos.
Paseo por la costa de Peniche
El paseo por camino de tierra nos conduce al Ilhéu da Papôa, que conforma un paisaje muy bonito, formando una ensenada de la que emergen pináculos arcillosos. Al islote se puede acceder a pie por una brecha volcánica que lo une con el continente.
Illéu da Papôa
Recorrer los senderos de la islita es una gozada, divisando las Islas Berlengas, la ensenada de Baleal, y Cabo Carvoeiro en la costa de la península de Peniche. Sorprendente la altura desde la que los pescadores lanzan sus cañas.
En esta costa naufragó el navío San Pedro de Alcántara en 1786, el cual volvía de América cargado de un botín de monedas de oro y plata.
Vistas desde el Illéu da Papôa
Seguimos bordeando la península, ahora cara a Cabo Carvoeiro y descubriendo la belleza de su costa. Pasamos por la Praia do Portinho de Areina do Norte, encerrada entre acantilados.
Continuamos el paseo hacia la Punta do Trovâo.
El Mirador Ponta do Trovâo, junto a las ruinas de una antigua ermita, nos regala una estupenda panorámica del paisaje de acantilados arcillosos desgastados por el incesante embate de las olas, con aspecto de tartas de milhojas. Enfrente tenemos ahora el Ilheu da Papoa. Aquí distinguimos la diferencia de rocas a uno y otro lado, blancas a la derecha, negras a la izquierda. Es un lugar de importancia geológica a nivel mundial. Bajo los acantilados queda la Prainha do Abalo, recibiendo fuerte oleaje.
En la Ponta do Trovâo, los geólogos están de enhorabuena, ya que se considera el mejor sitio a nivel mundial para estudiar las características del Jurásico inferior. Estos pliegues en las rocas marcan transiciones geológicas y por ello acuden a estudiarlos expertos de otros países. Además, fósiles de animales marinos extinguidos han quedado grabados en las rocas. Así, la historia geológica ha quedado impresa en las rocas de la península de Peniche.
Junto al Miradouro do Remedios observamos otras formaciones geológicas de lo más llamativo, curiosas rocas grises a capas estratificadas.
Todo el camino es de tierra y muy panorámico. Cualquier lugar invita a detenerse para disfrutar del paisaje. Otros puntos incluso nos brindan la oportunidad de sentarnos, como el mirador Revelim dos Remedios, situado junto al Santuario dos Remedios, otro soberbio mirador hacia esta costa geológicamente tan impresionante. Justo enfrente emerge la silueta de las Islas Berlengas.
Ya empezamos a ver el Farol Carvoeiro. Caminando por la parte superior de los acantilados, entre los llamativos bloques de rocas que los componen, avanzamos hacia el faro. Pero, antes de alcanzarlo, todavía tenemos que hacer algunas paradas para admirar las vistas costeras. Una de ellas es el Miradouro da Cruz dos Remedios y otro en la Varanda de Pilatos, balcón costero sobre los acantilados calcáreos.
Miradouro da Cruz dos Remedios
Varanda de Pilatos
En las inmediaciones de Cabo Carvoeiro se extienden rocas calcáreas modeladas por la lluvia, las cuales se formaron a partir del mar tropical que bañaba esta costa hace millones de años.
El viento sopla fuerte en Cabo Carvoeiro. El faro guía a navegantes en estas bravas aguas. La geología sigue sorprendiendo, el farallón Nau dos Corvos emerge del mar.
Cabo Carvoeiro en Peniche
En Cabo Carvoeiro giramos y ahora nos toca sentir el viento. Bordeamos por el Carreiro do Cabo.
Farol de Cabo Carvoeiro
A continuación encontramos varios puntos de interés señalizados. Uno de ellos es la Gruta da Furninha. Esta cueva natural horadada en los acantilados fue ocupada por el hombre, como refugio, necrópolis. Es posible acercarse, pero hacía tanto viento en este punto que no nos parecía prudente caminar por el borde del acantilado.
Poco después podemos leer en un panel la leyenda de un amor prohibido de Passos de D. Leonor.
El paisaje es también bonito por esa zona, aunque o tan espectacular como el de la costa anterior a Cabo Carvoeiro.
Por el Carreiro da Furninha bordeamos la Praia do Carreiro de Joanes, estrecha cala entre acantilados.
Después pasamos por la Praia do Portinho da Areia Sul, feucha playa junto a un muelle y unos viveros de marisco.
Entramos a continuación en el Bairro do Visconde, un conjunto muy pintoresco de callejuelas y casitas pintadas de colores que rebosan encanto. Este barrio se sitúa en el lugar donde, a principios del siglo XX, se instaló una fábrica de conservas de pescado. Para los operarios de la fábrica se edificó un barrio de casas de madera sobre la roca, casas que posteriormente se renovaron para ser construidas con cemento. Es una delicia merodear por las callejuelas y descubrir su tipismo, o asomarse a los acantilados sobre los que cuelgan las casas.
Barrio del Visconde de Peniche
El Forte de Peniche estaba cerrado a visitas. Alberga el Museo Municipal de Peniche, que, entre otras colecciones, expone restos arqueológicos correspondientes a la Gruta da Furninha. Esta fortaleza costera data del siglo XV y es Monumento Nacional. De planta estrellada, defendía el puerto de Peniche contra ataques marítimos, y como curiosidad, posee una entrada de agua del mar en su foso.
Se ha hecho hora de comer y buscamos restaurante. Hay varios en la zona del puerto, Marina Peniche, que queda cerca del Fuerte de Peniche. Varios estaban cerrados y ya a horas tardías encontramos sitio en Rocha, especializado en pescados, aunque también tienen carne. Comimos rico y abundante.
En la Marina de Peniche hay varios puestos que venden excursiones a las Islas Berlengas, las cuales duran unas 4 horas.
Por el barrio de pescadores en Peniche de Baixo paseamos a continuación. Calles estrechas adoquinadas y casas bajas de colores son sus características, algunas de las cuales alojan ahora restaurantes.
En medio de una plaza, el Largo Castilho, está la Igreja de Sâo Pedro, de finales del siglo XVI, en la que destaca la capilla mayor de estilo barroco. Muy cerca se sitúa el Museu da Renda de Bilros de Peniche, con exposiciones sobre la tradición del encaje de bolillos en la localidad.
Otra iglesia destacada, declarada de Interés público, es la Igreja da Misericórdia, del siglo XVII. Sorprende su decoración interior, recubierto de azulejos seiscentistas y pinturas barrocas.
En el Jardim do Baluarte podemos observar el Monumento à Rendilheira, estatua que rinde homenaje a la artesanía de bolillos que realizaban las mujeres de los pescadores. En las inmediaciones de estos jardines se sitúan pastelerías en las que degustar los típicos pasteles de Peniche.
Completamos el recorrido circular cruzando la muralla por el Parque do Baluarte, una zona ajardinada que da acceso al canal.
Finalmente nos dirigimos a los Portôes de Peniche de Cima, “puerta” de entrada/salida de Peniche, donde los dos fuertes casi se juntan. En medio pasa la carretera que da acceso al centro urbano.
Alrededores de Peniche
Baleal, playas del norte de Peniche
Baleal es una maravilla de lugar que me engancha a primer golpe de vista. El acceso al pequeño pueblo marinero es alucinante, ya que se llega por una carretera construida, literalmente, en una lengua de arena en medio de la playa, ya que dos arenales se extienden a cada lado, la Praia de Baleal Norte y la Praia de Baleal Sul.
La península de Baleal, actualmente unida a tierra por un atolón de arena, no siempre fue como la vemos ahora. Hasta la Edad Media era una isla, y posteriormente se fueron depositando arenas arrastradas por las corrientes y el viento. El nombre de Baleal procede de las antiguas actividades de caza de ballenas en esta costa.
El emplazamiento de pueblo es soberbio, agarrado a una pequeña península frente a Peniche. Las casas blancas con puertas y ventanas en colores azul, verde, amarillo, están arregladas, algunas reconvertidas en alojamientos turísticos, y gozan de soberbias vistas al mar. Cada rincón es encantador, sus miradores, acantilados, ensenadas, banquitos para ensimismarse mirando al mar, tabernas.
Baleal
Al final de la península de Baleal, sobrepasada la ermita, quedan vestigios del Fortín de los Franceses, en el extremo de la península, un enclave de gran belleza natural. Se trataba de una antigua fortificación napoleónica de principios del siglo XIX que construyeron para defender la costa.
Son de interés geológico las rocas inclinadas que componen los acantilados, rocas calcáreas de unos 200 millones de años de antigüedad que contienen fósiles del antiguo mar tropical que bañaba estas costas. El Ilhéu das Pombas queda enfrente, mientras que en el horizonte divisamos las Islas Berlengas frente a Peniche.
Ilhéu das Pombas en Baleal
Baleal es un reconocido destino de surf. Los surfistas disfrutan sobre las olas y los fotógrafos sobre los acantilados enfocándolos con grandes teleobjetivos. Tomar algo en alguno de los chiringuitos mirando al mar al atardecer es una delicia. Qué bien se está.
La Praia Baleal Sul forma parte de un largo arenal que se extiende ininterrumpidamente hasta Peniche, aunque va cambiando de nombre: Praia da Baía, Meio da Baía, Baleal Sul. Un carril bici acompaña a la carretera que va por detrás del cordón dunar. Pero es mejor recorrer la playa por la arena con marea baja, de extremo a extremo, o sea, de Peniche a Baleal. Por la tarde se mezclan surfistas, paseantes y pescadores y el paseo es de lo más agradable mientras contemplas la puesta de sol.
Praia da Baía
Atardecer en la Praia de Baleal Sul
La Praia Baleal Norte es bastante singular. Si la sur se caracteriza por su sistema dunar, en la norte son sus acantilados de arcilla de tonos ocres y rojizos los que le imprimen singularidad. Los surfistas cabalgan las olas y los paseantes recorremos la arena de esta curiosa playa que en bajamar se aprecia mejor.
Praia de Baleal Norte
Nos quedamos 3 noches en Baleal. Hotel Gabana Baleal Beach, al borde de la carretera frente a la Praia Baleal Sul. Al ser otoño, estaba todo muy tranquilo. La habitación no es muy grande, pero suficiente, y la cama era grande y muy cómoda. Lo más importante es que tiene balcón para poner a secar los equipos de buceo. El desayuno en el hotel es industrial, pero son muy amables.
Hay varios restaurantes en Baleal. Probamos: Restaurante Prainha (encima de la playa con cocina variada), O Febras (restaurante tradicional con pescado fresco), Pizzería Regatta (para cenar algo ligero).
Playas del sur de Peniche
Al sur de Peniche se extiende una playa continua por la freguesía de Autoguía da Balea, que también hace referencia a la caza de ballenas. La playa llega hasta el pequeño pueblo de Consolaçâo, aunque va cambiando de nombre: Praia do Molhe Leste, Supertubos, Medâo Grande, y finalmente Praia da Consolaçâo.
Praia da Consolaçâo en Peniche
Aparcamos junto al chiringuito Clube da Praia, nos tomamos algo mirando al mar y paseamos hasta el Forte da Consolaçao, para obtener una vista global de la playa, divisando al fondo la península de Peniche y las Islas Berlengas en el horizonte. La fortificación se emplaza en una punta que se adentra en el mar. Mirando al mar está también la Iglesia da Consolaçao, así como muchos jubilados que toman el sol al resguardo que proporciona el acantilado sobre el que se sujeta la fortaleza, junto a las “tabletas de chocolate”.
La “tableta de chocolate” es una curiosidad geológica. Las rocas calcáreas de color oscuro se han fracturado en formaciones cuadradas, debido a las fuerzas tectónicas. Posteriormente fueron erosionadas y modeladas por el agua del mar. Se trata de rocas muy antiguas, del Jurásico superior. En aquella época, esta costa estaba bañada por un mar tropical, y de aquella etapa quedan fósiles marinos incrustados en las rocas. En otras rocas arcillosas se pueden observar huellas de dinosaurios.
Rocas de Tabletas de chocolate en Consolaçâo
Por aquí pasa el Caminho Atlántico, un GR de 70 Km que va sobre los acantilados y se recorre en tres etapas.
Hacia sur, la costa prosigue en acantilados y playas que se resguardan bajo ellos.
Costa de Consolaçao
La Playa Supertubos queda más al norte, muy cerca de Peniche. Sus olas de tubo son muy apreciadas por los surfistas
Playa Supertubos en Peniche
Buceo doble en Islas Berlengas
Bucear en las Islas Berlengas era el motivo principal de nuestra visita a Peniche. Estas islas se localizan a unos 10 Km de Peniche y constituyen la Reserva Natural das Berlengas.
La Isla Berlenga Grande se puede visitar tomando excursiones náuticas que parten del puerto de Peniche. En la isla existe un pequeño poblado y unos pocos servicios turísticos, además de un faro y una fortaleza del siglo XVII, el Forte de Sâo Joâo Baptista, escenario de batallas entre portugueses y españoles.
Para bucear en las Islas Berlengas reservamos por email con el centro de buceo Haliotis un par de días antes. Las instalaciones están muy bien, ya que disponen de vestuarios, duchas, cubetas de endulzado de equipos, incluso te ofrecen toallas. Al embarcadero nos trasladaron en furgoneta desde el centro de buceo.
La navegación en zodiac a las Islas Berlengas dura unos 30 minutos. El Atlántico suele estar embravecido gran parte del año, pero nos coincidió un día de mucha calma y de navegación muy tranquila. En cualquier caso, las ensenadas de la isla son muy resguardadas.
Las dos inmersiones resultaron muy tranquilas y con buena visibilidad. Y así pudimos ver numerosos bancos de peces, pero también pulpos, nudibranquios, congrios, anémonas…. No tuvimos suerte de encontrar el mola-mola, bastante difícil de ver.